Libro gratis: Estatuas de Roma
de Herman Melville

Hay en el busto de Sócrates una suerte de anormalidad, pues vemos un semblante más propio de quien asiste a bacanales o carnavales libertinos que del sobrio y decoroso filósofo. A primera vista recuerda al rostro ancho y rubicundo de un comediante irlandés. Posee, en muchos aspectos, las peculiares características del hiberno moderno, pero un observador cuidadoso apreciará el perfil sincero y frío, sarcástico e irónico indicativo de su verdadero carácter.

La imaginación le atribuiría a la cabeza de Julio César diversas cualidades: robustez, grandeza y nobleza; rasgos elevados y de mando, típicos en el guerrero y el hombre de Estado. Pero la estatua ofrece el perfil de un hombre serio, parecido a lo que en la edad moderna consideraríamos una buena representación del director del New York and Erie Railroad, o de cualquier otra magnífica empresa. Y así era el carácter de este hombre: práctico, sano, como un gigante que forcejea con los obstáculos del mundo.