Libro gratis: Diario de Sir John Armitage
de Stendhal

¡Voy, pues, a ver Francia, la patria de mis antepasados, ese país tan brillante, tan insensato, tan singular por el que llevo suspirando desde que nací y que llevo estudiando desde hace veinte años!

Pese a lo modesto de mi fortuna, compraba todos los años mapas y libros sobre Francia por valor de veinte libras. Mi pasión por conocer ese país había llegado incluso a darme un cariz ridículo ante las siete u ocho personas que veía dos o tres veces al mes.

Tales eran las reflexiones que me tenían ocupado el 21 de julio mientras soñaba con mi dicha, paseando por mi jardincillo. «¿Seré más francés que inglés? —me decía a mí mismo—. ¿Me acusarán con razón los vecinos de falta de patriotismo?». Mi perro favorito, que lleva un nombre francés, Médor, otro motivo para que me odien los vecinos, se paró en el momento en que estaba yo entregado a las reflexiones ya dichas; Médor atrajo mi atención arremetiendo prestamente contra el césped con las patas delanteras y echando hacia atrás la tierra; le había declarado la guerra a un topo; estuvo mucho rato intentando cogerlo.