Textos más largos de E.T.A. Hoffmann

Mostrando 1 a 10 de 18 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: E.T.A. Hoffmann


12

Los Elixires del Diablo

E.T.A. Hoffmann


Novela


Prólogo del editor

Gustoso te guiaría, benévolo lector, hasta aquel oscuro plátano bajo el que, por vez primera, leí la extraña historia del hermano Medardo. Entonces te sentarías a mi lado en el mismo banco de piedra, que queda medio oculto entre matas fragantes y flores multicolores; dirigirías, como yo, tu mirada nostálgica hacia las montañas azules, que se escalonan, formando maravillosas configuraciones, tras el soleado valle que se extiende ante nosotros, al final de la alameda. Al volverte descubrirías, a una distancia escasa de veinte pasos, un edificio gótico, cuyo portal se halla profusamente adornado con estatuas.

A través de las oscuras ramas de los plátanos te contemplan las imágenes de los santos con ojos claros y vívidos: son pinturas al fresco que resplandecen en los amplios muros. Un sol rojo incandescente permanece sobre las montañas, el viento del atardecer comienza a soplar, todo adquiere vida y movimiento. Voces extraordinarias surgen, susurrantes y rumorosas, entre los árboles y la maleza, dando la impresión, debido a sus tonos ascendentes, de tornarse en cánticos y música de órgano, así al menos resuena desde la lejanía. Hombres de semblante serio, ataviados con hábitos de pliegues holgados, pasean silenciosos por la arboleda del jardín con la mirada piadosa dirigida hacia lo alto. ¿Han cobrado vida las imágenes de santos y bajado de sus elevados pedestales? El misterioso escalofrío de las prodigiosas tradiciones y leyendas, que allí están representadas, te llena de estremecimiento. Todo parece como si ocurriera realmente ante tus ojos y creerías en ello de buen grado. En este estado de ánimo leerías la historia de Medardo y quizá estarías dispuesto a tomar las visiones del monje por algo más que el juego anárquico de una imaginación exaltada.


Información texto

Protegido por copyright
355 págs. / 10 horas, 21 minutos / 1.420 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Cuentos Fantásticos

E.T.A. Hoffmann


Cuentos, colección


El violín de Cremona

I

El consejero Crespel era el tipo más original que pueda darse, hasta tal punto, que cuando llegué á H... con el intento de pasar algunos días allí, todo el vecindario hablaba de él, habiendo llegado entonces al apogeo de sus extravagancias.

Como sabio jurisconsulto y experto diplomático, había adquirido Crespel notable consideración, de tal modo que el príncipe reinante de un pequeño Estado de Alemania, bastante poderoso, valióse de él para redactar una memoria que debía dirigirse á la corte imperial, respecto á cierto territorio sobre el cual creía tener legítimas pretensiones; y tan propicio fué el resultado, que un día que Crespel se lamentaba de no encontrar una habitación á su gusto, el príncipe, deseoso de recompensarle, se encargó de costearle una casa, cuya construcción dirigiría el consejero por sí solo; y como además el príncipe le ofreciese comprarle el terreno que mejor le pluguiera, Crespel le dispensó de lo último, indicando que en ningún sitio mejor que en un delicioso jardín que poseía junto á las puertas de la ciudad, podría levantarse el edificio.

Empezó, pues, comprando todos los materiales necesarios, los hizo trasportar allí, y desde entonces era de verle á todas horas con un vestido especial, construído también según sus principios particulares, apagar la cal, pasar la arena por la criba, y arreglar los ladrillos en simétricos montones, para lo cual no había consultado con ningún arquitecto, ni había trazado plan alguno.


Leer / Descargar texto

Dominio público
127 págs. / 3 horas, 42 minutos / 205 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Sor Monika

E.T.A. Hoffmann


Novela corta


Primera parte


Concedo voluntatem!

Esta es una de las naves de Cupido… ¡desplegad más velas! ¡Más! Al ataque… ¡los cañones ante los agujeros! ¡Fuego!

Pistol en Las alegres comadres de Windsor de Shakespeare
 

La hermana Monika cuenta la vida de su madre y de su padre a las amigas reunidas, pero especialmente a la hermana Annunciata Veronika, excondesa de R.

Pocas de vosotras, queridas hermanas, conocéis a mi familia; mi padre, en cambio, era muy bien conocido por sus camaradas, que con él y Laudon habían participado en la Guerra de los Siete Años y habían infligido más de una derrota a Federico el Grande.

En una noble residencia para viudas cerca de Troppau, en uno de los paisajes más agradables del Oppa, pasó mi madre los primeros años de su primavera; y la pasó con aquellos cálidos sentimientos de la existencia que no siempre comienza con el ¡coeur palpite!, pero que acostumbra terminar con el ¡haussez les mains!

Su madre había conocido el mundo y lo había gozado, había dejado en él su temperamento, llevándose su amor a la soledad para la formación de su Louise.

Esta Louise es mi madre. Fue educada sin prejuicios, y sin prejuicios vivió y actuó.

A los más seductores atractivos del cuerpo unía una gracia sin igual, un savoir faire sin reservas ni hipocresía.

El capellán Wohlgemuth, llamado hermano Gerhard, a quien mi madre apreciaba mucho, se encargó, como preceptor, de la formación de la virginal flor. Era un hombre joven y apuesto, de treinta años, y su encantadora discípula necesitaba grandes esfuerzos, por la noche, en su solitaria cama, para que sus dedos calmaran el fuego que la encantadora locuacidad del mentor había encendido en su pecho todavía inmaduro.


Información texto

Protegido por copyright
105 págs. / 3 horas, 4 minutos / 157 visitas.

Publicado el 30 de enero de 2018 por Edu Robsy.

El Mayorazgo

E.T.A. Hoffmann


Novela corta


A orillas del Báltico se encuentra la casa solariega de la noble familia von R., conocida como mansión R. El paisaje es inhóspito y yermo; apenas brota la hierba entre las inmensas arenas movedizas, y en lugar del jardín que suele adornar las casas señoriales, se concentra junto a las desnudas murallas del lado que mira a tierra un mísero pinar cuyo eterno y sombrío luto desprecia las galas y colores de la primavera y en el que en lugar del júbilo feliz de los pajarillos que despiertan al nuevo deseo de vivir, tan sólo retumba el lúgubre graznido de los cuervos, el grito chillón de las gaviotas que anuncian las tormentas. A un cuarto de hora de aquí la naturaleza se transforma repentinamente. Como por arte de magia nos vemos transportados a un mundo de campos floridos y de tierras y prados fértiles. Divisamos el pueblo, grande y rico, con la espaciosa vivienda del inspector. Al otro extremo de un agradable bosquecillo de álamos pueden verse los cimientos de un gran palacio que uno de los antiguos propietarios tenía pensado construir. Sus sucesores, instalados en sus propiedades en Curland, abandonaron la construcción, e incluso el barón Roderich von R. si bien fijó su residencia en la casa de sus padres no quiso seguir construyendo ya que a su naturaleza huraña y sombría le convenía mejor la estancia en la vieja y solitaria mansión. Hizo reparar el edificio en ruinas de la mejor manera y se encerró en él con un mayordomo melancólico y unos pocos criados. Rara vez se le veía por el pueblo. En cambio paseaba y cabalgaba a menudo por la playa. Desde la distancia parecía que hablara a las olas y escuchara con atención los bramidos y borboteos del oleaje, como si percibiera la respuesta o la voz del espíritu del mar.


Información texto

Protegido por copyright
95 págs. / 2 horas, 47 minutos / 74 visitas.

Publicado el 5 de noviembre de 2018 por Edu Robsy.

Mademoiselle de Scudéry

E.T.A. Hoffmann


Novela corta


En la calle de Saint Honoré se levantaba la casita en que vivía Magdalena de Scudéry, conocida por sus versos llenos de donaire y por la consideración que mereció de Luis XIV y de la Maintenon.

Ya avanzada la noche —en el otoño de 1680— se oyeron en la puerta recios y vehementes golpes que resonaron en todo el vestíbulo. Bautista, que en el reducido tren de casa de la señorita ejercía a la vez de cocinero, criado y portero, había ido al campo con permiso de su ama para asistir a la boda de una hermana, de manera que la única que velaba en la casa aquella noche era la Martiniére, la camarera de la señorita. Oyó las repetidas llamadas, y se le ocurrió en seguida que, ausente Bautista, quedaba en la casa con la señorita sin auxilio ninguno. Se agolpaban en su mente los casos de violencia, de asalto de morada, los robos y los homicidios que en aquel entonces sufría París, y dio por cierto que algún grupo de perturbadores, enterados de las circunstancias de la casa, era el que alborotaba y esperaban solamente que la puerta se abriera para llevar a cabo algún intento perverso contra su dueña. Temblorosa, atemorizada y maldiciendo a Bautista, a su hermana y a la boda, se quedó quieta en su habitación, mientras continuaban resonando los golpes dados a la puerta, y en medio de ellos le pareció oír llamar una voz:

—¡Abrid! ¡Os lo pido por Cristo! ¡Abrid!

Con creciente temor se apresuró la Martiniére a coger el candelabro, con la vela encendida y se precipitó al vestíbulo. La voz del que llamaba se hizo más inteligible:

—¡Por el amor de Cristo, abridme!

—Es evidente que un bandolero no habla de este modo —pensó la Martiniére—. Es tal vez una persona que busca refugio en la casa de mi señorita, a quien sabe inclinada a hacer buenas obras. Pero seamos precavidas.


Información texto

Protegido por copyright
77 págs. / 2 horas, 15 minutos / 104 visitas.

Publicado el 11 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

El Cascanueces y el Rey de los Ratones

E.T.A. Hoffmann


Cuento infantil


Nochebuena

Durante todo el día 24 de diciembre, los hijos del consejero médico Stahlbaum no pudieron entrar en ningún momento en la sala, y menos aún en el salón de gala contiguo. Fritz y Marie estaban juntos, encogidos, en un rincón de la habitación del fondo. Era ya de noche, pero aún no habían traído ninguna luz, como solían hacer siempre en ese día señalado; así que sentían miedo. Fritz, susurrando en secreto, reveló a su hermana menor (acababa de cumplir siete años) que desde las primeras horas de la mañana había estado oyendo ruidos, murmullos y suaves golpes en las habitaciones cerradas. Le contó también que poco antes había pasado por el pasillo, a hurtadillas, un hombrecillo oscuro con una gran caja bajo el brazo, pero él sabía bien que no era otro que el padrino Drosselmeier. Marie comenzó a dar palmas de alegría y exclamó:

—¡Ay! ¿Qué nos habrá hecho el padrino Drosselmeier? ¡Seguro que es algo muy bonito!


Información texto

Protegido por copyright
70 págs. / 2 horas, 2 minutos / 609 visitas.

Publicado el 30 de enero de 2018 por Edu Robsy.

El Tonelero de Nuremberg

E.T.A. Hoffmann


Cuento


I

A principios de mayo del año 1580, el honorable gremio de toneleros de la ciudad libre de Nuremberg se reunía, según costumbre, para celebrar su fiesta anual. Poco antes de esta solemnidad había pasado a mejor vida el síndico de la corporación, y era preciso elegir un sucesor. Por unanimidad recayó la elección en maese Martín.

No había otro tan conocedor del oficio como él. Los toneles salidos de sus manos eran, a la par que sólidos, finamente acabados; y no tenía rival para montar una bodega según las reglas gremiales. Prosperaba de día en día su reputación, y cada vez eran más numerosos sus clientes entre la gente rica y distinguida; gracias al éxito que le favoreció en todas sus empresas, gozaba de una fortuna considerable para un hombre de su clase. Al hacerse pública la elección de maese Martín, el consejero Paumgartner, que presidía la asamblea, se puso en pie.

—Vuestra elección —dijo—, mis queridos amigos, es acertadísima. A nadie podía ser conferida tan merecidamente esta dignidad. Maese Martín goza del aprecio de todos, y los que le conocen dan testimonio de su destreza en la profesión. A pesar de sus riquezas, ha conservado los hábitos y el gusto del trabajo, y su conducta en todo es un modelo digno de elogio. Saludemos, pues, a nuestro querido maese Martín y felicitémosle por haber merecido la elección unánime, que es honra y galardón de toda una vida de honradez y de laboriosidad.

Terminado su discurso, el consejero Paumgartner dio unos pasos con los brazos abiertos hacia el recipiendario. Pero maese Martín, levantándose por pura cortesía y con gran dificultad a causa de su corpulencia y obesidad, devolvió sin más ceremonias la reverencia al Consejero, y se dejó caer de nuevo en el sillón, importándole poco al parecer los abrazos fraternales del señor Jacobus Paumgartner.


Información texto

Protegido por copyright
61 págs. / 1 hora, 47 minutos / 251 visitas.

Publicado el 11 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

El Maestro Martín y sus Mancebos

E.T.A. Hoffmann


Cuento


Sin duda has experimentado alguna vez, lector querido, una indefinible melancolía, al recorrer una ciudad, cubierta de monumentos del antiguo arte alemán, los cuales atestiguan con muda y elocuente voz los esplendores, la heroica perseverancia y toda la historia de unos tiempos que ya no existen. Una ciudad de esas no te ha producido el mismo efecto que una casa abandonada? Encima de la mesa se ostenta todavía el libro de rezo que abrió el jefe de la familia: cuelga de las paredes la preciosa tapicería elaborada por la dueña de la casa, y están llenos los armarios de ricos utensilios, que fueron el regalo de la familia en las más solemnes festividades. Parece que uno de los habitantes de esta morada va á recibirte y á ofrecerte cordial hospitalidad; paro en vano esperas á aquellos á quienes el tiempo ha arrastrado consigo en sus rápidos ó incesantes embates. Ya no te queda más que dejarte mecer por los dulces ensueños que brotan de tantos recuerdos de los antiguos huéspedes, los cuales te hablan con un lenguaje tan puro y sensible, que te conmueve hasta en lo más hondo del espíritu. Entonces comprendes el sentido íntimo de sus obras, pues vives en su tiempo, y contemplas la fuente de sus inspiraciones.

Pero, ay! suele ocurrir que en el momento en que crees abarcar tan risueñas imágenes, éstas desaparecen perseguidas por los rumores del día que despierta, elevándose entre la tenue bruma de la mañana, y dejándote arrasados los ojos en lágrimas, sus primeros y pálidos reflejos. Entonces el rudo contacto de la vida real te arrebata la visión que te halagaba, dejándote sólo las huellas de un vehemente deseo que agita toda tu naturaleza.


Leer / Descargar texto

Dominio público
60 págs. / 1 hora, 45 minutos / 68 visitas.

Publicado el 24 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

La Puerta Tapiada

E.T.A. Hoffmann


Cuento


I

En las orillas solitarias de un lago del Norte se ven todavía las ruinas de una antigua finca que lleva el nombre de R… Unos áridos brezales la rodean por entero; cierran el horizonte por uno de sus lados las aguas tranquilas y profundas, y por el otro un bosque de pinos que cuentan siglos remeda en medio de la niebla unos brazos negros de espectros. Un cielo siempre enlutado cobija como únicos moradores unos pájaros de fúnebre aspecto. A un cuarto de hora del camino, cambia de pronto la decoración: surge una aldea risueña en medio de unos prados salpicados de flores; y en un extremo de esta aldea, no lejos de la mancha verde de un bosque de alisos los vecinos señalan al viajero los cimientos de un castillo que uno de los señores de R… proyectaba levantar en aquel oasis la naturaleza pródiga. Quizá poco dispuesto a compartir con los mochuelos el caserón familiar, el barón Roderich de R… no se preocupó de continuar la construcción de la mansión de recreo comenzada por sus antecesores. Se había limitado a llevar a cabo alguna reparación en los puntos más castigados, para encastillarse en la antigua finca con un grupo de servidores, no menos taciturnos que él, y mataba el tiempo recorriendo a caballo las orillas del lago; raramente se le veía en la aldea de sus vasallos, de manera que su nombre había pasado a ser una especie de «coco» para asustar a los chicos. Había mandado disponer por encima de la atalaya, una especie de azotea provista con todo el instrumental de astronomía conocido hasta aquella fecha, y allí se pasaba a veces días y noches enteros, en compañía de un intendente, que compartía todas sus extravagancias.

En la comarca le atribuían extensos conocimientos en artes mágicas, y algunos llegaban a afirmar que le habían expulsado de Curlandia por haberse permitido sin reboso tener relaciones ilícitas con el espíritu maligno.


Información texto

Protegido por copyright
53 págs. / 1 hora, 34 minutos / 129 visitas.

Publicado el 11 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

El Hombre de Arena

E.T.A. Hoffmann


Cuento


Nataniel a Lotario

Sin duda estarán inquietos porque hace tanto tiempo que no les escribo. Mamá estará enfadada y Clara pensará que vivo en tal torbellino de alegría que he olvidado por completo la dulce imagen angelical tan profundamente grabada en mi corazón y en mi alma. Pero no es así; cada día, cada hora, pienso en ustedes y el rostro encantador de Clara vuelve una y otra vez en mis sueños; sus ojos transparentes me miran con dulzura, y su boca me sonríe como antaño, cuando volvía junto a ustedes. ¡Ay de mí! ¿Cómo podría haberles escrito con la violencia que anidaba en mi espíritu y que hasta ahora ha turbado todos mis pensamientos? ¡Algo espantoso se ha introducido en mi vida! Sombríos presentimientos de un destino cruel y amenazador se ciernen sobre mí, como nubes negras, impenetrables a los alegres rayos del sol. Debo decirte lo que me ha sucedido. Debo hacerlo, es preciso, pero sólo con pensarlo oigo a mi alrededor risas burlonas. ¡Ay, querido Lotario, cómo hacer para intentar solamente que comprendas que lo que me sucedió hace unos días ha podido turbar mi vida de una forma terrible! Si estuvieras aquí podrías ver con tus propios ojos; pero ciertamente piensas ahora en mí como en un visionario absurdo. En pocas palabras, la horrible visión que tuve, y cuya mortal influencia intento evitar, consiste simplemente en que, hace unos días, concretamente el 30 de octubre a mediodía, un vendedor de barómetros entró en mi casa y me ofreció su mercancía. No compré nada y lo amenacé con precipitarlo escaleras abajo, pero se marchó al instante.


Información texto

Protegido por copyright
33 págs. / 58 minutos / 151 visitas.

Publicado el 20 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

12