Textos más populares este mes | pág. 5

Mostrando 41 a 50 de 8.002 textos.


Buscador de títulos

34567

Más Allá del Bien y del Mal

Friedrich Nietzsche


Filosofía


Prólogo

Suponiendo que la verdad sea una mujer—, ¿cómo?, ¿no está justificada la sospecha de que todos los filósofos, en la medida en que han sido dogmáticos, han entendido poco de mujeres?, ¿de que la estremecedora seriedad, la torpe insistencia con que hasta ahora han solido acercarse a la verdad eran medios inhábiles e ineptos para conquistar los favores precisamente de una hembra? Lo cierto es que la verdad no se ha dejado conquistar: —y hoy toda especie de dogmática está ahí en pie, con una actitud de aflicción y desánimo. ¡Si es que en absoluto permanece en pie! Pues burlones hay que afirman que ha caído, que toda dogmática yace por el suelo, incluso que toda dogmática se encuentra en las últimas. Hablando en serio, hay buenas razones que abonan la esperanza de que todo dogmatizar en filosofía, aunque se haya presentado como algo muy solemne, muy definitivo y válido, acaso no haya sido más que una noble puerilidad y cosa de principiantes; y tal vez esté muy cercano el tiempo en que se comprenderá cada vez más qué es lo que propiamente ha bastado para poner la primera piedra de esos sublimes e incondicionales edificios de filósofos que los dogmáticos han venido levantando hasta ahora, —una superstición popular cualquiera procedente de una época inmemorial (como la superstición del alma, la cual, en cuanto superstición del sujeto y superstición del yo, aún hoy no ha dejado de causar daño), acaso un juego cualquiera de palabras, una seducción de parte de la gramática o una temeraria generalización de hechos muy reducidos, muy personales, muy humanos, demasiado humanos.


Leer / Descargar texto

Dominio público
223 págs. / 6 horas, 30 minutos / 7.152 visitas.

Publicado el 28 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Crimen Casi Perfecto

Roberto Arlt


Cuento


La coartada de los tres hermanos de la suicida fue verificada. Ellos no habían mentido. El mayor, Juan, permaneció desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche (la señora Stevens se suicidó entre las siete y las diez de la noche) detenido en una comisaría por su participación imprudente en una accidente de tránsito. El segundo hermano, Esteban, se encontraba en el pueblo de Lister desde las seis de la tarde de aquel día hasta las nueve del siguiente, y, en cuanto al tercero, el doctor Pablo, no se había apartado ni un momento del laboratorio de análisis de leche de la Erpa Cía., donde estaba adjunto a la sección de dosificación de mantecas en las cremas.

Lo más curioso del caso es que aquel día los tres hermanos almorzaron con la suicida para festejar su cumpleaños, y ella, a su vez, en ningún momento dejó de traslucir su intención funesta. Comieron todos alegremente; luego, a las dos de la tarde, los hombres se retiraron.


Leer / Descargar texto

Dominio público
5 págs. / 9 minutos / 619 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2023 por Edu Robsy.

Utopía

Tomás Moro


Filosofía, Política


Libro primero

Plática de Rafael Hitlodeo sobre la mejor de las Repúblicas

El muy invicto y triunfante Rey de Inglaterra, Enrique Octavo de su nombre, Príncipe incomparable dotado de todas las regias virtudes, había tenido recientemente una disputa sobre negocios graves y de grande importancia con Carlos, el poderoso Rey de Castilla, y, para conciliar las diferencias, me mandó Su Majestad como embajador a Flanders, en compañía del sin par Cuthbert Tunstall, a quien el Soberano, con gran contento de todos, acababa de dar el oficio de Guardián de los Rollos. Por temor a que den poco crédito a las palabras que salen de la boca de un amigo, no diré nada en alabanza de la prudencia y el saber de ese hombre. Mas son tan conocidos sus méritos que, si yo pretendiera loarlos, parecería que quisiese mostrar y hacer resaltar la claridad del sol con una vela, como dice el proverbio.

Como se había convenido de antemano, en Brujas encontramos a los mediadores del Príncipe, todos ellos hombres excelentes. El jefe y cabeza de los mismos era el Margrave —como le llaman allí— de Brujas. varón esclarecido; pero el más ilustrado y famoso de éllos era Jorge Temsicio, Preboste de Cassel, eminente jurisconsulto, inteligente y con grande experiencia de los negocios, hombre que, por su saber, y también porque la naturaleza le había hecho ese don, hablaba con singular elocuencia. Celebramos luego un par de conferencias y no pudimos ponernos enteramente de acuerdo sobre ciertas estipulaciones, por lo que ellos se despidieron de nosotros y se marcharon a Bruselas para saber cuál era la voluntad de su Príncipe.

Yo, mientras tanto, me fuí a Amberes, porque así lo requerían mis negocios.


Leer / Descargar texto

Dominio público
115 págs. / 3 horas, 22 minutos / 3.377 visitas.

Publicado el 15 de junio de 2016 por Edu Robsy.

22 maneras de romperme el corazón

Ainhoa Escarti


desamor, amor, prosa, poesía


1. La separación

 

Tras los pasos de fuego

 

 

Salió corriendo como si le quemaran los talones, sus pisadas rápidas dejaban cercos de fuego en el asfalto. Huía. Rauda, veloz y sin mirar atrás para evitar convertirse en estatua de sal. Lo peor era que me abandonaba, desertaba de mí. Seguí sus pasos con la mirada, con mis piernas pegadas al suelo, inmovilizado por el desconocimiento y por esa estupidez innata que me había dado la mano toda mi vida. Escapaba de mí y yo me quedé ahí, sin pensar, sin reaccionar.

Las horas pasaron lentas, podía ver cada grano de arena caer. Los minutos se dilataban en el tiempo en una especie de eternidad vacía en la que ni pensaba ni sentía, solo existía, o quizá suponía que existía.

En casa, mientras pasaban las horas, veía todas sus cosas en los mismos sitios de siempre con su simple cotidianidad. Su carrera se asemejaba a una variedad de espejismo, no había sido cierta. La realidad no podían ser esos talones de fuego quemando asfalto para que nuestra distancia fuera aún mayor.

Los granos de arena del reloj siguieron cayendo, la luz se fue apagando y el día concluyó. No pasó mucho, quizá unas horas, y sonó el teléfono, no era ella. No reconocí aquella voz, por lo menos en los primeros minutos. Sentía que me hablaban, pero un zumbido en los oídos me hizo distanciarme de aquel sonido que seguía sin sonarme. Asentí para que imperara el silencio, y colgué.


Información texto

Protegido por copyright
5 págs. / 9 minutos / 4.328 visitas.

Publicado el 15 de marzo de 2019 por Ainhoa Escarti.

Apología de Sócrates

Platón


Discurso, Filosofía


Yo no sé, atenienses, la impresión que habrá hecho en vosotros el discurso de mis acusadores. Con respecto a mí, confieso que me he desconocido a mí mismo; tan persuasiva ha sido su manera de decir. Sin embargo, puedo asegurarlo, no han dicho una sola palabra que sea verdad.

Pero de todas sus calumnias, la que más me ha sorprendido es la prevención que os han hecho de que estéis muy en guardia para no ser seducidos por mi elocuencia. Porque el no haber temido el mentís vergonzoso que yo les voy a dar en este momento, haciendo ver que no soy elocuente, es el colmo de la impudencia, a menos que no llamen elocuente al que dice la verdad. Si es esto lo que pretenden, confieso que soy un gran orador; pero no lo soy a su manera; porque, repito, no han dicho ni una sola palabra verdadera, y vosotros vais a saber de mi boca la pura verdad, no, ¡por Júpiter!, en una arenga vestida de sentencias brillantes y palabras escogidas, como son los discursos de mis acusadores, sino en un lenguaje sencillo y espontáneo; porque descanso en la confianza de que digo la verdad, y ninguno de vosotros debe esperar otra cosa de mí. No sería propio de mi edad, venir, atenienses, ante vosotros como un joven que hubiese preparado un discurso.

Por esta razón, la única gracia, atenienses, que os pido es que cuando veáis que en mi defensa emplee términos y maneras comunes, los mismos de que me he servido cuantas veces he conversado con vosotros en la plaza pública, en las casas de contratación y en los demás sitios en que me habéis visto, no os sorprendáis, ni os irritéis contra mí; porque es esta la primera vez en mi vida que comparezco ante un tribunal de justicia, aunque cuento más de setenta años.


Leer / Descargar texto

Dominio público
35 págs. / 1 hora, 2 minutos / 4.499 visitas.

Publicado el 15 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Cuentos

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


A lo Vivo

Era un pueblecito rayano, Ribamoura, vivero de contrabandistas, donde esta profesión de riesgo y lucro hacía a la gente menos dormida de lo que suelen ser los pueblerinos. Abundaban los mozos de cabeza caliente, y se desdeñaba al que no era capaz de coger una escopeta y salir a la ganancia.

Las mujeres, vestidas y adornadas con lo que da de sí el contrabando, lucían pendientes de ostentosa filigrana, patenas fastuosas, pañuelos de seda de colorines; en las casas no faltaba ron jamaiqueño ni queso de Flandes, y los hombres poseían armas inglesas, bolsas de piel y tabaco Virginia y Macuba. Al través de Portugal, Inglaterra enviaba sus productos, y de España pasaban otros, cruzando el caudaloso río.

Algunos días del año se interrumpía el tráfico y la industria de Ribamoura. El pueblo entero se congregaba a celebrar las solemnidades consuetudinarias, que servían de pretexto para solaces y holgorio. Tal ocurría con el Carnaval, tal con la fiesta de la Patrona, tal con los días de la Semana Santa. A pesar de ser éstos de penitencia y mortificación, para los de Ribamoura tenían carácter de fiesta; en ellos se celebraba, en la iglesia principal, espacioso edificio de la época herreriana, la representación de la Pasión, con personajes de carne y hueso, y encargándose de los papeles gente del pueblo mismo.

Venido de Oporto, un actor portugués, con el instinto dramático de la raza, organizaba y dirigía la representación; pero sin tomar parte en ella. Esto se hubiese considerado en Ribamoura irreverente. «Trabajaban» por devoción y por respeto tradicional a los misterios redentores; pero nunca hubiesen admitido a nadie mercenario, ni tolerado que hiciese los papeles nadie de mala reputación. Gente honrada, aunque contrabandease; que eso no deshonra. Ni por pecado lo daban en el confesionario los frailes.


Leer / Descargar texto

Dominio público
2.814 págs. / 3 días, 10 horas, 6 minutos / 6.447 visitas.

Publicado el 10 de mayo de 2021 por Edu Robsy.

El Demonio de la Perversidad

Edgar Allan Poe


Cuento


Al examinar las facultades é inclinaciones, — móviles primordiades del alma humana, — los frenólogos han dejado de enumerar una tendencia que, aunque visiblemente existe como sentimiento primitivo, radical é indestructible, no ha sido tampoco enumerada por ninguno de los moralistas que han precedido á aquellos. Todos, en la infatuacion completa de la razon, nos hemos olvidado de ella. Hemos consentido que su existencia se ocultase á nuestros ojos solo por falta de creencia, — de fé, — otra fuese la fé fundada en la revelacion ó ya en la cábala. Su idea no nos ha ocurrido jamás por efecto simplemente de su carácter especial.


Leer / Descargar texto

Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 4.049 visitas.

Publicado el 21 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Alicia en el País de las Maravillas

Lewis Carroll


Cuento infantil, novela infantil


Prefacio

En el dorado anochecer
bogamos lentamente;
los brazos siéntense ceder
al remo débilmente.
¡Qué dichoso desfallecer
las manos sin oriente!

Y qué implacable triple voz
suena en el dulce olvido
pidiendo extrañas invenciones,
de quieto y lírico sentido.
¿Cómo callar indiferente
sintiendo su latido?

Dice apremiante la primera
voz que comience el cuento,
la segunda no nos reclama
lógica de argumento,
y nos acucia la tercera
con anheloso acento.

¡Oh, qué silencio más profundo
se impone a todo ruido!
Es la tierra un maravilloso
país desconocido,
lleno de seres que convierten
en real lo fingido.

Cuando la fuente imaginaria
se agota en la inventiva
y a los cristales del ensueño
la luz se les esquiva:
«¡Siga el cuento —claman los seres—
que tanto nos cautiva!»

Así el país maravilloso
sobre el yunque del yo.
episodio tras episodio,
su leyenda forjó,
y al ocaso, un mundo de amigos
el alma nos pobló.

Recibe, Alicia, este pueril
libro con mano tierna
y ponlo allí donde la infancia
salva la vida interna,
como el ferviente peregrino
guarda una flor eterna.

1. En la madriguera

Alicia empezaba a sentirse cansadísima de estar sentada en un margen, al lado de su hermana, sin saber qué hacer: por dos veces había atisbado el libro que ella leía, pero era un libro sin grabados, sin diálogo, y «¿de qué sirve un libro —se dijo Alicia— si no tiene diálogo ni grabados?».

Y de la mejor manera que le permitían la somnolencia y el atontamiento en que la había sumido el calor de aquella jornada, consideraba en su fuero interno si valdría la pena entretenerse en arrancar margaritas por el gusto de hacer una cadena con ellas, cuando de pronto saltó a su lado un Conejo Blanco de ojuelos encarnados.


Leer / Descargar texto

Dominio público
89 págs. / 2 horas, 37 minutos / 1.456 visitas.

Publicado el 27 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Los Hermanos Karamazov

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


A Ana Grigorievna Dostoiewski

«En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo caído en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, produce fruto.»

— San Juan 12, 24—25

PREFACIO

Al abordar la biografía de mi héroe, Alexei Fiodorovitch, experimento cierta perplejidad: aunque le llamo «mi héroe», sé que no es un gran hombre. Por lo tanto, se me dirigirán sin duda preguntas como éstas: «¿Qué hay de notable en Alexei Fiodorovitch para que lo haya elegido usted como héroe? ¿Qué ha hecho? ¿Quién lo conoce y por qué? ¿Hay alguna razón para que yo, lector, emplee mi tiempo en estudiar su vida?»

La última pregunta es la más embarazosa, pues la única respuesta que puedo dar es ésta: «Tal vez. Eso lo verá usted leyendo la novela.» ¿Pero y si, después de leerla, el lector no ve en mi héroe nada de particular? Digo esto porque preveo que puede ocurrir así. A mis ojos, el personaje es notable, pero no tengo ninguna confianza en convencer de ello al lector. Es un hombre que procede con seguridad, pero de un modo vago y oscuro. Sin embargo, resultaría sorprendente, en nuestra época, pedir a las personas claridad. De lo que no hay duda es de que es un ser extraño, incluso original. Pero estas características, lejos de conferir el derecho de atraer la atención, representan un perjuicio, especialmente cuando todo el mundo se esfuerza en coordinar las individualidades y extraer un sentido general del absurdo colectivo. El hombre original es, en la mayoría de los casos, un individuo que se aísla de los demás. ¿No es cierto?


Leer / Descargar texto

Dominio público
956 págs. / 1 día, 3 horas, 54 minutos / 3.051 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Edipo Rey

Sófocles


Teatro, Tragedia


Personajes

EDIPO
CREÓN
EL GRAN SACERDOTE
TIRESIAS
YOCASTA
EL CRIADO DE LAYO
UN MENSAJERO
UN OFICIAL DE EDIPO
EL CORO, compuesto de ancianos tebanos.

Acto primero

Escena I

EDIPO. El GRAN SACERDOTE. El Coro

Edipo:
Nuevos retoños del antiguo Cadmo, hijos míos. ¿Qué motivo os obliga a venir así a prosternaros en los escalones de este palacio, llevando en la mano las ramas reservadas para los suplicantes? El humo del incienso, los cantos lúgubres, los lamentos resuenan en toda la ciudad.

No os he enviado a nadie, he venido yo mismo, hijos míos, a informarme del motivo de vuestras quejas; sí, Edipo, tan loado en toda Grecia, viene a escucharos. Hablad, pues, ¡oh, anciano! ya que a vos os cuadra explicaros por ellos. ¿Qué temor, qué esperanza os han reunido en este sitio? Contad con el deseo que tengo de auxiliaros. Sería yo insensible si no estuviera conmovido por el estado suplicante en que os veo.


Leer / Descargar texto

Dominio público
44 págs. / 1 hora, 17 minutos / 2.142 visitas.

Publicado el 9 de junio de 2016 por Edu Robsy.

34567