Libro gratis: El Maestro de Hacer Cucharas
de Antonio de Trueba


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Cuento


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El Maestro de Hacer Cucharas

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Fragmento de «El Maestro de Hacer Cucharas»

El maestro de hacer cucharas llegó á la portería del convento, y en lugar de preguntar si podía ver al Padre Guardián, dijo al portero:

—Hermano, avise al Padre Guardián que un escultor desea hablarle.

El convento se alborotó al saber que un escultor había llegado á la portería, y el Guardián, lleno de gozo, se apresuró á ordenar que le condujeran á su celda.

Para que se comprenda mejor aquel alboroto y aquel gozo, hay que explicar más por menor lo que pasaba con el tronco del peral caído. En aquel tronco, no veía ya la Comunidad un tronco de árbol; que veía un glorioso San Cristobal hecho y derecho, alto y fornido como un Goliat, con un bastón como el muslo de un hombre de grueso en la mano, y con un Niño Jesús como un serafín en el hombro.

Un lego, á quien por lo decidor, discreto y sentencioso llamaban el hermano Séneca, y consultaba la Comunidad en los casos graves, se dejó decir un día que en todo madero y en toda piedra había un santo, y toda la habilidad del escultor se reducía á saber sacarle del madero ó de la piedra. Como el Padre Guardián había decidido que el santo que se sacase del tronco del peral fuese el glorioso San Cristobal, de quien era muy devoto, y de esta devoción participaba toda la Comunidad, toda la Comunidad vió desde entonces mentalmente en el tronco del peral, no un tronco, sino una perfecta imagen del glorioso San Cristobal tal como lo he descrito. Así era que todos los religiosos veneraban ya aquella imagen, inclinándose devotamente al pasar por delante de ella, como se inclinaban al pasar por delante de la de San Francisco que estaba en la iglesia, oculta tras una cortina. La única diferencia que los buenos religiosos encontraban entre la imagen de San Cristóbal y la de San Francisco, consistía en las cortinas que las ocultaban. La que ocultaba á la imagen de San Francisco era de seda, y cualquiera la podía descorrer, y la que ocultaba á la imagen de San Cristobal era de madera, y sólo la podía descorrer un escultor.


18 págs. / 32 minutos.
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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.


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