Libro gratis: El Anticristo
de Friedrich Nietzsche


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Filosofía


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El Anticristo

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Edición física


Fragmento de «El Anticristo»

¿Cómo es posible haberse rendido tanto a la simpleza de los teólogos cristianos, que se haya llegado a decretar con ellos que la evolución del concepto de Dios, del Dios de Israel, del Dios de un pueblo al Dios cristiano, al compendio de todos los bienes, es un progreso? Pero el mismo Renan lo decretó así. ¡Como si Renan tuviera el derecho de ser simple! Sin embargo, lo contrario salta a los ojos. Si la suposición de la vida “ascendente”, si todo lo que es fuerte, valeroso, soberano, fiero, es eliminado del concepto de Dios; si, paulatinamente, Dios se rebaja hasta llegar a ser el símbolo de un báculo para los fatigados, un áncora de salvación para todos los náufragos: si llega a ser el Dios de los pobres, el Dios de los pecadores, el Dios de los enfermos por excelencia, y el predicado de salvador, redentor, queda, por decirlo así, como el predicado divino en general, ¿de qué nos habla semejante transformación, semejante reducción de la divinidad? En efecto; con esto el reino de Dios ha llegado a ser más grande. En otro tiempo, Dios sólo tenía su pueblo, su pueblo elegido. Después se marchó al extranjero, lo mismo que su pueblo, en peregrinación, y desde entonces no residió ya fijamente en parte alguna: desde que se encontró dondequiera en su casa, él, el gran cosmopolita, desde que no tuvo de su parte el gran número y la mitad de la tierra. Pero el Dios del gran número, el demócrata entre los dioses, no por esto se hizo un fiero Dios pagano; siguió siendo hebreo, siguió siendo el Dios de todos los rincones y lugares oscuros, de todos los barrios insalubres del mundo entero... Luego como antes, su reino mundial es un reino del mundo subterráneo, un hospital, un reino de ghetto... Y él mismo es tan pálido, tan débil, tan decadente... Hasta los más pálidos entre los pálidos se hicieron dueños de él; los señores metafísicos, los albinos de la idea. Éstos tejieron lentamente en torno a él su telaraña, hasta que él, hipnotizado por sus movimientos, se convirtió a su vez en una araña, en un metafísico. Y entonces tejió el mundo, sacándolo de sí mismo —sub specie Spinozae— entonces se transfiguró en un ser cada vez más sutil y pálido, se convirtió en ideal, se hizo espíritu puro, llegó a ser lo absoluto, la cosa en sí... Decadencia de un Dios: Dios se hizo cosa en sí...


83 págs. / 2 horas, 26 minutos.
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Publicado el 28 de marzo de 2017 por Edu Robsy.


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