Libro gratis: El Mayor Monstruo, los Celos
de Pedro Calderón de la Barca


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Teatro, Drama


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El Mayor Monstruo, los Celos

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Fragmento de «El Mayor Monstruo, los Celos»

Polidor.
(Ap.El demonio sin
Duda me Aristoboló.
)
Que yo...

Capitan.
Calla.

Polidor.
¿Qué es callar?
¡Vive Baco, que he de hablar!
¿Yo príncipe? Muy errado,
Muy cerrado y muy culpado
Soy...

Otavian.
¿Qué teneis que esperar?
Y ese criado, primero
Padezca un tormento fiero,
Ó muera en él de leal.

Polidor.
¿Qué es tormento? (Ap. Mal por mal,
Torre pido, noche quiero.
)
Vamos á la torre: yo
Soy Aristóbolo, no
Príncipe errado, segun
Decia. (Ap. Sin duda que algun
Ángel me Aristoboló.
)

Aristób.
Enfrena un poco el rigor,
Sabrás de los dos, señor;
Y de mi voz advertido,
Oirás que los dos han sido
Funestos triunfos de amor.
Apénas rota su armada
Vió Antonio, cuando la alada
Nave, haciéndose á la vela,
Nada pensando que vuela,
Vuela pensando que nada;
Pues con ligereza suma,
Pez sin escama nadaba,
Ave volaba sin pluma,
Tan veloz, que no le ajaba
Un solo rizo á su espuma.
A Ménfis en fin llegó,
Donde rehacerse pensó
De la pérdida y tornar
A la campaña del mar,
Que tantas desdichas vió;
Mas viendo que le seguias
A Ménfis, y que traias
De tu parte á la fortuna,
Pues al orbe de la luna
Con alas suyas subias;
Lamentando mal y tarde
La pérdida de su gente,
Sin que á ser despojo aguarde,
Del extremo de valiente
Dió al extremo de cobarde;
Pues ciego y desesperado,
Al panteon, colocado
A egipcios reyes, entró
Y una sepultura abrió,
Donde vivo y enterrado,
Dijo, sacando el acero:
«Nadie ha de triunfar primero
De mí que yo mismo: así
Triunfo yo mismo de mí,
Pues yo mismo mato y muero.»
Cleopatra que le seguia,
Viendo que ya agonizaba,
Bañado en su sangre fria,
Cuyo aliento pronunciaba
Más, cuanto ménos decia:
«Muera (dijo) yo tambien;
Pues por piedad ó por ira,
No cumple con ménos quien
Llega á querer bien, y mira
Muerto á lo que quiso bien.»
Y asiendo un áspid mortal
De las flores de un jardin,
Dijo: «Si otro de metal
Dió á Antonio trágico fin,
Tú serás vivo puñal
De mi pecho; aunque sospecho
Que no moriré, á despecho
De un áspid, pues en rigor,
No hay áspid como el amor,
Y há dias que está en mi pecho.»
Y él con la sed venenosa
Hidrópicamente bebe,
Cebado en Cleopatra hermosa,
Cristal que exprimió la nieve,
Sangre que vertió la rosa.
Yo lo ví todo, porqué
Así como aquí llegué,
El palacio examinando,
A Aristóbolo buscando,
Hasta el sepulcro me entré,
Donde él rendido al valor,
Y ella postrada al dolor
Yacen, porque de esta suerte
Aun no divida la muerte
A dos que junta el amor.


58 págs. / 1 hora, 42 minutos.
610 visitas.
Publicado el 4 de junio de 2018 por Edu Robsy.


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