Descargar PDF «Chaymanta Huayñuy», de Abraham Valdelomar

Cuento


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  Cuento.
11 págs. / 19 minutos / 22 KB.
1 de mayo de 2020.


Fragmento de Chaymanta Huayñuy

–En nombre del Hijo del Sol, haced justicia soldados, a los enemigos del Imperio.

Ella me dijo:

–Chasca, ¡Chasca, Chasca! Ámame más, ámame una vez aún. Aunque después arrojes mi cuerpo al río o me dejes en la roca para que los cóndores se ceben, aunque cojas mis cabellos para tus trofeos y mi piel para tus tambores y mis dientes para tus amuletos, ámame, ámame una vez más, ámame más...

Y se colgó a mi cuello y sonidos inarticulados y roncos salían de su garganta fuerte y sus labios quemaban y estaban secos y sus ojos ardían con una extraña llama. Yo cedí y otra vez nos perdimos en el bosquecillo. ¡Ah, Sumaj, ningún amor fue más fuerte que mi amor, que aquel amor! Nadie en el Imperio ha amado como yo amé a mi reina. Yo sabía que cuando la dejase su cuerpo sacrificado iría despeñándose desde lo alto hasta el río; sabía que su cabeza sería cortada y que sus duros senos se tornarían flácidos y serían devorados por los peces y los cóndores, y que nunca más volvería a sentir su aliento cálido cerca del rostro. Y ella jamás me amó como en aquella póstuma vez, con aquel amor de sangre y muerte, porque era salvaje, porque bebía sangre caliente, porque comía peces crudos, porque aquel era su último amor de reina y su último beso de mujer. Volvimos del bosque sin decir palabra y ella, tranquila, muy grave, desnudóse de sus atavíos y entregó su cuerpo a los soldados. Entonces los puñales blancos hincaron suavemente, voluptuosamente, sus agudas puntas en la piel dura y elástica como un momento antes lo hicieran mis manos convulsas de amor. Los tres puñales señalaron la garganta, el seno y el vientre y fueron hundiéndose, lenta y trágicamente sobre las carnes amadas, en tanto que ella me miraba con amor y me decía con vehemencia:


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