Extracto de El Dedo Pulgar del Ingeniero
—Gracias —dijo mi paciente—, pero me siento otro hombre desde que el doctor me vendó, y creo que su desayuno ha completado la cura. Procuraré abusar lo menos posible de su valioso tiempo, así que empezaré inmediatamente a narrar mi extraordinaria experiencia.
Holmes se sentó en su butacón, con la expresión fatigada y somnolienta que enmascaraba su temperamento agudo y despierto, mientras yo me sentaba enfrente de él, y ambos escuchamos en silencio el extraño relato que nuestro visitante nos fue contando.
—Deben ustedes saber —dijo— que soy huérfano y soltero, y vivo solo en un apartamento de Londres. Mi profesión es la de ingeniero hidráulico, y adquirí una considerable experiencia de la misma durante los siete años de aprendizaje que pasé en Venner & Matheson, la conocida empresa de Greenwich. Hace dos años, habiendo cumplido mi contrato, y disponiendo además de una buena suma de dinero que heredé a la muerte de mi pobre padre, decidí establecerme por mi cuenta y alquilé un despacho en Victoria Street.