Enviar a Kindle «Romancero Selecto del Cid», de Anónimo

Poesía, Romance


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  Poesía, Romance.
108 págs. / 3 horas, 9 minutos / 189 KB.
12 de marzo de 2022.


Fragmento de Romancero Selecto del Cid

Los demás romances de esta colección son de los que se llamaron nuevos y que la crítica ha denominado artísticos.

No diremos de ellos lo que dijo Marcial de sus epígramas, pero no cabe duda en que los hay medianos y algunos maleados en sumo grado por los vicios á que propende este género, es decir, la afectación de antigüedad en el lenguaje y el abuso de una fecundidad razonadora y palabrera. No obstante, en general puede afirmarse que son bien hechos y de agradable lectura y se ve que los poetas no sólo atendían al lucimiento de su ingenio, sino que miraban con cierto respeto y seriedad el asunto. Algunos particularmente son verdaderas joyas del arte; tales como el 2, Cuidando Diego Laínez, donde con tanta viveza y maestría se expone la prueba que hace de sus hijos el sucesor de Laín Calvo; el 5, Llorando Diego Laínez de tan dramático efecto; los 10, Á Jimena y á Rodrigo y 11, Á su palacio de Burgos, recomendables por su gracia y por la viveza (ya que no por la exactitud arqueológica) de sus descripciones; el 12, Domingo por la mañana que parece hecho para competir con el 11; el 20, En los solares de Burgos y 21, Pidiendo á las diez del día, notables, según observación de Federico Schlegel, por su delicada ironía; el 22, Salió á misa de parida, modelo acaso del 12 y que emula si no vence á los 10 y 11; los 23, Acababa el rey Fernando, y 24, Atento escucha las voces, tan preciosos en su género que no hemos podido desecharlos, á pesar de ofrecer el mismo argumento que dos bellísimos primitivos; el 41, El hijo de Arias Gonzalo, modelo de sentimientos caballerescos y de elegante sencillez; el 49, Fablando estaba en el claustro que forma un cuadro completo en que parece adivinarse la decoración románica; el 67, Victorioso vuelve el Cid que tan bizarra apostura y tan discretas razones atribuye al héroe; el 70, Acabado de yantar que con bien escogidos toques cómicos pinta la cobardía de los infantes; el tan sentido 78, Al cielo piden justicia; el 82, Recibiendo el alborada que participa de la gala de los moriscos, etc.—Dígase lo que quiera, pero algo han de tener estas composiciones, cuando muchos de sus versos quedan perennemente grabados en la memoria de quien los leyó y saboreó en edad temprana.


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