Odisea del Norte

H.P. Lovecraft


Cuento


I
II
III

I

Los trineos dejaban oír su eterna queja, a la que se mezclaba el chirriar de los arneses y el tintineo de las campanillas de los perros que iban en cabeza. Pero los hombres y los animales, rendidos de fatiga, guardaban silencio. Una capa de nieve reciente dificultaba la marcha sobre la pista. Estaban ya muy lejos del punto de partida. Los perros, arrastrando una carga excesiva de ancas de alce congeladas, duras como el pedernal, se apalancaban con todas sus fuerzas en la blanda superficie de la nieve y avanzaban con una terquedad casi humana.

Caía la noche, pero nadie pensaba en acampar. La nieve descendía suavemente por el aire inmóvil, no en copos, sino en diminutos cristales de dibujos delicados y sutiles. La temperatura era bastante alta —sólo veintitrés grados bajo cero— y los hombres no sentían frío. Meyers y Bettles habían levantado las orejeras de sus pasamontañas y Malemute Kid incluso se había quitado los guantes.

Los perros, aunque fatigados desde las primeras horas de la tarde, empezaron a dar muestras de un nuevo vigor. Entre los más sagaces reinaba cierta desazón. Se impacientaban ante las limitaciones que imponían a su marcha los arreos; sus movimientos eran rápidos, pero indecisos; olfateaban nerviosamente y levantaban las orejas. Estos canes se enfurecían ante la flema de algunos de sus congéneres y los estimulaban con continuos e insidiosos mordiscos en los cuartos traseros, proceder que las víctimas imitaban en perjuicio de otros. De súbito, el perro que abría la marcha en el primer trineo lanzó un agudo gemido de satisfacción y, casi echándose en la nieve, descargó todo el peso de su cuerpo sobre el collar. Todos los demás perros hicieron lo mismo, de modo que se tensaron los arreos y los trineos dieron un salto hacia adelante. Los hombres se asieron con fuerza a las varas y aceleraron la marcha para no ser atropellados por las otras traíllas. El cansancio de la jornada les

Fin del extracto del texto

Publicado el 29 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
Leído 16 veces.