Lo Mejor de Todo

Henry James


Cuento


I
II
III

I

Cuando después de la muerte de Ashton Doyne —sólo tres meses después— le hicieron a George Withermore eso que suele llamarse una proposición, con respecto a un «volumen», la comunicación le llegó directamente de sus editores, que habían sido también, y la verdad es que mucho más, los del propio Doyne; pero no le sorprendió saber, al celebrarse la entrevista que luego le propusieron, que habían recibido algunas presiones por parte de la viuda de su cliente en cuanto a la publicación de una Vida. Las relaciones de Doyne con su mujer, por lo que sabía Withermore, habían sido un capítulo muy especial, que de paso podría ser también un capítulo muy delicado para el biógrafo; pero, desde los primeros días de su desgracia, había podido apreciarse por parte de la viuda un sentimiento de lo que había perdido, y hasta de lo que había faltado, del que un observador un poco iniciado bien podía esperar que se derivara una actitud de reparación, un apoyo, incluso exagerado, en favor de un nombre distinguido. George Withermore tenía la impresión de estar iniciado; pero lo que no esperaba era oír que le había mencionado a él como la persona en cuyas manos depositaría con más confianza los materiales para el libro.

Esos materiales —diarios, cartas, apuntes, notas, documentos de muchas clases— eran propiedad de la viuda, estaban totalmente en sus manos, sin condiciones de ninguna clase referentes a alguna parte de su herencia; de forma que era libre para hacer con ellos lo que quisiera, y libre, especialmente, para no hacer nada. Lo que Doyne hubiera dispuesto, de haber tenido tiempo para hacerlo, no podía ser otra cosa que meras suposiciones y conjeturas. La muerte se lo había llevado demasiado pronto y demasiado de prisa, y la lástima era que los únicos deseos que se sabía había expresado eran deseos de que no se hiciera nada. Había desaparecido antes de tiempo, eso era lo que pasaba; y el final era irregular y necesitaba

Fin del extracto del texto

Publicado el 2 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
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