Descargar edición dislexia del libro «El Caballero Carmelo y Otros Cuentos», de Abraham Valdelomar

Cuento


Descargar gratis el libro «El Caballero Carmelo y Otros Cuentos» de Abraham Valdelomar en una edición especial que facilita la lectura a personas con dislexia.

Esta edición especial del ebook gratuito del libro de Abraham Valdelomar «El Caballero Carmelo y Otros Cuentos» utiliza la fuente OpenDyslexic, que mejora la experiencia de lectura por parte de personas que padecen de dislexia. Esta edición se puede leer desde cualquier dispositivo: ordenadores, tablets y smartphones. También permite su impresión en papel para disponer de una edición física.

Este texto, publicado en 1918, está etiquetado como Cuento.


  Cuento.
128 págs. / 3 horas, 44 minutos / 502 KB.
12 de mayo de 2020.


Fragmento de El Caballero Carmelo y Otros Cuentos

–¡Ha enterrado el pico, señores!

Batió las alas el vencedor. Aplaudió la multitud enardecida, y ambos gallos, sangrando, fueron sacados del ruedo. La primera jornada había terminado. Ahora entraba el nuestro: el “Caballero Carmelo”. Un rumor de expectación vibró en el circo:

–¡El Ajiseco y el Carmelo!

–¡Cien soles de apuesta!…

Sonó la campanilla del juez y yo empecé a temblar.

En medio de la expectación general, salieron los dos hombres, cada uno con su gallo. Se hizo un profundo silencio y soltaron a los dos rivales. Nuestro Carmelo, al lado del otro, era un gallo viejo y achacoso; todos apostaban al enemigo, como augurio de que nuestro gallo iba a morir. No faltó aficionado que anunció el triunfo del Carmelo, pero la mayoría de las apuestas favorecía al adversario. Una vez frente al enemigo, el Carmelo empezó a picotear, agitó las alas y cantó estentóreamente. El otro, que en verdad parecía ser un gallo fino de distinguida sangre y alcurnia, hacía cosas tan petulantes cuan humanas: miraba con desprecio a nuestro gallo y se paseaba como dueño de la cancha. Enardeciéronse los ánimos de los adversarios, llegaron al centro y alargaron sus erizados cuellos, tocándose los picos sin perder terreno. El Ajiseco dio la primera embestida; entablóse la lucha; las gentes presenciaban en silencio la singular batalla y yo rogaba a la Virgen que sacara con bien a nuestro viejo paladín.


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