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—¡Cucuricú, Gallito de la cresta de oro! Mira por la ventana y te daré un guisante y otras semillas.
El Gallo se puso a pasearse por la cabaña sin responder a la Zorra; entonces ésta repitió la misma canción y le echó un guisante por la ventana. El Gallo se lo comió y dijo a la Zorra:
—No, Zorra, no me engañas; lo que tú quieres es comerme sin dejar ni siquiera los huesos.
—¿Pero por qué te figuras que yo te quiero comer? Lo que quiero es que vengas a mi casa para hacerme una visita, presentarte a mis hijas y regalarte como te mereces.
Y otra vez se puso a cantar con una voz muy suave:
—¡Cucuricú, Gallito de la cresta de oro y cabecita de seda! Mira por la ventana; así como te di un guisante te daré también semillas.
El Gallo asomó la cabeza por la ventana y la Zorra lo cogió con sus patas y se lo llevó a su choza.
El Gallo, asustado, se puso a dar grandes gritos:
—¡Socorro! La Zorra me ha cogido y me lleva por bosques oscuros, valles profundos y altos montes. ¡Gatito, compañero mío, socórreme!
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Publicado el 12 de agosto de 2016 por Edu Robsy.