Seis Fósforos

Aleksandr Grin


Cuento


I
II
III

I

Estaba anocheciendo. La tormenta se había aplacado, pero las olas todavía no habían tomado aquel aspecto pintoresco que nos provoca un sentimiento protector hacia el mar cuando, acostados en la costa, miramos su verde profundidad. Entre las enormes y temibles masas de agua negra se divisaba una cavidad con un brillo vidrioso, que al mismo momento que uno la notaba subía a la altura de un edificio de tres plantas.

Dentro de la multitud de estas masas de agua daba vueltas un bote en que navegaban dos personas.

El que estaba remando tenía la cabeza descubierta; su cara era ruda y afilada, estaba descalzo y vestía harapos. El viento hacía llorar sus ojos enrojecidos; su cuello y su cara, ennegrecidos por las adversidades, estaban cubiertos por una pelusa sucia. Su cabeza, de pelo largo como el de una mujer, estaba amarrada con un pañuelo, manchado en la sien por sangre seca. Remaba echando el cuerpo completo hacia atrás y cerrando los ojos. Cuando se inclinaba para adelante levantando los remos, los volvía abrir. Siguiendo la dirección de su mirada fija se podía adivinar que el hombre estaba mirando el cajón estanco de la borda.

El segundo hombre estaba sentado al timón, controlando los movimientos del bote con toda su atención concentrada en no dejar que la corriente feroz del agua le arrancara de las manos la caña del timón que estaba temblando sin cesar, igual que temblaban sus manos por el gran esfuerzo. Este hombre estaba vestido, o mejor dicho, desvestido, más o menos igual que el otro, con la diferencia de que él, además de la ropa interior, rota en la espalda y los brazos, tenía puesto un pantalón curtido, amarrado con unos pedazos de alambre doblado. Su largo pelo negro le golpeaba los ojos, su mirada era algo más consciente que la de su compañero de desventura. Su cara estaba hinchada; a través de su piel, muy tostada por el sol, se traslucía un gran agotamiento. La barba y el bigot

Fin del extracto del texto

Publicado el 20 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
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