El Señor Achille

Alphonse Daudet


Cuento


Las campanas de las fábricas dan las doce; los grandes patios silenciosos se inundan de ruido y movimiento. La señora Achille deja su labor, se separa de la ventana junto a la que estaba sentada y se dispone a poner la mesa. El hombre va a subir a almorzar. Trabaja ahí al lado en los grandes talleres acristalados que se ven repletos de piezas de madera, y donde cruje de la mañana a la noche la maquinaria de los serradores… La mujer va y viene de la habitación a la cocina. Todo está limpio, todo reluce en este interior de obrero. Pero la desnudez de aquellas dos pequeñas habitaciones es más patente en la inmensa claridad de la quinta planta. Se ven las copas de los árboles, las colinas de Chaumont en lo más alto y, aquí y allá, largas chimeneas de ladrillo ennegrecidas en los bordes, siempre activas. Los muebles están encerados, pulidos. Datan de la fecha de su boda, como aquellos dos racimos de fruta de cristal que adornan la chimenea. No han comprado nada después porque, mientras que la mujer le daba valientemente a la aguja, el hombre derrochaba su jornal fuera. Todo lo que ella ha podido hacer, ha sido cuidar, conservar lo poco que tenían.

¡Pobre señora Achille! Una más que ha tenido problemas en su matrimonio. Los primeros años sobre todo fueron muy duros. Un marido mujeriego, borracho; sin hijos, obligada por su oficio de costurera a vivir siempre encerrada, siempre sola en el silencio y el orden monótono de una casa sin niños donde no hay pequeñas manos para enredar los ovillos, ni pequeños pies para hacer polvo y dar pasitos. Era esto sobre todo lo que la entristecía, pero como era animosa, se había consolado trabajando. Poco a poco el movimiento rítmico de la aguja calmó su pesar, y la íntima satisfacción del trabajo acabado, de un minuto de descanso al final de la jornada de esfuerzo, le hacía las veces de felicidad. Además, al ir envejeciendo, el señor Achille ha cambiado bastante. Sigue bebiendo más de l

Fin del extracto del texto

Publicado el 14 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
Leído 5 veces.