Arthur

Alphonse Daudet


Cuento


Hace unos años, viví en un pequeño edificio en los Campos Elíseos, en el pasaje de las Doce Casas. Imagínense un rincón de arrabal perdido, escondido en medio de esas grandes avenidas aristocráticas, tan frías, tan tranquilas que parece que sólo se pasa por ellas en coche. No sé qué capricho de propietario, qué manía de avaro o de viejo dejaba pervivir así en el corazón de aquel bello barrio aquellos terrenos baldíos, aquellos jardincillos mohosos, aquellas casas blancas construidas de través, con escalera exterior y terrazas de madera llenas de ropa tendida, de jaulas de conejos, de gatos flacos, de cuervos domesticados. Allí había parejas de obreros, de pequeños rentistas, algunos artistas —se les encuentra por todas partes donde aún quedan árboles— y, finalmente, dos o tres casas amueblabas de aspecto sórdido, como manchadas por generaciones de miseria. A su alrededor, todo el esplendor y el ruido de los Campos Elíseos, el fragor continuo de vehículos, el tintineo de arneses y de pasos vivarachos, puertas cocheras pesadamente cerradas, calesas que estremecen los porches, pianos amortiguados, violines de Mabille, un horizonte de grandes edificios mudos de ángulos redondeados, con sus cristales matizados por cortinas de seda clara y sus altos espejos sin azogue, donde se yerguen los dorados de los candelabros y las flores exóticas de las jardineras.

Aquella calleja oscura de las Doce Casas, sólo iluminada por una farola al final, era como los bastidores del bello decorado circundante. Todo cuanto llevaba lentejuelas en aquel lujo venía a refugiarse allí: galones de librea, trajes de payaso, toda la bohemia de palafreneros ingleses, de escuderos del Circo, los dos menudos postillones del Hipódromo con sus poneys gemelos y sus anuncios, el coche de las cabras, los títeres, las vendedoras de barquillos y todas las tribus de ciegos que regresaban por la noche, cargados con sus sillas plegables, sus acordeones y sus p

Fin del extracto del texto

Publicado el 14 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
Leído 5 veces.