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autor: Pedro Antonio de Alarcón


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El Sombrero de Tres Picos

Pedro Antonio de Alarcón


Novela


AL SEÑOR

D. JOSÉ SALVADOR DE SALVADOR

Dedico esta obra.

P. A. de Alarcón.

Julio de 1874.

PREFACIO DEL AUTOR

Pocos españoles, aun contando a los menos sabios y leídos, desconocerán la historieta vulgar que sirve de fundamento a la presente obrilla.

Un zafio pastor de cabras, que nunca había salido de la escondida Cortijada en que nació, fue el primero a quien nosotros se la oímos referir.—Era el tal uno de aquellos rústicos sin ningunas letras, pero naturalmente ladinos y bufones, que tanto papel hacen en nuestra literatura nacional con el dictado de pícaros. Siempre que en la Cortijada había fiesta, con motivo de boda o bautizo, o de solemne visita de los amos, tocábale a él poner los juegos de chasco y pantomima, hacer las payasadas y recitar los romances y relaciones;—y precisamente en una ocasión de éstas hace ya casi toda una vida..., es decir, (hace ya más de treinta y cinco años), tuvo a bien deslumbrar y embelesar cierta noche nuestra inocencia (relativa) con el cuento en verso de El Corregidor y la Molinera, o sea de El Molinero y la Corregidora, que hoy ofrecemos nosotros al público bajo el nombre más trascendental y filosófico (pues así lo requiere la gravedad de estos tiempos) de El Sombrero de tres picos.

Recordamos, por señas, que cuando el pastor nos dio tan buen rato, las muchachas casaderas allí reunidas se pusieron muy coloradas, de donde sus madres dedujeron que la historia era algo verde, por lo cual pusieron ellas al pastor de oro y azul; pero el pobre Repela (así se llamaba el pastor) no se mordió la lengua, y contestó diciendo: que no había por qué escandalizarse de aquel modo, pues nada resultaba de su relación que no supiesen hasta las monjas y hasta las niñas de cuatro años....


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85 págs. / 2 horas, 30 minutos / 1.076 visitas.

Publicado el 26 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Extranjero

Pedro Antonio de Alarcón


Cuento


I

«No consiste la fuerza en echar por tierra al enemigo, sino en domar la propia cólera,»—dice una máxima oriental.

«No abuses de la victoria,»—añade un libro de nuestra religión.

«Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción, considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra; y en todo cuanto estuviere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios son todos iguales, más resplandece y campea, a nuestro ver, el de la misericordia, que el de la justicia,» aconsejó, en fin, D. Quijote a Sancho Panza.

Para dar realce a todas estas elevadísimas doctrinas, y cediendo también a un espíritu de equidad, nosotros, que nos complacemos frecuentemente en referir y celebrar los actos heroicos de los españoles durante la Guerra de la Independencia, y en condenar y maldecir la perfidia y crueldad de los invasores, vamos a narrar hoy un hecho que, sin entibiar en el corazón el amor a la patria, fortifica otro sentimiento no menos sublime y profundamente cristiano:—el amor a nuestro prójimo;—sentimiento que, si por congénita desventura de la humana especie, ha de transigir con la dura ley de la guerra, puede y debe resplandecer cuando el enemigo está humillado.

El hecho fué el siguiente, según que me lo han contado personas dignas de entera fe, que intervinieron en él muy de cerca y que todavía andan por el mundo.—Oíd sus palabras textuales.

II

—Buenos días, abuelo ...—dije yo.

—Dios guarde a V., señorito ...—dijo él.

—¡Muy solo va V. por estos caminos!...


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Dominio público
10 págs. / 18 minutos / 202 visitas.

Publicado el 3 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

El Escándalo

Pedro Antonio de Alarcón


Novela


A la memoria

Del insigne poeta, filósofo, orador y estadista D. NICOMEDES PASTOR DÍAZ, ministro que fue de Fomento, de Estado y de Gracia y Justicia, individuo de número de la Real Academia Española, rector de la Universidad de Madrid, etc., etc.

Dedica este libro en testimonio de inextinguible cariño filial, admiración y agradecimiento, Su inconsolable amigo,

P. A. DE ALARCÓN.

ESCORIAL, JUNIO DE 1875.

Libro I — Fabián Conde

Parte I. La opinión pública

El lunes de Carnestolendas de 1861 —precisamente a la hora en que Madrid era un infierno de más o menos jocosas y decentes mascaradas, de alegres estudiantinas, de pedigüeñas murgas, de comparsas de danzarines, de alegorías empingorotadas en vistosos carretones, de soberbios carruajes particulares con los cocheros vestidos de dominó, de mujerzuelas disfrazadas de hombre y de mancebos de la alta sociedad disfrazados de mujer; es decir, a cosa de las tres y media de la tarde—, un elegante y gallardo joven, que guiaba por sí propio un cochecillo de los llamados cestos, atravesaba la Puerta del Sol, procedente de la calle de Espoz y Mina y con rumbo a la de Preciados, haciendo grandes esfuerzos por no atropellar a nadie en su marcha contra la corriente de aquella apretada muchedumbre, que se encaminaba por su parte hacia la calle de Alcalá o la Carrera de San Jerónimo en demanda del Paseo del Prado, foco de la animación y la alegría en tal momento…


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319 págs. / 9 horas, 18 minutos / 538 visitas.

Publicado el 17 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Novelas Cortas

Pedro Antonio de Alarcón


Cuentos, Colección


LA BUENAVENTURA

I

No sé qué día de Agosto del año 1816 llegó a las puertas de la Capitanía general cierto haraposo y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido o sobrenombre Heredia, caballero en flaquísimo y destartalado burro mohino, cuyos arneses se reducían a una soga atada al pescuezo; y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor frescura «que quería ver al Capitán general.»

Excuso añadir que semejante pretensión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las risas de los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes antes de llegar a conocimiento del Excelentísimo Sr. D. Eugenio Portocarrero, conde del Montijo, a la sazón Capitán general del antiguo reino de Granada.... Pero como aquel prócer era hombre de muy buen humor y tenía muchas noticias de Heredia, célebre por sus chistes, por sus cambalaches y por su amor a lo ajeno..., con permiso del engañado dueño, dió orden de que dejasen pasar al gitano.

Penetró éste en el despacho de Su Excelencia, dando dos pasos adelante y uno atrás, que era como andaba en las circunstancias graves, y poniéndose de rodillas exclamó:

—¡Viva María Santísima y viva su merced, que es el amo de toitico el mundo!

—Levántate; déjate de zalamerías, y dime qué se te ofrece ...—respondió el Conde con aparente sequedad.

Heredia se puso también serio, y dijo con mucho desparpajo:

—Pues, señor, vengo a que se me den los mil reales.

—¿Qué mil reales?

—Los ofrecidos hace días, en un bando, al que presente las señas de Parrón.

—Pues ¡qué! ¿tú lo conocías?

—No, señor.

—Entonces....

—Pero ya lo conozco.

—¡Cómo!


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Dominio público
111 págs. / 3 horas, 15 minutos / 679 visitas.

Publicado el 26 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Buenaventura

Pedro Antonio de Alarcón


Cuento


I

No sé qué día de Agosto del año 1816 llegó a las puertas de la Capitanía general cierto haraposo y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido o sobrenombre Heredia, caballero en flaquísimo y destartalado burro mohino, cuyos arneses se reducían a una soga atada al pescuezo; y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor frescura «que quería ver al Capitán general.»

Excuso añadir que semejante pretensión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las risas de los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes antes de llegar a conocimiento del Excelentísimo Sr. D. Eugenio Portocarrero, conde del Montijo, a la sazón Capitán general del antiguo reino de Granada.... Pero como aquel prócer era hombre de muy buen humor y tenía muchas noticias de Heredia, célebre por sus chistes, por sus cambalaches y por su amor a lo ajeno..., con permiso del engañado dueño, dió orden de que dejasen pasar al gitano.

Penetró éste en el despacho de Su Excelencia, dando dos pasos adelante y uno atrás, que era como andaba en las circunstancias graves, y poniéndose de rodillas exclamó:

—¡Viva María Santísima y viva su merced, que es el amo de toitico el mundo!

—Levántate; déjate de zalamerías, y dime qué se te ofrece ...—respondió el Conde con aparente sequedad.

Heredia se puso también serio, y dijo con mucho desparpajo:

—Pues, señor, vengo a que se me den los mil reales.

—¿Qué mil reales?

—Los ofrecidos hace días, en un bando, al que presente las señas de Parrón.

—Pues ¡qué! ¿tú lo conocías?

—No, señor.

—Entonces....

—Pero ya lo conozco.

—¡Cómo!


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Dominio público
11 págs. / 19 minutos / 279 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Historietas Nacionales

Pedro Antonio de Alarcón


Cuento


El carbonero-alcalde

I

Otro día narraré los trágicos sucesos que precedieron a la entrada de los franceses en la morisca ciudad de Guadix, para que se vea de qué modo sus irritados habitantes arrastraron y dieron muerte al corregidor don Francisco Trujillo, acusado de no haberse atrevido a salir a hacer frente al ejército napoleónico con los trescientos paisanos armados de escopetas, sables, navajas y hondas de que habría podido disponer para ello...

Hoy, sin otro fin que indicar el estado en que se hallaban las cosas cuando ocurrió el sublime episodio que voy a referir, diré que ya era capitán general de Granada el excelentísimo señor conde don Horacio Sebastiani, como le llamaban los afrancesados, y gobernador del Corregimiento de Guadix el general Godinot, sucesor del coronel de dragones de caballería, número 20, M. Corvineau, a quien había cabido la gloria de ocupar la ciudad el 16 de febrero de 1810.


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Dominio público
185 págs. / 5 horas, 24 minutos / 234 visitas.

Publicado el 22 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

El Ángel de la Guarda

Pedro Antonio de Alarcón


Cuento


I

«El 1 de mayo entran los aviones», dícese en España, desde que el mundo es mundo, para significar que todos los años, precisamente ese día, regresan a nuestra tierra, o sea a nuestro aire, los aviones y vencejos después de su viaje invernal al África. Pero lo que nadie ha dicho hasta ahora, y yo me sé de muy buena tinta, es que ningún año habrán vuelto a ver los aviones las murallas de Tarragona, ni tomado en ellas posesión en sus antiguos nidos, en día más hermoso, fulgente y embalsamado, que el 1 de mayo de 1814.

El mar, tan azul y apacible como el mismo cielo, parecía no un complemento de la limitada tierra, sino el comienzo de la eternidad y de lo infinito. El campo recibía sonriendo las caricias del sol, y se las pagaba en vistosas flores, nuncio y promesa de regalados frutos. El ambiente, en fin, estaba impregnado de amor y vida, y en sus tibias ráfagas percibíase el fragante aliento de la primavera, enamorada ya del estío...

Pero no eran sólo de esta índole los encantos primaverales de aquel inolvidable día. El hombre, en la ciudad, al pensar en el regreso de las aves viajeras, y en que había principiado el mes de las flores, y en que el día siguiente sería DOS DE MAYO, experimentaba solemnes y gratas sensaciones morales y patrióticas, que hablaban también a su alma de resurrección y eflorescencia... ¡Apenas habían pasado quince días desde que la paz reinaba en España, después de seis años de incesante lucha! La guerra de la Independencia, la epopeya de que fueron héroes nuestros padres, estaba completamente terminada. Los generales de Napoleón habían huido con sus huestes y con su pretendido rey a contarle al dominador de tantas naciones que era delirio pensar en la conquista de la nación española. ¡Ya no había en toda la Península ni un solo soldado extranjero!


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Dominio público
8 págs. / 14 minutos / 191 visitas.

Publicado el 3 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

El Afrancesado

Pedro Antonio de Alarcón


Cuento


I

En la pequeña villa del Padrón, sita en territorio gallego, y allá por el año a fuer de legítimo boticario, un tal GARCÍA DE PAREDES, misántropo solterón, descendiente acaso, y sin acaso, de aquel varón ilustre que mataba un toro de una puñada.

Era una fría y triste noche de otoño. El cielo estaba encapotado por densas nubes, y la total carencia de alumbrado terrestre dejaba a las tinieblas campar por su respeto en todas las calles y plazas de la población.

A eso de las diez de aquella pavorosa noche, que las lúgubres circunstancias de la patria hacían mucho más siniestra, desembocó en la plaza que hoy se llamará de la Constitución un silencioso grupo de sombras, aun más negras que la obscuridad de cielo y tierra, las cuales avanzaron hacia la botica de García de Paredes, cerrada completamente desde las Ánimas, o sea desde las ocho y media en punto.

—¿Qué hacemos?—dijo una de las sombras en correctísimo gallego.

—Nadie nos ha visto....—observó otra.

—¡Derribar la puerta!—propuso una mujer.

—¡Y matarlos!—murmuraron hasta quince voces.

—¡Yo me encargo del boticario!—exclamó un chico.

—¡De ése nos encargamos todos!

—¡Por judío!

—¡Por afrancesado!

—Dicen que hoy cenan con él más de veinte franceses....

—¡Ya lo creo! ¡Como saben que ahí están seguros, han acudido en montón! —¡ Ah! Si fuera en mi casa! ¡Tres alojados llevo echados al pozo!

—¡Mi mujer degolló ayer a uno!...

—¡Y yo ... (dijo un fraile con voz de figle) he asfixiado a dos capitanes, dejando carbón encendido en su celda, que antes era mía!

—¡Y ese infame boticario los protege!


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Dominio público
8 págs. / 14 minutos / 125 visitas.

Publicado el 3 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

El Año en Spitzberg

Pedro Antonio de Alarcón


Cuento


I

Estoy viendo desaparecer hacia el Mediodía el buque ballenero que me deja abandonado en esta isla desierta, sobre la arena de una playa sin nombre.

¡Heme aquí solo; solo en un ámbito de mil leguas!

Yo amaba a una mujer… El demonio de los celos me mordió el corazón, y he matado a mi rival en desafío… ¡Era un príncipe!

Y el Gobierno ruso me ha condenado a pasar aquí un año… ; es decir, me ha condenado a muerte.

¡Ah! ¿Por qué no me entregó al hacha del verdugo? ¿Por qué hacerme expirar de frío, de hambre, de tristeza, de desesperación, o disputando mi cuerpo al terrible oso blanco, si mi delito no era más que uno?

… … … … … … … … . .

¡Spitzberg!… ¡Estoy en el terrible archipiélago que ninguna raza ha podido habitar!¡Me hallo a los 77 grados latitud Norte, a doscientas sesenta leguas del Polo!

Creo haber oído decir a mis asesinos que esta isla es la del Nordeste, la más meridional del horroroso grupo, la más templada de todas… ¡Cruel compasión… que prolongará algunas horas mi agonía!

Ignoro en cuál de estos témpanos de hielo eterno tiene la Rusia una colonia para la peletería y la pesca de la ballena; pero lo que sí sé es que los colonos emigrarían a la Laponia a fines de Agosto, hace dos meses, y no volverán hasta la primavera… ¡dentro de doscientos cuarenta días!

¡Estoy, pues, solo, sin hogar, sin amparo, sin víveres, sin consuelos!

¡Morir! He aquí mi inevitable y próxima suerte.

Hoy es 17 de Octubre… El frío avanza por el Norte… Dentro de pocos días me helaré, sin remedio.


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Dominio público
14 págs. / 25 minutos / 46 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

El Capitán Veneno

Pedro Antonio de Alarcón


Novela


Al Señor D. Manuel Tamayo y Baus, secretario perpetuo de la Real Academia Española.

Mi muy querido Manuel:

Hace algunas semanas que, entreteniendo nuestros ocios caniculares en esta sosegada villa de Valdemoro, de donde ya vamos a regresar a la vecina corte, hube de referirte la historia de El Capitán Veneno, tal y como vivía inédita en el archivo de mi imaginación; y recordarás que, muy prendado del asunto, me excitaste con vivas instancias a que la escribiese, en la seguridad (fueron tus bondadosas palabras) de que me daría materia para una interesante obra. Ya está la obra escrita, y hasta impresa; y ahí te la envío.—Celebraré no haber defraudado tus esperanzas; y, por sí o por no, te la dedico estratégicamente, poniendo bajo el amparo de tu glorioso nombre, ya que no la forma literaria, el fondo, que tan bueno te pareció, de la historia de mi Capitán Veneno.

Adiós, generoso hermano. Sabes cuánto te quiere y te admira tu afectísimo hermano menor,

Pedro.

Valdemoro, 20 de Septiembre de 1881.

PARTE PRIMERA. HERIDAS EN EL CUERPO

I. UN POCO DE HISTORIA POLÍTICA

La tarde del 26 de Marzo de 1848 hubo tiros y cuchilladas en Madrid entre un puñado de paisanos, que, al expirar, lanzaban el hasta entonces extranjero grito de ¡Viva la República!, el Ejército de la Monarquía española (traído o creado por Ataulfo, reconstituido por D. Pelayo de que a la sazón era jefe visible, en nombre de Doña Isabel II, el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra, D. Ramón María Narváez...

Y basta con esto de historia y de política, y pasemos a hablar de cosas menos sabidas y más amenas, a que dieron origen o coyuntura aquellos lamentables acontecimientos.


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69 págs. / 2 horas, 2 minutos / 496 visitas.

Publicado el 23 de abril de 2016 por Edu Robsy.

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