Enviar a Kindle «La Garduña de Sevilla y Anzuelo de las Bolsas», de Alonso de Castillo Solórzano

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  Novela.
221 págs. / 6 horas, 28 minutos / 246 KB.
3 de septiembre de 2018.


Fragmento de La Garduña de Sevilla y Anzuelo de las Bolsas

La ociosidad, fundamento para todo vicio, brindó á Trapaza para que volviese á ejercitar el juego, piélago donde tantas haciendas y honras se van á pique; comenzó por un entretenimiento, desmandándose de allí á pocos días á mayores excesos, de suerte que, por desquitar pérdidas que no eran considerables, hizo otras de mayor consideración: faltábanle algunas joyas á Estefanía con que conoció ser el autor de su pérdida su marido; lloró y riñó todo á un tiempo; propuso Trapaza la enmienda, pero no la hizo; pues en cuatro años que continuó el jugar, ya no había estaca en pared, como dicen: faltando el dinero y llegada la necesidad, era forzoso haber muchos disgustos, que éstos vienen á ser los efectos del juego; habíase puesto en astillero de honrado ciudadano Trapaza, desconocido de los tiempos que Sevilla le conoció más mozo, con las muchas canas que tenía; y en lo que se enmendó fué en no tratar más de embelecos, como antes, con ofrecerse mil necesidades: bien quisiera que Estefanía tratara de algún verdor, á costa de su opinión; mas veíala tan mujer de bien, que no se lo atrevió á decir, porque ella sólo trataba de asistir á su labor y criar su hija, que ya era de doce años, y la ayudaba, aunque poco inclinada á recogimiento, por ser muy amiga de la ventana. Su madre andaba con tanto disgusto con los desórdenes de Trapaza, que no cuidaba con el amor que á la hija tenía de reprenderla: culpa de muchas madres, que por tener omisión en esto, ven por sus casas muchas desdichas.


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