Buenos Aires en el Año 2080

Historia verosímil

Aquiles Sioen


Novela corta, ciencia ficción



Dedicatoria

AL SEÑOR DON ANTONINO CAMBACERES

PRESIDENTE DE LA ADMINISTRACION DEL FERRO-CARRIL DEL OESTE

Señor:

Este librito, en el que, á la manera de Julio Verne, de Mery y del autor anónimo de la batalla de Dorking, se hace un bosquejo del Porvenir que espera á vuestra República, no podía ménos que dedicarse á un gran Administrador, á un Político prudente, honrado y liberal; en fin, á un amante apasionado del Progreso bajo todas sus formas.

Hé ahí, en verdad, las cualidades que habrán de sobresalir en vuestros hombres de Estado, si desean asegurar para la Patria Argentina la prosperidad que, sin temor de equivocarme, se la puede augurar, y que yo le deseo con todo mi corazon.

¿Quién, sinó vos, podría ser más acreedor á mi preferencia, Señor? Este librito podrá elevarse hasta los astros, si os dignais aceptar su dedicatoria, si el público le concede una pequeña parte de la merecida popularidad y de la alta consideracion con que os rodea.

Dignaos admitir, Señor, con la seguridad de mi gratitud, la de mi profunda consideracion.

A. Sioen.

Buenos Aires, Julio 23 de 1879.


* * *
 

Señor Don Aquiles Sioen:

Presente.

Distinguido Señor:

Carezco absolutamente de los méritos que V. tiene la bondad de atribuirme. Acepto, no obstante, gustoso, la dedicatoria de su libro, pero sólo como una prueba de la benevolencia que V. me manifiesta.

Buenos Aires en el año 2080: hé ahí, sin duda, un vastísimo tema de estudio, el que, seguro estoy, ha de ser tratado por V. con el distinguido talento de escritor que le caracteriza.

Con toda consideracion me digo de V. atento S. S.

Buenos Aires en 2080

Qué es esto?

Qué significa este título?.....

¡Ay mis lectores amados, lo primero que ha de mortificar á ustedes, como á nosotros es, saber que, para aquel año, ni nuestro polvo conservará ya la tierra en su regazo, porque ni eso querria Dios que haya quedado bajo de tierra, para no estorbar.

Buenos Aires en 2080, es simplemente un libro que llevará ese título.

Su autor es el señor A. Sioen, distinguido periodista francés, que hace algunos meses se halla entre nosotros.

A pesar de haber venido muy recomendado á personajes altamente colocados de nuestro pais, él, por un rasgo de modestia de los que no comprendemos, ha permanecido callado, sin hacerse conocer, consagrado al estudio del idioma español y del pais que ha venido á visitar.

Hombre de claro talento, instruccion y observador, ha escrito un libro, al que ha dado el título que lleva este artículo, y el que nos hace suponer que el atrevido viajero del pensamiento, no satisfecho con el espectáculo que hoy le presenta la bulliciosa y alegre Buenos Aires del 79, se ha ido hasta el año 2080, suponiendo, ideando, imaginando lo que será en aquella época remota.

Estas cosas son muy propias del vuelo pintoresco y caprichoso de la imaginacion francesa, esa aurora eterna que brilla sobre los mundos, como el faro que conduce á la humanidad á la conquista definitiva de sus grandes destinos.

Bien venido sea el libro del ilustrado y simpático escritor francés, señor Sioen!

Ya está en prensa, y ha tenido la feliz idea de dedicarlo al hijo del francés mas querido y respetado que habitó estos paises: á don Antonino Cambaceres!

Bajo la sombra que dá ese árbol, el interés que despertará el libro, y la proteccion de la prensa, hará camino.

Lo garantimos, saludando desde ya á su autor, que es nuestro colega en esta gran campaña de la prensa militante.

Hector F. Varela.

I

El 15 de Octubre del año de gracia 2080, á las nueve de la mañana, Dn. Pedro, Gobernador de la Provincia de Coluguape, en la Patagonia Central, recibió de Buenos Aires el despacho telegráfico siguiente:—"Ministro Obras Públicas espera esta noche á su hijo Enrique."

Dn. Pedro llamó á este, le echó su bendicion y le dijo:

—Tienes veinticinco años, has descubierto cerca de la Rioja una mina de cobre que asegura tu fortuna, te he asociado á mis trabajos administrativos desde que saliste del Ateneo Argentino; es preciso ahora que viajes para completar tu instruccion, y que te cases para que seas virtuoso. El Ministro te llama, vé, y que Dios te bendiga.

Pocos instantes despues, Enrique, seguido de Bonifacio, su fiel sirviente, y munido de una carta de recomendacion para Don Sebastian, diputado por la Provincia, se hallaba en la estacion de San Cristobal, capital de Coluguape.

Los dos viajeros llevaban el traje de la época: un dolman de crespó de Córba, unas bragas con mil pliegues, un chambergo flexible, de anchas alas, adornado con una pluma de Carancho, y al hombro un albornoz árabe, todo ello segun el último figurin del Diario de Modas de Buenos Aires "La Familia", cuya publicacion cuenta ya más de dos siglos.

La orquesta, colocada á la cabeza del convoy eléctrico, ejecutó una breve clarinada y el tren partió como una flecha.

Apresurémonos á decir que la línea Sud-Americana que atraviesa toda la República Argentina, y que vá del Estrecho de Magallanes á Rio-Janeiro, pasando por Buenos Aires y la Asuncion, es una de las mejores del mundo. La velocidad media es de 360 kis por hora. Antes se decía Kilómetro, hasta que el ilustre matemático Inglés Fletcher hubo demostrado que, en este siglo de viajes, un hombre, de edad de ochenta años, había perdido tres de su vida por decir kilómetro, palabra que se hizo tan usual desde que se adoptó el sistema métrico Francés por todos los pueblos del orbe. Los sábios Chinos miden la distancia por , desde tiempo inmemorial.

El convoy de la línea Sud-Americana arrebata en su vuelo, á impulsos de la electricidad, cinco mil viajeros. Un lindo corredor acapullado lo atraviesa en toda su longitud y comunica, por intérvalos, con varias piezas notoriamente indispensables, visto el estado de nuestra civilizacion: una sala para baños, una biblioteca, una capilla, un gabinete de lectura, un salon de juego, un teatro, una fonda, un café. Hay tambien dos bazares de toilette ó tocador en donde viajeros y viajeras hallan toda clase de trages y otros artículos necesarios, lo que dispensa de llevar, como sucedía antes, esos bagajes tan pesados llamados baules, cajas y cajones, sombrereras, cartones etc., etc.

Tocante al servicio de sus empleados, cumplen con él con tanta amabilidad y modales tan finos, que el proverbio: "Cortés como un empleado del Ferro-Carril Sud-Americano", se ha introducido en la lengua de todos los pueblos. Debemos, á fuer de verídicos, agregar que esta cortesía, no tan sólo se halla en las líneas de los Ferro-Carriles, sinó que tambien la vemos en los empleados de todas las Administraciones del servicio público: en las oficinas de los Ministerios, por do quier, los visitantes reciben una acogida amable y solícita.

Mientras se paseaba por los vestíbulos, Enrique se fijó en una jóven de estremada hermosura, y, siendo el amor el único antídoto contra el fastidio consiguiente á los largos viajes, se enamoró de ella electricamente: las pasiones al vapor concluyeron su época!

Esta viajera se llamaba Primavera. Viajaba sola, segun es práctica de las jóvenes doncellas de alta alcurnia, pero, segun costumbre, tambien se hallaba bajo la proteccion de todos los ancianos del convoy. ¡Ay de aquél que intentara causar la más leve alarma á una muger que viaja sola! Se le aplicarian los castigos mas severos del Código penal.

Las Cámaras de este país han prestado grandes servicios, no sólo á su pátria, sinó tambien á la humanidad entera, al redactar, aplicar y publicar el nuevo Código Argentino, resúmen de estensos y sérios estudios hechos acerca de las reformas reclamadas por el Comercio, la Administracion y las costumbres del pueblo al empezar el siglo vigésimo primero. Ellas hicieron, sobre todo, un excelente uso de su autoridad soberana al poner á la mujer bajo la proteccion de todos, y principalmente al tomar las medidas más ingeniosas para popularizar el matrimonio y suprimir el celibato.

Estos sábios legisladores comprendieron muy bien que, en el estado actual de la civilizacion, el celibato era una azote más terrible que la antigua peste de que nos halla la historia. Impedir el nacer es un homicidio en masa cometido por la sociedad. En 1879, por ejemplo, cuando la América del Sur se hallaba casi desierta, y no hacía esfuerzo alguno para poblarse, el celibato podia ser una profesion admitida, una especie de bajalicato cristiano; pero hoy... ya es otra cosa. Hemos tenido que poblar, hacer salubre y fértil el terreno de nuestras provincias, desde Jujuy hasta Magallanes; este inmenso trabajo no podia confiarsele á solteros. No se les ha dejado ninguna escusa á esos zanganos de las antiguas civilizaciones; nuestras opulentas compañias de Ferro-Carriles y Crédito Territorial, al hacer concesiones de terreno y dotes en dinero á los matrimonios pobres, han hecho que el celibato sea un vicio imposible en el año 2080.

La relajacion de costumbres, entre los antiguos, ha retardado dos siglos el progreso de la verdadera civilizacion. Los cronistas del siglo XIX nos dan mucho que pensar acerca de lo que podría ser aquella, cuando nos refieren lo que sucedía entonces en el barrio más elegante y más concurrido de la ciudad: cuando las mugeres más honestas, las jóvenes más puras, no podian atravesar las calles Florida y Victoria sinó pasando bajo el fuego de las miradas de la juventud dorada de aquella época, y teniendo á menudo que oir dichos picarescos ó impertinentes á ellas dirijidos.

Era de buen tono, en aquellos tiempos, segun parece, entre nuestra juventud Porteña elegante, reunirse á ciertas horas del dia y de la noche á lo largo de las aceras, en los ángulos de las puertas, á la entrada de las tiendas en boga, y allí, en una postura provocativa, con el cigarro ó el cigarrillo en los lábios, la chuscada en la boca, lanzar miradas atrevidas y desvergonzadas á las infelices mugeres que pasaban, tanto jóvenes como viejas, ricas ó pobres, casadas ó solteras, honradas ó nó, cualquiera que fuese su condicion ó estado.

Nada diré de las óperas, ni de las óperas cómicas, ni de las operetas que hacian las delicias de aquellos tiempos, pero tengo empeño en citar un ejemplo de la literatura dramática, que, en el primer Teatro del pueblo más civilizado del mundo, era entonces aplaudido por lo selecto entre los hombres de talento.

Uno de los más ilustres poetas se atrevió á poner en escena á un joven abogado que, loco de alegría por sus triunfos obtenidos en el foro, al dirigir la palabra á su legítima esposa, le decía, en un momento de expansion y ternura:

"¡Podremos permitirnos el lujo de un hijo!"

Estas palabras bastan por sí solas para iluminar con luz siniestra los tristes misterios de los aposentos conyugales, y darnos la clave de la crísis de despoblacion que pesaba sobre el antiguo mundo Europeo.

¡Qué época, que costumbres! ô tempora! ô mores!

Pero entremos de nuevo en el convoy Sud-Americano para estudiar y admirar nuestras costumbres modernas y enorgullecernos del progreso conquistado.

II

Enrique arrancó una flor de Granado en el jardin del convoy, se la ofreció respetuosamente á la jóven, y esta aceptóla.

La aceptacion significa, como es sabido, que la jóven es dueña de su mano, y que el jóven, por ese mero hecho, se constituye en desposado. Despues de esta corta y decisiva ceremonia, si el desposado voluntario no se casa dentro de ocho dias, será condenado á tres años de trabajo en las minas profundas, en donde los solterones seductores cavan galerias subterráneas, con el sudor en la frente. En tiempos antiguos existía un sér que se llamaba un rival: la especie casi se ha estinguido. Hoy, si un rival tuviese la osadía de pretender perturbar la felicidad de los desposados, se le condenaría al desmonte. Nuestro nuevo Código exige, con sobrada razon, que toda condena sea provechosa para la sociedad, puesto que el delito se hace en detrimento suyo. Por esto es que ya no existen cárceles, ni calabozos, en los cuales algunos desdichados arrastraban su triste existencia, sin lucro alguno para la humanidad; nuestras leyes, más sábias, han designado trabajos útiles como castigo para el delito, contentándose, para las faltas leves, con cubrir de vergüenza y de ridículo á los culpables, obligándoles por cierto tiempo á ostentar, en el ojal del dolman, cintas de colores chillones.

El convoy pronto llegó á la soberbia estacion de Linda. Esta ciudad, que no cuenta un siglo de existencia, es, hablando con propiedad, la ciudad de la Instruccion Pública. Su admirable situacion la había designado para este importante destino. En vez de hallarse rodeada de baluartes, como las ciudades antiguas, le sirve de adorno, en toda su circunferencia, una ancha galería elevada y en la que circula un aire fresco; este inmenso pórtico circular sirve de paseo para los ancianos y de refugio para las criaturas, en dias de mal tiempo. Los canales de agua corriente y los corpulentos árboles prestan su frescura á todas las calles; las casas, construidas en el mismo nivel, tienen un jardin, una sala de baño y una fuente. Los diez colegios, ó, por mejor decir, las diez manzanas, reciben la sombra de altos sicomoros, regados por juegos de agua y amueblados con bancos de césped. Estan pobladas de estatuas de mármol y de bronce, cópias de las obras maestras que los artistas de todos los paises y de todas las épocas han legado á la posteridad. En medio de estos jardines encantadores, los profesores dictan sus cátedras. Los niños, aquí, empiezan sus estudios á los ocho años, y su instruccion completa dura siete. A todos se les enseña, además de las letras y de las ciencias, Leyes, Medicina, Filosofía, Comercio, Agricultura y Bellas Artes. Pero no es en Linda que los jóvenes terminan sus estudios prácticos. Tienen en seguida que concurrir á las cátedras de aplicacion de las Facultades de Bahía Blanca, de Buenos Aires, de Corrientes, de San Luis, de Córdoba, de Tucuman ó de Jujuy, para obtener los diplomas de Doctores en Leyes, ó en Medicina, de ingeniero, arquitecto ó estanciero.

No hay profesores especiales para las lenguas vivas; el francés, el inglés, el italiano, el aleman, el ruso, el portugués y el chino se aprenden jugando, corriendo, nadando, pues en cada colegio hay niños de todos los paises, y esos son excelentes profesores naturales.

Para mantener el estímulo, se ha conservado la antigua tradicion de recompensar cada año á los niños segun el mérito de sus trabajos; pero se han sustituido los premios ridículos de antaño por viajes, cuya duracion es proporcionada al número de aprobaciones obtenidas en el concurso. Por ejemplo, al prémio de excelente se le concede dar la vuelta al mundo, mientras que á los ménos recompensados no se les permite ir sinó hasta Nueva-York. La rapidez de las comunicaciones permite hacer todos estos viajes en tres meses,—lo que duran las vacaciones. El Estado es el que costea la instruccion pública; y los gastos que demandan los viajes de recompensa quedan á cargo de los presupuestos de las Sociedades científicas.

Desde Linda, Enrique envió, en su nombre y en el de su desposada, un telégrama á las dos familias, pidiéndoles su beneplácito para el matrimonio. Esto no es sinó una simple fórmula respetuosa. Las contestaciones fueron inmediatas y afirmativas, como siempre. "Un casamiento no debe jamás sufrir demoras," ha escrito el sábio legislador Cambaceres.

Enrique encontró las contestaciones en la pequeña estacion de Nueva Rica, á donde se las habian dirijido "por tren volante". El casamiento fué, por lo tanto, celebrado inmediatamente en la Capilla del convoy y ambos esposos se juraron una fidelidad eterna.

Enrique hace á su muger la declaracion de su amor en términos tranquilos y juiciosos, lo que demuestra un nuevo progreso en nuestras costumbres. En otros tiempos el amor empezaba por la Stretta y concluia por el Andante.

En el gran bazar del tren fué que Primavera compró su ajuar de casada: un vestido de crespon de la China, que hacía resaltar bajo sus pliegues y costuras la adorable forma de la jóven esposa, una pañoleta con dos aletitas de gasilla, y un sombrerillo liviano, hecho de mil plumillas de reflejos dorados, y una garzota coqueta de plumas de paloma. Esta garzota es el signo con que se distinguen las mugeres casadas: invita al respeto.

En la estacion de Tapalqué, Enrique y Primavera bajaron del tren para admirar el arco triunfal de esta gran Ciudad; en él leyeron la inscripcion siguiente: "A la memoria de Juan Avellaneda. Nació en 1910: libró á la humanidad de la fiebre amarilla y del cólera." Los héroes modernos (2080) no reciben semejantes honores sinó por tales servicios. En tiempos pasados preciso era matar muchísimos hombres, llamados enemigos, para merecer un monumento y una inscripcion. Ahora la memoria de los grandes matadores de hombres, de los carniceros heróicos, se arroja y entrega al ódio público, y los nombres de los Césares, Napoleones y Guillermos son execrados del mundo entero.

Despues de una parada de cinco minutos, volvió el tren á tomar su vuelo. Algunos artistas italianos, que subieron en la estacion de Tapalqué, dieron un concierto en el teatro del tren: hubo gran concurrencia, pues la entrada no costaba sinó 40 francos. El ilustre señor Carabelli, de Florencia, cantó la cavatina de la opera que produce en este momento un fanatismo en todo el mundo: Lo que dice la mar. Este gran artista está dotado de una voz muy débil, pero que se aviene bien con el génio de la música moderna, por su tenuidad maravillosa y su imcomparable método. Apenas si se le oye, y uno se halla sumergido en el éxtasis; pero cuando el entusiasmo ya no conoce límites es cuando el artista termina la cabaletta con la boca cerrada: esto se llama el mayor prodigio del arte. Un estudio retrospectivo, publicado hace pocos dias por nuestra Gaceta de los Teatros, nos hace saber que, en otros tiempos, el publico, todavía en estado de barbarie, no aplaudía sinó los desaforados gritos de los cantantes que lo ensordecian! Si estos pobres dilettantis hubiesen podido oir á Carabelli!

Durante el concierto, un jóven, de oficio periodista, no prestó ninguna atencion al tenor, y tuvo sus ojos constantemente fijos en Primavera, sin el menor respeto para con la pluma de paloma que la jóven casada llevaba en el sombrero. Enrique no miraba sinó á su esposa: segun la costumbre de los maridos de todos los tiempos, no podía notar el crímen del periodista; pero Primavera, dotada, como todas las mujeres, de una segunda vista, en semejantes casos, sorprendió varias veces los ojos del criminal.

Al finalizar la Cavatina, ella se aprovechó de los murmullos unánimes de entusiasmo, para decir á su marido estas sencillas palabras:

—Aquel jóven que está vestido á la griega me ha mirado tres veces con ojos lánguidos.

—¡Será posible! esclamó el marido;—en qué siglo vivimos! tal vez sea un error... Yo mismo quiero sorprender el crímen al irse á cometer: hagamos como si nada notaramos.

En ese mismo instante, el barítono Vocenarizo, el primer artista del teatro Italiano de Montevideo, empieza á cantar la grande aria del Rey de Lahore, una de las primeras obras del grande y siempre popular Massenet, que murió hará poco más de siglo y medio. Desde los primeros compases, el periodista culpable vuelve de nuevo á fijar sus miradas en la frente pura de la jóven casada. Enrique tomó á dos ancianos inmediatos por testigos del atentado. Uno de ellos levantó los ojos hácia el cielo raso, y dijo con tristeza:—Hé ahí lo que no se hubiera visto jamás en mi tiempo! Un siglo perverso empieza; mas vale morirse que presenciar la depravacion del porvenir!

El otro anciano no tuvo fuerzas para poder manifestar su indignacion: estaba anonadado!

Se consideró de urgente necesidad la convocatoria de un Senado de Ancianos para juzgar al culpable, antes de llegar á Buenos Aires, antes de pisar el suelo de esa antigua ciudad en donde el pudor reina cual soberano en las calles y en las plazas públicas. Nuestros padres se fastidiaron cinco siglos con el vicio; los hijos han tenido la feliz idea de ensayar la virtud, y se consideran dichosos.

El jóven periodista compareció ante el Senado, y habiendo oido la fulminante acusacion de los dos ancianos y de Bonifacio, testigo mudo de todo el suceso, empezó su defensa. Desarrolló una estensa teoría, en la que trató de probar que la música y el canto llegaban á todo su poder cuando se les escuchaba mirando á una bonita mujer desconocida.

—Son esas todas las razones que tiene Vd. que presentar para justificar su atentado? le preguntó el Presidente con acento severo.

—Creo que con eso basta, contestó el acusado.

Un murmullo de indignacion recorrió por todo el auditorio. Se presentía condena rigurosa.

III

En ese momento se llegaba á la estacion marítima de Buenos Aires. Es un inmenso perístilo de marmol de los Andes, con cuatro columnatas pertenecientes al orden de las Gracias—nombre que se ha dado al nuevo orden de arquitectura inventado en el siglo XXº — y coronado por un soberbio ático, adornado con esta inscripcion: Hospitalidad. Hacía algunos momentos que el tren iba costeando la rada hecha navegable hasta para los buques mas grandes y en donde se veian ancladas innumerables naves de hélice eléctrica.

El jóven periodista fué condenado al matrimonio y nombrado miembro forzoso del Instituto de Buenos Aires.

—Jóven, le dijo el Presidente, volverá Vd. á ser libre cuando haya, por medio del trabajo, hecho un descubrimiento útil para la Sociedad. El Instituto de Buenos Aires se halla provisto de cuantos recursos se necesitan para el génio inventor. Piense y halle.

El condenado dió las gracias, poniendo la mano sobre su corazon, y, al parar el convoy, bajó y se fué solo hácia el palacio en el cual debía quedar arrestado y en donde el carcelero le recibió con todos los miramientos debidos al valor desgraciado.

Enrique y su esposa bajaron en el Hotel de la Paz, hotel grande como una ciudad y que ocupa un espacio de seis cuadras, situado á lo largo de la Plaza del Plata, desde la avenida Rivadavia hasta la antigua calle del Temple. El antiguo Paseo de Julio, ensanchado con todo el terreno comprendido entre la orilla del Rio y la calle Reconquista, forma ahora una Plaza deliciosa, adornada con kioscos elegantes, fuentes, un mundo entero de estatuas, de flores, de árboles de todos los países de la tierra. Los arquitectos habian sabido aprovechar la barranquita que encajona el Rio para dar á este jardin un aspecto pintoresco y encantador. El Hotel de La Paz, que por medio de arcos elegantes formaba un conjunto de todas las partes de que se componía, no era una de las menores curiosidades de este delicioso rincon de la ciudad.

El Hotel no tiene mas de un piso, superado por jardines colgantes, desde los cuales se descubre la admirable escena de la rada, y desde donde se puede seguir con la vista, por detrás de la colosal estatua dorada de Prometéo, el muelle gigantesco que se pierde entre el infinito de las olas. Nada puede igualar la magnificencia de los palacios que bordan la orilla del rio, de los jardines que coronan los palacios, especialmente del lado del Norte; nada puede dar una idea de la actividad prodigiosa que reina sobre todo el costado del Sur. La Naturaleza y el hombre se han asociado para materializar, en esta gran ciudad de Buenos Aires, el ensueño de la dicha humana y hacerla visible y palpable á los sentidos.

Pero lo que Enrique y Primavera no podian cansarse de contemplar, era ese muelle gigantesco, de seis kils de largo y 36 pies de ancho. Es un trabajo soberbio; para llevarlo á término hubo que cortar á pedazos algunas montañas y ahogarlas á lo lejos por medio de la dinamita. Esta prodigiosa calzada produce en el marino dulces ilusiones: cree que la Patria Argentina le estiende su mano al traves de las olas, le saluda cuando se ausenta, le llama á su llegada. Se ha precisado treinta años y mil millones para concluir este inmenso trabajo, que se debe á la liberalidad de un antiguo inmigrante llamado Pedro Largo. Había llegado pobre á esta tierra, cuando los terrenos se vendian por una bicoca; pero á fuerza de trabajo, con su inteligencia y algunas especulaciones felices, llegó á acumular una fortuna considerable. En sus últimos momentos, hizo un legado, á la Ciudad de Buenos Aires, de un millon, cuyos intereses, capitalizados durante cien años, habian de producir la suma necesaria para llevar á buen fin esta grande empresa. De los millones sobrantes, una parte se empleó en la construccion de un inmenso Pórtico en la punta del muelle, en donde se reunen los Filósofos y los Políticos, para hablar de Dios y de la naturaleza de las cosas, entre lo infinito del Cielo y lo infinito de la mar. La otra parte sirvió para levantar, á la entrada del puerto del Riachuelo, la Estátua-faro de Prometéo, de la cual tendremos ocasion de hablar mas adelante.

Buenos Aires, cuya poblacion hace dos siglos, no era sinó de 250,000 almas, cuenta hoy con 2.800,000: ha crecido en proporcion de lo demás de la República, que hoy posee 30.000,000 de ciudadanos. Limitada al Este por el Río, se ha estendido con tanta regularidad como este se lo permitiera, de cada lado de su antigua calle de Rivadavia; en conjunto cuenta cerca de 90 cuadras, es decir, que forma un cuadrado de cerca de una legua y media de costado. Todo el terreno, entre las calles Rivadavia y Cangallo, y en que se hallaba la antigua calle Piedad, ha sido despejado para formar la grande Avenida Rivadavia, ancha de 160 metros, en cuyos costados se levantan corpulentos plátanos y sicomoros que forman alamedas soberbias, cuyas cimas, al moverse, producen un fresco tan agradable en las tardes calurosas del estío, que hacen de esta avenida un paseo delicioso. En esta avenida central, la mas hermosa del mundo, se hallan reunidos todos los servicios públicos: el Palacio del Gobierno, de los Ministros y del Congreso; á la entrada de la avenida, haciendo frente á la Plaza del Plata, se levanta otro Palacio de vastas proporciones, en el cual se reune el Consejo Municipal, y allí estan las oficinas de la Hospitalidad. Se ha dado este nombre á una Administracion encargada de velar por los estrangeros que recien llegan, y de proporcionarles cuanto puedan necesitar mientras hallen el trabajo para que son aptos. Allí hay registros en que pueden inscribirse los que buscan un empleo, una ocupacion para sí ó para sus capitales; y como el comercio y los financistas tienen la costumbre de ir todos los dias á consultar esos registros, estraño sería que, tanto los que se ofrecen como los solicitantes, pasaran algunas horas sin encontrar lo que buscaran.

Las Igiesias Católicas son treinta y cinco; entre todas sobresale la Catedral, de cuya descripcion detallada nos ocuparemos mas adelante; se la considera, con razon, como una de las maravillas modernas. Los protestantes tienen tambien varios templos, los Judios dos Sinagogas, y los Chinos tres Pagodas. La capilla de los neo-católicos, que se hizo inútil hácia el año 1975, á causa de la dispersion completa de esta sécta, ha sido transformada en local de reunion para los Espiritistas. El Espiritismo, en verdad, como recibe de los Espíritus, de dia en dia, más manifestaciones, cada vez más materiales, ha entrado de lleno en el dominio de las ciencias exactas.

Por esta sencilla enumeracion de los edificios consagrados á los diferentes cultos se ve que todos los hombres de fines del XXI Siglo profesan una Religion; esto quiere decir que el progreso realizado por la moral, por las Ciencias y por la civilizacion ha vuelto á traer hácia Dios á todos los espíritus superiores y rectos que, en siglos anteriores, sea por carecer de luces ó por orgullo, se habian dado aires de materialistas. En nuestros dias, un ateo se ha hecho tan escaso en el mundo como un animal feroz en la Pampa.

Respecto á teatros, se cuentan veinticuatro, de los cuales, cuatro Italianos, tres Franceses, uno aleman y cuatro Chinos.

Nuestros jóvenes esposos, de lo alto de las azoteas del hotel, contemplaban el admirable espectáculo que ofrecian todos estos monumentos: esas torres, esas cúpulas, aquellos minaretes, aquellas agujas, que destacaban sus siluetas de piedra sobre el brillante azul del cielo. Enrique, sin embargo, recordó que el tiempo le apuraba, que era cerca de las cuatro, y que tenía que presentar á D. Sebastian, antes de la comida y de la audiencia del ministro, la carta que le había entregado su Padre. Dejó en el Hotel de la Paz á su fiel Bonifacio, y entró, con Primavera, en un pequeño cupé eléctrico, que los trasportó, en ménos de cinco minutos, á casa del honorable Diputado.

Antiguamente, dos jóvenes esposos viajeros llegaban á Buenos Aires ó á otra parte, con una carta de recomendacion y se presentaban al número de la direccion. Un millonario, friamente cortés, abría la carta, dirigía una sonrisa séria á los recomendados y despues de decir, muy bien! muy bien! con tono benévolo, se dignaba á veces hacerles algunas preguntas más ó ménos discretas. Los esposos saludaban, se despedian y volvian al encierro de su cuarto numerado y oscuro de su desamueblado hotel.

A los ocho dias, recibian del millonario una invitacion para que fueran á comer á las seis en punto. La jóven encargaba un vestido, un sombrero, un abrigo, todo al gusto del dia. El marido se hacía vestir como un figurin, alquilaban un carruage, y se dirigian al convite, despues de haber gastado seis ú ocho mil pesos en aviarse, para hacer honor al corresponsal de un amigo.

Se sentaban á la mesa á las siete, porque uno de los convidados se hacía esperar. Se comía mal, la comida estaba fria, se hablaba de teatros, de carreras, á los postres servian quince gotas de Champaña, durante la noche un convidado aficionado y con romadizo cantaba una romanza, una señorita desollaba en el piano un valse de Metra ó de Kleyn, á las once el dueño de casa anunciaba á los esposos que se iba al campo ó de viaje dentro de tres dias.

En cuanto Enrique y su esposa se hicieron anunciar, llegó D. Sebastian, tomó la carta, leyóla, é inclinándose ante ellos les dijo:

—Bienvenidos sean Vds.; están Vds. en su casa; mi señora, que se encuentra en nuestra Estancia "Las Negras," sentirá muchísimo no haberse hallado aquí para recibirlos.

Enrique estrechó la mano de este huésped amable y le dijo:

—Presento á Vd. á mi muy querida esposa, á la mujer á quien he dado mi nombre.

D. Sebastian besó la mano de Primavera, y, á los suaves acordes de una música invisible que tocaba el himno: El Estranjero es un hermano, obra maestra del ilustre compositor belga Jansens, los condujo á un aposento, en donde los menores deseos de los viajeros se habian previsto.

Nuestros jóvenes esposos descansaron una hora, y al fin pudieron disfrutar de la dicha de hallarse solos por un momento consigo mismos. Al poco rato, dieron las seis, y con el último golpe empezó á hacerse oir en el vestíbulo un campanilleo alegre de aureo timbre; era el anuncio de la comida.

El juego de mesa de D. Sebastian es obra del célebre platero argentino Maguiades; todas las piezas, de plata maciza, han sido hechas con los primeros lingotes estraidos de las minas de San Juan, de que fué el primero y principal accionista el tatarabuelo de D. Sebastian. Cuanto pueda encantar la vista y dilatar el pecho se halla admirablemente dispuesto sobre el mantel, formando el conjunto un museo de esquisita cinceladura. En tiempos ya remotos, segun dicen los anticuarios y los arqueólogos, colocaban en los salones un Cárlos Quinto en San Juste, un Sila abdicando, un Galileo que decia e pur si muove! un Gambetta en el acto de tomar asiento en la silla Presidencial, y otras formas estúpidas, que deleitaban á los antiguos burgeses. Las estatuitas de mujer son las únicas que ahora despiertan la admiracion: el hombre ó su semejanza, con su lineamiento simiano hecho de plata, de bronce ó de mármol, aun cuando sea el mismo Apolo de Belvedere, no merece que se le mire.

Una curiosísima innovacion impresionó sobre todo á los jóvenes viajeros. Delante de cada convidado dá vuelta sobre un eje un ánfora de cristal, adornada con nueve figuras alegóricas de mujer, con sus atributos, y cuyos piés se apoyan ligeramente sobre urnas de cristal de Bohemia. Cada urna tiene su rótulo: Burdeos, Borgoña, Madera, Córdoba, Chipre, Constancia, Champaña, Bahía Blanca, Ermitage. Cada convidado elige el vino mas grato á su paladar, pues todos están al alcance de la mano. En épocas de barbarie, un sirviente, vigilado por el dueño de casa, escanciaba con mano temblorosa, y á gotas, como si fueran rubíes, un burdeos equívoco, en copas como para enanos. ¡Y á esto se llamaba saber administrar una casa! Los administrados moríanse de sed ó bebian agua.

El adorno del centro, que representaba las magas del Africa subyugando leones y tigres, se hallaba coronado por la antigua Muta, diosa del silencio; dirije sus miradas hácia los convidados, sonriéndose cual si quisiera invitarles á que se entregaran libremente á las suaves hablillas de la mesa, pero ella tambien tiene un dedo sobre la boca, que les dice que callen despues de salir de ese recinto: lo hablado en la mesa no debe repetirse fuera de ella. Antigua máxima moral, rejuvenecida por la moderna civilizacion.

En la sociedad de antaño, la conversacion de sobremesa rodaba sobre una opereta que había tenido un éxito escandaloso, ó acerca de la vida y milagros de una mujer á la moda, ó se hablaba de la nariz de una cómica, ó de la ruptura habida entre dos amantes conocidos, ó de carreras, ó de mil futilezas del mismo calibre. Estas frivolidades y comadrerías ya no se ven en nuestros dias: se habla, durante la comida, de historia, de viajes, de ciencias, artes y literatura.

La noticia de haberse proclamado la República en Inglaterra, noticia que llegó en ese dia, proporcionó á D. Sebastian, que era entónces uno de los mejores oradores políticos, la ocasion para lucirse, trazando la historia del Viejo Mundo, desde hacía dos siglos, para recordar de qué modo todas las naciones europeas habian llegado á adoptar la forma Republicana y á constituirse en Estados Unidos de Europa.

Para edificacion de nuestros lectores vamos á compendiar lo mas breve que podamos, los grandes rasgos de esta interesante conversacion.

IV.

Cien años despues de la primera Revolucion Francesa, es decir, en 1889, dijo, el arreglo de la cuestion de Oriente, produjo una conflagracion general, que se podia prever desde cuarenta años atrás. Despues de una lucha encarnizada de dos años, Inglaterra, que tenia por aliados á la Francia el Austria y la Italia, acabó por vencer á la Rusia, á la que el Imperio Aleman apoyaba; una parte del mapa de la Vieja Europa fué rehecho por el Tratado de Viena, en 1891. Un Reino de Grecia fué constituido con los restos de la Turquia de Europa, en otro tiempo llamados Albania, Tesalia y Romelia; la Austro-Hungría—que habia cedido á la Italia el Tirol hasta los Alpes Rehéticos, la Istria y parte de la Croácia y de la Dalmácia hasta los Alpes Julianos al Este y Ragusa al Sur—recibió, en compensacion, el Montenegro, la Bósnia, la Sérvia, la Bulgária, la Valáquia y la Moldávia, el Würtemberg, la Baviera y el Gran Ducado de Baden. La Francia, volviendo á sus límites de 1870, recobró su Alsacia-Lorena y puesta en posesion de los Estados de Tunez y de Tripoli, de la Siria y de la Palestina. Inglaterra, con la isla de Chipre, que le quedó en propiedad, recibió el Egipto y el Imperio de Alemania, vuelto á ser reino de Prusia, restituyó á la Denamarca el Ducado de Schleswig-Holstein. El Congreso había arrojado al islamismo fuera de Europa, y dando la Asiria, la Arabia y la Mesopotamia á la Persia, había dejado al Gefe de los Creyentes tan sólo el Asia Menor y la Armenia.

La cuestion Romana había sido resuelta de un modo que se creia entonces muy cuerdo. La Francia, como siempre generosa, le abandonó al Papa á Jerusalem con todo el territorio de la antigua Judea, y el Sumo Pontifice, cediendo á la fuerza que le impelía, fué á instalarse en la cuna misma del Cristianismo, seguido de sus Cardenales y de los Superiores de todas las Ordenes religiosas y monásticas. Jerusalem, por un momento, se convirtió, pues, en Ciudad Cristiana por excelencia. Pero los graves inconvenientes de este arreglo no tardaron en hacerse sentir: la súbita mudanza de clima había abreviado la existencia de varios Papas—en 4 años murieron tres—y de los Cardenales, por lo general de muy avanzada edad para resistir al cambio de condiciones que les acarreó su nuevo género de vida; los negocios urgentes sufrian demoras á causa del alejamiento de la cabeza de la Iglesia de los centros católicos; los fanáticos Judaicos y Musulmanes, trataban diariamente de fomentar desórdenes, y los Estados protectores temian á cada instante el tener que intervenir, para sofocar una revuelta ó castigar una matanza.

Tambien, cuando en 1894 la Italia,—cuyo influjo, prestigio y riqueza habian ido á ménos desde la salida del Papa—se hizo republicana, su primer cuidado fué el de suplicar al soberano de Jerusalem que volviese á Roma. Esta vuelta tuvo lugar en el año de 1895, y desde entonces, la Iglesia, libre, de las molestias que los poderes temporales le suscitaban en otros tiempos, libre dentro de la Italia libre, habia visto duplicarse el número de los fieles. Entre tanto, distaba mucho de que todos los paises de la antigua Europa hubiesen podido gozar, despues del tratado de Viena, de una existencia igualmente feliz y próspera. La República Francesa é Inglaterra eran las únicas que no habian sufrido ninguna revolucion interna; esta, porque su gobierno fiel interprete de la opinion pública, había marchado siempre de acuerdo con ella; aquella porque desde 1879 estaba en posesion de su forma natural de gobierno, forma tan flexible y que se amolda tan bien á la índole del país y al progreso de las ciencias económicas y sociales. Si Inglaterra, segun el telégrama recibido hoy, ha renunciado á su forma de gobierno tradicional, es por haberse estinguido la dinastía, y que, el sufragio universal, consultado, ha querido probablemente, al decidirse por la República, entrar á formar parte de los Estados Unidos Europeos.

Sea lo que fuere, el ejemplo de la prosperidad de la República Francesa, más que no lo hubiesen hecho todos los libros, todas las teorías y todos los discursos del mundo, habia asestado á las antiguas dinastías un golpe del que no volvieron á levantarse. Así pues, España en 1885, Italia en 1895, la Grecia en 1896 y Alemania en 1902, habían derribado la monarquia para adoptar la forma Republicana. Despues siguieron el impulso la Bélgica y la Holanda en 1908, Portugal en 1911, la Austro-Hungría en 1917, la Suecia en 1920, y Dinamarca en 1921. En fin, la Rusia, que despues de la revolucion de 1880 había echado por tierra el despotismo de los Czares para adoptar la monarquía constitucional, entraba en 1933 en el gran concierto de los demás Estados, y fué en ese tiempo que se fundaron los Estados Unidos de Europa, que se componian de seis Estados al Norte y ocho al Sur.

Los ochos Estados del sur son: Francia, Bélgica, Holanda, Suiza, Italia, España, Portugal y Grecia;—Inglaterra, que tres tunels submarinos han convertido en potencia continental, formará probablemente en breve la novena potencia de los Estados del Sur.—Los seis estados del norte son: Suecia, Noruega, Dinamarca, Rusia, Alemania y Austria.

Paris se ha convertido en Capital de Europa, Roma en la de los Estados del Sur, y Berlin en la de los Estados Unidos del Norte. Cada Estado nombra su Presidente y tres clases de diputados: diputados particulares, diputados de Estado, y diputados generales.

Los diputados particulares tienen sus sesiones en las antiguas capitales, los diputados de Estado se reunen en Roma ó Berlin, y por último, los diputados generales celebran su Congreso en Paris. No hay sinó un solo y único Senado, especie de gobierno central compuesto de ochenta personages nombrados por las tres clases de Diputados y del cual los Presidentes de cada República son miembros por derecho.—Se hacen representar en él por sus embajadores. A esta cámara suprema es que corresponden todos los asuntos internacionales; sus resoluciones son sin apelacion y su cumplimiento compete á todas las naciones confederadas.

Gracias á esta ámplia organizacion política y sobre todo al admirable invento del inmortal Horacio Varela, se ha suprimido la guerra, y el mundo goza de todos los beneficios de una paz inalterable. Sabido es que este gran filántropo inventó, hácia el año 1917 la extraordinaria máquina con que destruyó dos flotas de dos mil navios encorazados, blindados, de espolon, etc., y tripulados con ochenta mil combatientes, todo en menos tiempo que el que necesita un reloj para dar las doce. El sublime inventor había descubierto que la atmósfera marítima era inflamable en la estension de cien leguas cuadradas, y que se encendía espontáneamente por medio de un tizon de amianto y de carbono puro. Antes de este descubrimiento, los buques, armados con cañones sencillos á la Schneider perfeccionados, no lanzaban sinó un millar de bombas y balas en cinco minutos, de modo que la tercera parte de las dos flotas enemigas sobrenadaban siempre despues de la batalla. El abuelo Varela, al popularizar su filantrópico secreto de destruccion, obligó á dos flotas á incendiarse mutuamente hasta la última chalupa y el último marinero. Tambien desde esa época ya no se baten en el universo: el exceso del mal ha engendrado el bien.

El dinero gastado cada año por todas las naciones del mundo para conservar ejércitos enormes, de millones de soldados y marinos, en cañones y municiones, torpedos, equipos militares, en armar navios, etc., etc. ha sido empleado desde entonces en el desarrollo de la instruccion pública, en estimular las ciencias, las letras, las artes, la industria y la agricultura, en taladrar túnels, en formar canales, hacer puentes y caminos, en obras hospitalarias, etc. etc. Por lo tanto la humanidad saca provecho cada año de más de cinco mil millones arrancados á la furibunda locura de los conquistadores, por medio de la sublime invencion de un simple sábio, y una juiciosa organizacion política.

Tales fueron, en resúmen, los asuntos de que conversaron Enrique y Sebastian, y, como se ve, en nuestras comidas y sobremesas modernas, si se habla, es para tener el gusto de decir algo. Como los viajes proporcionan instruccion á todos, en general, nunca faltan asuntos de grande interés, teniendo además el recurso de las noticias de bulto que á cada instante llegan, merced á los miles de hilos eléctricos, que, podriamos decir, traen, á Buenos Aires, la conversacion del mundo entero. Toda casa pudiente tiene sobre el frente su tabularium, como antiguamente lo había en el muro Capitolino, y en él dejan consignado lo que en el Universo sucede y puede ser de interés, los empleados activos é inteligentes de la agencia telegráfica central, encargados de este ramo noticioso. Un sirviente, á quien un campanillazo avisa, corre á la puerta, recoge la noticia que halla en el tabularium y la transmite al dueño de casa.

En ese dia, mientras duró la comida, que sería como una hora—el telégrafo sirvió, á los convidados de Sebastian, cuatro noticias de interesante y elevada conversacion, y varios chismecillos de las crónicas de las Cinco partes del Mundo. Anunciaron que el Capitan Lagerie había llegado á los 88° del polo Norte, con su inmenso buque de acero, La Ville de Paris, impulsado por cuatro hélices eléctricas, de fuerza de cuatro mil elefantes. En esa misma mañana, Lagerie habría, pues, doblado el polo, derritiendo los hielos, esos bancos congelados, contemporáneos de la creacion. Los tripulantes no habian sufrido nada con el frio, merced á la calorosa atmósfera artificial con que la ciencia eléctrica ha envuelto á la Ville de Paris. Las ventajas que el mundo espera de esta navegacion son incalculables, sobre todo la astronomía, que va á dar un paso gigantesco en el infinito.

Como noticia de postre, anunciaron, en seguida, que Ty Hoang, el Celeste Emperador de la China, había contraido matrimonio, á las dos y media de aquel mismo dia, con una jóven Porteña, que la víspera llegara á la Ciudad de Pekin, adonde la enviara la grande Agencia matrimonial de Buenos Aires. Acababa de celebrarse la ceremonia nupcial en el palacio Imperial de Tsu-Kin-Tching. Primavera vino á saber de este modo y con asombro ingénuo —pues las jóvenes que solo cuentan siete horas de casadas, ignoran ahora muchísimas cosas—que existe aquí una agencia matrimonial patronizada y bajo la vigilancia del gobierno, que estiende sus ramificiones por todo el mundo. Esta institucion, que forma parte de nuestro sistema de gobierno, y tiene por objeto propender al aumento de poblacion, mediante el estímulo dado al matrimonio, data del año 1982.

Cuando hubo concluido la comida, los convidados fueron introducidos á la sala de las abluciones. Dos ayudas de cámara presentaron los aguamaniles de oro, y en palanganas de mármol dejaron correr abundante agua perfumada. Hemos leido un libro antiguo que trata de Urbanidad pueril y de buena crianza publicado en el siglo XIX, que, en esa época, todavía bárbara, despues de la comida, se servía agua caliente en grandes tazas, y que todos, inclinándose sobre este espantoso baño mandibular, ejecutaban una sinfonía de encías y gargarismos de un sonido ronco, seguido de pequeñas cascadas nauseabundas capaces de sublevar el estómago de un náufrago en ayunas. Esta costumbre atroz, dicen, ha subsistido por todo un siglo, y tambien en las grandes salas de los restauranes públicos. Allí, una familia que recien se ponía á la mesa, á menudo tenía por vecina á otra familia que recien concluia de comer, y que en torno suyo lanzaba las salpicaduras de su baño maxilar.

¡Oh! tiempos! ¡Oh! costumbres!

A las ocho, Enrique rogó á Sebastian le condujera á casa del Ministro, y dijo á su esposa:

—Voy á tomar órdenes del Gobierno; no se debe desperdiciar ni un instante, tratándose de asuntos públicos: á las nueve estaré contigo.

Cándido, el mayor de los 14 hijos de Sebastian, se ofreció para hacerle compañia á Primavera en ausencia de su esposo. Era un joven interesante de veintidos años; no deseaba sinó casarse para ser feliz, pues los solterones no gozan de ninguna consideracion en Buenos Aires.

El fresco ambiente de la noche era delicioso bajo los corpulentos y elevados árboles del jardin de Sebastian. Primavera se sentó en un banco de cesped, y, segun costumbre de las mujeres, dirigió la palabra á Cándido, que se mantenía de pié ante ella, en actitud respetuosa.

—¿Conoce Vd. nuestro departamento de Coluguape? — preguntó ella con ese tono familiar que alienta á los hombres tímidos, es decir, á todos los hombres.

—No, señora,—respondióle Cándido, inclinando al suelo la vista;—soy todavía demasiado jóven y he viajado muy poco por mi patria.

—Pues ¿qué paises ha recorrido Vd?

—Me avergüenzo, Señora, al tenerlo que confesar, no conozco sinó la América del Norte y la India.

—¿Será que los viajes no le agradan, Cándido?

—Los adoro, pero estoy enamorado.

—Y ¿de quién?

—De Violeta, la mas hermosa de todas las jóvenes de la isla de Borbon.

—¿Francesa?

—¿Sí, señora; me encontré con ella hace pocos dias en el puerto de Saint-Denis á mi vuelta de Bombay; y desde entónces mi cabeza y mi corazon se han quedado bajo los trópicos.

—Pobre niño; y espera casarse para empezar á viajar?

—Sí, señora; preciso es ser dos para dar un paseo con gusto alrededor del globo, y es triste la soledad en ferro-carril.

—Es muy cierto; ¿y ha dado Vd. algunos pasos cerca de la familia?

—Esta mañana dirijí al padre un telégrama pidiendole la mano de su hija, y aún no tengo contestacion. Juzgue Vd. cual será mi desesperacion! Ni diez minutos se necesitaban para mandarme decir lo que determinaban.

—En verdad,— observó la jóven,— ese silencio es inesplicable.

Cándido ahogó sus sollozos, y no teniendo nada que decir, se puso á pensar en Violeta.

Enrique, mientras tanto, guiado por Sebastian, iba hácia la casa del Ministro de Obras Públicas. La ciudad había concluido su toilette para la noche. Dos veces por dia, antes de salir el sol, y á la hora general de las comidas—es decir, á las seis de la tarde, grandes carros de movimiento eléctrico, que á la vez riegan, barren y levantan automáticamente el polvo y el lodo, son lanzados á galope por todas las calles, que por este procedimiento quedan completamente limpias en un abrir y cerrar de ojos. A Gilles de Paris deben nuestras ciudades modernas esta invencion higiénica. Una luz, á la vez suave y brillante, inundaba las calles, las avenidas, los jardines y las plazas, que más alumbradas parecian estar que en pleno dia, merced á la multiplicidad de picos eléctricos, distribuidos por doquier con profusion. Las tiendas, cuyas muestras eran figuradas por rayos de fulgurante luz, desarrollaban ante la vista deslumbrada de la muchedumbre los tesoros de la elegancia y del lujo de todo el Universo.

Enrique no prestó sinó una mediocre atencion á todas esas maravillas; anhelaba conocer el resultado de la entrevista que debía tener con el ministro, y, sobre todo, volver cuanto antes al lado de su querida Primavera.

Al fin llegó á casa del Ministro.

Las horas de recibo son de las ocho p. m. hasta media noche. La audiencia tiene lugar, en verano, en un vasto jardin alumbrado por un pequeño sol eléctrico, y lleno de veladores de mármol; se estiende á lo largo de la Avenida Rivadavia, sobre una azotea con balustradas de sándalo.

Enrique, al corriente de la etiqueta, se sentó delante de un velador desocupado, y, en el acto, un lacayo de servicio del ministerio le presentó un helado de sandía, una copa de Constancia, y una torta de arroz dorada en el horno.

El Ministro, seguido de un secretario particular, iba de uno á otro velador, y recogía cuanto tenian que decirle. Preguntas, respuestas, reclamaciones, todo era conciso, lacónico...... como un telegrama.

Enrique oyó perfectamente lo que sus dos vecinos habian dicho al ministro, y se preparó para hablar en el mismo estilo é idéntico espíritu.

Uno de ellos había dicho:

—Yo soy Moreno, de Catamarca, ingeniero. Quiero canalizar, en las provincias del Gran Chaco y Jujuy, el Rio Bermejo.

—Que desagua en el Paraguay,—dijo el ministro.

—Sí, señor,—repuso el ingeniero.

—Y tiene su nacimiento cerca de Jujuy.

—Sí, Señor Ministro. Pues bien! además de que todo este país se convertirá, por medio de este canal, en un jardin de 300 leguas, haré que queden reducidos á la mitad los gastos de conduccion de los minerales y del petróleo, que abundan en la provincia de Jujuy y de las célebres maderas del Gran Chaco.

—Concedido, contestó el ministro.

Y el secretario impuso el sello de autorizacion sobre un papel de oficio y se lo entregó al ingeniero.

—Que Dios le ayude, y cásese Vd.,—le dijo el ministro, dándole un apreton de mano.

El otro vecino dijo:

—Soy el Prefecto del Rio Santa Cruz, en la Patagonia Austral.

—Mediocre departamento,— dijo el ministro.

—Así es. Hay en él más de un millon de toneladas de eflorescencias salinas, amontonadas por las aguas fluviales en las cavidades del suelo. He encontrado el modo de utilizarlo para la industria.

—Quiere decir que Vd. podría, al mismo tiempo, sacar partido de esas riquezas naturales, y devolver al terreno, que hoy las contiene, su natural primitiva fertilidad?

—Sí, señor ministro; pero yo pido para la Compañía que represento y que va á emprender esos trabajos, una concesion por veinte años, y el derecho esclusivo de esplotacion.

—¿Nada más que en aquel departamento?

—Sí, señor.

—Concedido. Prefecto ¿es Vd. casado?

—Soy viudo.

—Vuélvase á casar, "id, creced, multiplicad y fertilizad."

El ministro llegó al velador de Enrique, y este se espresó así:

—Soy Enrique, hijo de Pedro, Prefecto de Coluguape. He recibido esta mañana el telégrama del Sr. Ministro, cuyas órdenes espero.

—¿Es Vd. el que ha descubierto una nueva mina de cobre en la provincia de la Rioja, ese país de las codornices silvestres?

—Sí, y pido con la concesion de esa mina, una brigada de doscientos presos obreros.

—¿Qué profundidad tienen sus minas?

—Desde diez hasta diez y ocho metros. A cielo descubierto.

—Entónces, de los que están condenados á ménos de tres años.— Concedido, dijo el ministro, los presos saldrán dentro de tres dias.

Enrique saludaba ya como para despedirse. El ministro le detuvo y le dijo:

—La Prefectura de los Andes del Norte, á pocas leguas de su mina, está vacante desde anteayer. Nombro á Enrique, hijo de Pedro, Prefecto de ese departamento. Esta es la razon por la cual deseaba verle. ¿Es Vd. casado?

—Tengo esa dicha, contestó Enrique.

—Que Dios le conceda todas las demás, repuso el ministro. Parta, esplote su mina, sea buen Administrador, tenga muchos hijos, y mándenos cada año un millon de Kils de Cobre é igual número de escelentes codornices.

El Secretario entregó sus títulos á Enrique, que estrechó la mano del Ministro y se apresuró á reunirse con Primavera.

VI

Al entrar en la casa hospitalaria, en la que le esperaban para dar comienzo á la funcion dramática, Enrique anunció á su esposa la gran noticia, la que dió muestras de una loca alegría, pues el rango á que había recien sido elevado su esposo le permitía usar un vestido muy sencillo, sin adorno de ninguna clase.

Los habitantes de Buenos Aires, que no tienen cómo proporcionarse el lujo de un teatro particular, se contentan con un abono en la Compañia General grafo-telefónica, que envía á domicilio los sonidos de todos los teatros. Los hilos grafotelefónicos recorren toda la ciudad por tubos subterrános semejantes á los que en otro tiempo servían para canalizar el gas del alumbrado. El suscritor engancha su hilo particular en el de la Compañía, le aplica un micrófono, y si, durante la noche, tiene deseos de oir una representacion, no hace sinó abrir sencillamente su aparato. Como cada teatro tiene su hilo, puede variar ó escoger á su gusto. Los más furibundos melómanos estan suscritos á los conciertos permanentes de la calle Cristóbal Colon, que no cesan ni de dia, ni de noche.

En cuanto á los Porteños ricos, casi todos tienen un teatro lírico en casa, con los que se proporcionan soirées musicales cuando no concurren al Gran Teatro de la ciudad. Sebastian recompensa espléndidamente á una excelente compañía italiana y á una orquesta alemana. El teatro ó sala está en el primer piso y contígua á los aposentos particulares del dueño de casa y de sus huéspedes. No tiene sinó una hilera de palcos con un antesaloncito amueblado con divanes, estilo turco; el auditorio jamás excede de treinta personas. No se habla sinó durante los entreactos; se ha prohibido amistosamente el uso de guantes hechos de pieles de animales, vestidos ajustados y sofocantes, cuellos de ahorcado, y otras molestias de la antigua civilizacion. Preciso es que cada uno esté á sus anchas y mudo para oir la música.

Sebastian dió el palco de honor al Prefecto y á su esposa. Se representaba la admirable ópera de Tin-tu-ling cuyo título es Setentrion y Africa. Esta ópera no tiene letra, segun la costumbre moderna, que empezó desde la insurreccion del público, en la primera representacion de Lucrecia; sin embargo, el público Parisiense, muy indulgente, oia, desde cuatro ó cinco siglos, las palabras siguientes:


Douce espérance
Dans ma souffrance
Quel doux espoir
................................
Mon cœur palpite
Il bat plus vite
................................
Douce chimère
En vain j'espère.
................................
Quel est donc ce mystère?
O moment fatal!
Je souffre et j'espère
Mystère infernal!

 

Ahora bien! una noche, el público, aburrido, al fin, de esta mistificacion secular, se sublevó en masa, rasgó el libreto, rompió los asientos, pidió la cabeza del surcidor de palabras, y amenazó prenderle fuego á la Opera, si volvían á romperle el tímpano, so pretesto de buena música, con esa poesía inmutablemente estúpida y añeja de varios siglos. El Director se presentó, y reconociendo que el público tenía razon y mucha paciencia, prometió que en adelante las óperas no tendrian letra. Esta promesa fué aplaudida con entusiastas aplausos. No hay por qué agregar que todos los pueblos de la tierra aceptaron esta innovacion con entusiasmo.

Esta feliz revolucion debía engendrar otra: se inventaron instrumentos maravillosos que hablaban el idioma de los misterios y de la pasion: se inventó el divino Erófono que es la voz del Amor, y que no necesita acompañar á Idolo de mi vida, ó mi ardor á su ardor corresponde, para espresar en todos sus mas ténues matices todos los mas tiernos afectos del corazon. La sinfonía, propiamente dicha, jamás tuvo palabras, y sin embargo ella todo lo espresa: es el melódico canto de lo infinito. La fantasía, el amor y el pensamiento religioso, absorvieron, desde ese instante, el génio de los grandes compositores, y produjeron obras maestras, ¡Se podrá creer que se han precisado siglos, para llegar á este resultado, y que el Orfeo de los Cristianos, el divino Rossini, ha arrojado su Moises y su Guillermo Tell ante los bárbaros del siglo XIX!

El argumento de Setentrion y Africa, felizmente privado de palabras, se explica muy bien á los ojos. El viejo Setentrion, adornadas las sienes de témpanos de hielo y apoyado en un baston de roble, atraviesa el lago Mediterráneo para calentarse al sol que se refleja en las montañas del Atlas. Una jóven sentada sobre un leon y coronada de la flor del loto, aparece y se apiada del pobre viejo desconocido transido de frio; toca su mano, y Setentrion parece despertar sobresaltado y recobra su juventud. Entónces Africa coloca una flor de loto en la cabellera del anciano y le devuelve sus búcles de ébano; le da un beso en la frente, y él, que era un Saturno, se convierte en un Antinous. Pero todo el poder de la jóven se limita á estas metamórfosis; á nada mas alcanza su poder en pro del porvenir del Africa. Setentrion rejuvenecido, devuelto á su sangre el calor, enamorado, transforma á su vez este viejo Estado salvaje; siembra, edifica, fecunda, presta á la indolencia del mediodia el genio del Norte, y se completa la grande obra de la civilizacion.

Esta alegoría de la conquista del suelo Africano por la Francia, había obtenido en Paris un éxito que no se debía tan sólo al sentimiento de un patriotismo legendario de ese pais. Desde Orfeo, el genio del hombre no había, en verdad, producido ninguna obra tan divina.

Durante el entreacto, Cándido había ido á hacerles una visita á sus dos amigos; en sus ojos se veian aún las huellas de las lágrimas que habia derramado al oir las armonías del maestro, cuando celebraba las dichas del amor feliz y regenerador. Enrique le preguntó, con sincero interés, las causas de su abatimiento, y Primavera le refirió la triste historia del pobre enamorado.

Conmovido al oir de semejante infortunio, Enrique trató de consolarle y prometió que, si la respuesta que se esperaba no hubiese llegado por el siguiente dia, iría él mismo á Borbon, antes de marcharse para su destino. Cándido, alborozado, estrechó la mano de Enrique y le dijo:

—¡Me vuelve V. á la vida! Dios es el que le ha traido bajo nuestro techo. Violeta y yo le deberemos nuestra felicidad.

Despues de la representacion, Sebastian dijo á sus huespedes:

—Mañana daré á Vds. otra sorpresa mayor: les haré ver todo Buenos Aires. Entre tanto, hagan provision de descanso, pues el dia será de dura labor. En sus aposentos hallarán las noticias de la noche.

Al retirarse, Enrique encontró, en efecto, sobre un gran velador de ébano, la coleccion de los periódicos de Buenos Aires que salian por la noche: eran tomos elegantes, bien encuadernados bajo tapas flexibles, y del formato de un in 8° ordinario. En su mayor parte, estaban redactados en cinco ó seis idiomas; el Diario Oficial era el único que se publicaba en todos los idiomas de uso más general. Enrique vió con sorpresa que su nombramiento para la prefectura de los Andes del Norte se sabía ya y la discutian los periódicos. Todos, hasta los de la oposicion—hoy la oposicion es de buena fé—felicitaban al Ministro por la eleccion.

La sorpresa de nuestro jóven Prefecto hubiera cesado si hubiese podido ver el ingenioso mecanismo que compone, imprime y encuaderna los periódicos de ahora. El cajista, sentado delante de su máquina, que se parece mucho á los pianos de otro tiempo, recorre con sus ágiles dedos las teclas, al leer su manuscrito, y los caracteres, colocados en las casillas correspondientes á las teclas, se colocan en órden por sí mismos en la forma en líneas y en columnas. Un buen tipógrafo puede dejar listo un periódico de gran tamaño en una hora.

En cuanto á la máquina de imprimir puede sacar 500 ejemplares por minuto, 30,000 por hora, que salen de la prensa encuadernados á la rústica. Siempre es el antiguo sistema Marinoni al que nuestros modernos mecánicos han hecho algunas pequeñas modificaciones y agregados.

Nuestros jóvenes esposos no se entretuvieron mucho de política: tenian otras mil cosas que hacer. Despues de haber dado gracias á Dios por las mercedes que les concediera en ese dia, entraron en el aposento destinado para el sueño.

VII

Al dia siguiente, Sebastian madrugó mucho para hacerles ver á Buenos Aires á los dos jóvenes viajeros.

Un lindo y pequeño carruaje de paseo les esperaba ante la puerta de la casa; era una verdadera joya, liviano como una mariposa, sólido como el bronce, sencillo como el acero bruñido. El tiro figuraba un hipógrifo con alas azuladas. El resorte que impulsaba el carruage en cualquiera direccion era de los mas ingeniosos. Esta feliz invencion que nos dá la más completa seguridad en vez de los peligros de antes, está en moda desde hace veinte años. En tiempos de barbarie, se llenaba la ciudad con una multitud infinita de caballos que continuamente ponian en peligro la vida y los miembros de sus dueños y de los transeuntes. La gente rica, para dejar satisfecha una vanidad pueril, lanzaba en las calles angostas sus corceles fogosos ó asustadizos, y proporcionaba á los reporters de los periódicos un lindo contingente de catástrofes diarias. En esos tiempos, los tramways, las carretas, carretillas y ginetes cruzábanse locamente por toda la ciudad, pisoteando, aplastando, chocando, asustando, y sobre todo, poniendo en exhibicion los esqueletos de pobres rocinantes automáticos, martirizados por cocheros torpes ó crueles. Buenos Aires era entónces un campo de batalla en que los vehículos y los caballos hacian el oficio de balas de cañon; sin tener en cuenta que si se libraba uno, por milagro, de estos proyectiles, arriesgaba veinte veces romperse el pescuezo ó las piernas sobre un empedrado de tal modo dispuesto para dar una idea bastante aproximada de las olas del golfo de Gascuña.

¡Oh! el antiguo empedrado de Buenos Aires!! si hemos de dar crédito á las descripciones que nos han dejado las leyendas, las crónicas y los dibujos satíricos del Siglo XIX!!

Hoy, la calzada se halla cubierta de un cemento duro y bruñido como el acero, en el que han incrustado pedacitos de mármol pulimentado, de todos los colores. Los artistas empedradores se han entregado á verdaderos excesos de imaginacion para formar, con estos pedacitos de mármol, arabescos y dibujos los más caprichosos; el comercio tenía que aprovechar naturalmente este mosaico para hacer de él un instrumento original de publicidad, así es que se puede leer sobre el empedrado de las calles, de las plazas, de los squares y de los paseos los nombres y las señas ó direccion de las principales casas de negocio. La poblacion China, como es aquí muy numerosa, y el idioma del Celeste Imperio tan comun como cualquiera de las lengua Americanas ó Europeas, y además la Escritura Chinesca prestándose admirablemente á la concision, estos avisos, en la mavor parte, estan trazados en Chino.

Por todas las calles circulan los tramways eléctricos; no ya esos pesados y amenazadores tramways de antaño, con sus cornetas que daba dentera oirlas y capaces de hacer condenar á un santo, pero sí unos bonitos carruajes de 8 asientos llamados golondrinas, cómodos, coquetos, sobre flexibles muelles y de pequeño bulto. Su trayecto es siempre directo de uno á otro estremo de cada calle; una calle está destinada á los tramways que suben, su vecina á los que bajan. El número de estos carruages es incalculable, si se recapacita que la salida de cada carruage se efectua de dos en dos minutos. Sin embargo, el órden del desfile á derecha é izquierda se observa tan perfectamente que casi nunca sucede un aglomeramiento y jamás ningun accidente.

Por otra parte, hay en las encrucijadas las más peligrosas, puentes de fierro con pasamanos plateados, livianos y con recortes que semejan inmensas colgaduras de encajes, los que, apoyándose en los cuatro ángulos de las calles, permiten á los transeuntes atravesar las calzadas, al abrigo de los carruajes. Las escaleras tienen dos metros de anchura, mitad para los que suben y mitad para los que bajan. En medio de la plataforma de interseccion, se encuentran elegantes kioscos, pintados de azul y oro; en uno se espenden los periódicos, en otro una jóven vende flores y distribuye gratuitamente á los transeuntes las bebidas higiénicas suministradas por la junta de salubridad, ó el agua fresca y pura de la Sociedad de aguas clarificadas de la ciudad.

Por otra parte, el establecimiento de las vias férreas subterráneas que atraviesan la ciudad y ponen en comunicacion, con la estacion del Puerto, todas las líneas que vienen á parar á Buenos Aires, es de poderosa ayuda para facilitar la circulacion. Este ferro-carril, llamado El Metropolitano tiene estaciones en las principales calles, y cada cinco minutos sale un tren en pos de otro tren.

VIII

La mano puesta en el timon de ébano, Sebastian condujo á sus huéspedes primero al templo principal, que ha tomado el lugar de la antigua Catedral, que cayó bajo el martillo del demoledor, al ensanchar la Plaza de la Victoria. Esta obra maestra del inmortal Arquitecto Argentino Muratore, ocupa la esquina de la Avenida Rivadavia y de la calle Magallanes. Abarca, con todas sus dependencias, dos cuadras completas.

Muratore había estudiado arquitectura en la escuela de Bellas Artes de Buenos Aires y obtenido el gran prémio. Preciso es decir que este Gran Prémio confiere al que lo obtiene, el derecho de viajar veinte años á expensas del Gobierno, y el de construir un monumento público—que de antemano se le señala—dentro de los veinticinco años contados desde su salida de la escuela. Aprovechándose de la munificencia de nuestras leyes, nuestro inmortal arquitecto había ido á visitar la vieja Europa para estudiar las obras maestras del arte Griego y Cristiano: las Catedrales de Roma, de Amiens, de Chartres y de Milan, la Abadía de Westminster, San Pedro de Roma, la Mezquita de Santa Sofía, de Constantinopla. Segun los vestigios que se hallan derribados por tierra ó desparramados en los museos, en los trabajos de los sábios, de los arqueólogos y de los numismáticos, con todo eso había llegado á reconstruir, bajo su primitiva forma, la Acrópolis de Atenas, el templo de Diana en Efeso y el de Salomon en Jerusalem. En Pekin había admirado el Altar del Cielo y el de la Vida Eterna, y en Lahore, en Dehli y en Ceylan las gigantescas y misteriosas pagodas de los sacerdotes de Brahma y de Budha.

De regreso á Buenos Aires, despues de doce años de viajes, trabajó trece años para poner en orden todos esos materiales, y del crisol en que había echado esa enorme masa de estudios, había salido el plano admirable de esa Catedral, que los artistas del mundo entero vienen á contemplar con entusiasmo. Muratore no gozó de la dicha de ver su obra concluida; envejecido y gastado antes de tiempo, murió doce años antes de finalizar los trabajos.

El cuadro tan exíguo de este relato no nos permite dar una descripcion, aunque fuera compendiada, de esta Catedral; diremos tan sólo que el coronamiento lo forman siete cúpulas: seis de la talla de la Cúpula de San Pedro de Roma, que sostienen la séptima de un diámetro dos veces mayor. En la interseccion de esta Cúpula central con las demás, se elevan cinco minaretes de una altura prodigiosa, mientras que todo en derredor de la fachada exterior, entre cada una de las seis cúpulas, siete torres con sus correspondientes campanarios superpuestos y tallados transparentes como los de Rouen ó de Milan, se lanzan desde el suelo hácia las nubes, pero á menor altura sin embargo que las agujas de los minaretes. En estas torres hay una orquesta completa de campanas con acompañamiento de charangas ó címbalos automáticos, que llenan los aires de alegres notas y patrióticos cantos en dias festivos y de regocijo público. Una cruz colosal sirve de remate al cimborio principal y domina la estátua de la Vírgen y de los cuatro Evangelistas y de San Pedro que coronan las seis cúpulas inferiores.

Este edificio tiene, en todas sus proporciones, tal grandeza, tal majestad y los tesoros de escultura, de pintura, de tapicería que lo adornan estan distribuidos tan admirablemente y con tan profundo sentimiento del arte religioso, con tal fé, pudiera decirse, que, al penetrar en él, se esperimenta una honda impresion. Parece que el mismo Dios viene á manifestarse allí al alma humana, y las ideas de ese misterio infinito se nos imponen, sin que al espíritu le sea dado impedirlo, aún al del más materialista de los visitantes.

La Catedral se halla circundada por un pórtico de doce metros de ancho, empedrado de mármoles preciosos y sobre el cual se abren, por un lado, las puertas del edificio, y por el otro, las Capillas históricas destinadas á los grandes servidores de la patria. La historia de estos hombres ilustres se halla escrita sobre el mármol de sus tumbas, para que sirvan de enseñanza á las generaciones que en pos de ellos vendrán. Es el culto que se rinde á los santos de la humanidad, culto que estrecha la mano al que se ofrece á los elejidos de la Divinidad.

En los edificios que rodean á la Catedral, y que se enlazan por medio de galerias de mármol color rosa, estan los Palacios del Cardenal Arzobispo de Buenos Aires, y de su Capítulo; las oficinas de la Administracion diocesana, los Seminarios, y los salones de reunion de las cofradias piadosas.

Primavera bajó del carruaje, y, del brazo de su esposo, entró en la Iglesia, la recorrió y de nuevo subió al carruaje, sin que Enrique tuviese que castigar ni la insolencia de una sola mirada de admiracion indiscreta ó de malsana curiosidad, que se hubiese dirijido á la maravillosa hermosura de su mujer. No nos hallamos ya en aquellos tiempos en que las Iglesias de Buenos Aires tenian una apariencia más que mundana; en que los jóvenes alineados en los átríos de las iglesias y sus naves laterales, pasaban el tiempo, que duraban las ceremonias religiosas, en mirar de un modo intencionado y atrevido á las señoras que estaban arrodilladas ó sentadas en la nave principal, adonde las jóvenes católicas iban temblando á las misas mayores de los dias de fiesta. Actualmente, el interior de la Iglesia ha vuelto á recobrar la dignidad de que, la relajacion de la fé y de las costumbres, la habian privado en tiempos pasados, y la salida de la Catedral no se parece ya á la de un teatrillo de mala muerte.

La calle Cristóbal Colon conduce de la Catedral á la plaza principal, llamada plaza Roca. Una hermosa estátua ecuestre de este general adorna el centro de la misma. Se recuerda aun hoy dia que Roca, dos veces Presidente, desde 1880 hasta 1886, y de 1892 á 1898, había preparado y dirijido las campañas del Rio Negro y del Gran Chaco, y de este modo abierto á la Colonizacion más de 30,000 leguas de territorio. Tampoco han echado en olvido que la inmigracion bajo sus dos períodos gubernativos ha tomado un desarrollo considerable y que fué siempre en aumento, merced á la tranquilidad con que supo dotar al país, y á las leyes liberales de que él fué el inspirador. En fin: todo el mundo sabe que á fuerza de sabiduría y moderacion, completó la fusion de todos los partidos que dividian entonces la República y que desde entonces formaron la gran unidad Progresista.

Esta inmensa plaza presenta en sus cuatro costados, sin solucion de continuidad, vastas posadas, que siempre parecen demasiado pequeñas, debido á multitud de viajeros de las cinco partes del mundo, que afluyen á este centro. Se levantan cuatro Teatros en el centro de cada línea, siendo obras del mismo arquitecto. El mas hermoso y el mayor de ellos es el Teatro Rossini; su arquitectura es de lo mas gracioso; las columnas de su perístilo las forman figuras de mujer combinadas de la manera mas ingeniosa y del mármol mas puro, cuyos grupos, superponiéndose sostienen el cornisamento. Las melodiosas heroinas de la obra Rosiniana han sido personificadas por el célebre escultor Dimitry de Atenas, y adornan su frontispicio. Este Teatro, esclusivamente destinado para la música, puede acomodar seis mil espectadores. Los otros tres teatros se reservan para el baile, para las grandes pantomimas y ejercicios ecuestres interpolados con juglerias indianas, japonesas y chinas.

En Buenos Aires, hoy, los teatros en que se habla no son en todo sino dos, y esos, están relegados á los límites del barrio marítimo. En la antigüedad, la Comedia y el Drama han gozado con justicia de un gran favor, y esto se comprende. Los vicios, las ridiculeces, las pequeñas pasiones, toda la chismografia del viejo mundo tan limitado, ya no ofrecen, en nuestros dias, ningun interés. El Universo representa un drama, nó en cinco actos, pero en cinco partes; mil eslabones eléctricos cuentan mil escenas, y forman á cada instante un diálogo eterno entre ambos mundos. A dos actores que contasen sus asuntos delante del agujero del consueta nadie les escucharía ahora.

La música es la única que ha conservado el derecho de hablar; ella sola puede hacerse comprender de un público compuesto de todas las naciones y de todas las lenguas del Universo. Todas las sátiras mezquinas de la humanidad, todas las representacio­nes escénicas de nuestras enfermedades morales, todas las convicciones que no servian sinó para alimentar los odios y las misantropías, porque presentaban el hombre al hombre bajo un aspecto horriblemente feo, todas esas lecciones de moralidad que caian de la viciosa cátedra del teatro, ya no tienen su razon de ser, y no encontrarian eco en este siglo de comunion universal, en que la verdadera civilizacion ha pronunciado estas sus últimas palabras: Fé, Amor, Caridad!

IX

En esta plaza se hallan tambien la Administracion de Correos y la de Telégrafos. La Administracion de Correos nada tiene que envidiar, bajo el punto de vista de las comodidades de toda clase, á los más afamados establecimientos de ese género de las demás Capitales del Universo. En un inmenso vestíbulo y sobremesas de mármol, se halla á la disposicion de todos, todo lo necesario para la correspondencia; el público circula con facilidad y encuentra el buzon de servicio del Correo para las cartas y los impresos. El Correo de las Mensagerías tiene su entrada particular por una calle cercana de la Plaza. Este último Correo que ha suprimido las lentitudes de los antiguos modos de comunicarse para los bultos de premura, emplea, para Buenos Aires sola, ochocientos carruages de postage; ella se encarga de cuanto se la quiera ocupar, hasta del cargamento mas grande, y hace la espedicion de todo bajo la responsabilidad de la Administracion. La Casa de Telégrafos está situada en frente de la de Correos; está construida por el mismo estilo y ambas se armonizan. Se vé en su fachada el gran Tabularium en el cual se inscriben las noticias que interesan al público; de dia, esas noticias se trazan con caractéres blancos, de un metro de alto, sobre el fondo negro del Tabularium; de noche las letras las forma el fuego eléctrico. En este instante la noticia inscrita en el Tabularium dice así: Mendoza † Mediodia † Tunel del Tupungato concluido. Ferrocarril de B. A. á Santiago se inaugurará dentro de 12 dias.

Los jóvenes esposos no prestaron su atencion por mucho tiempo á esta plaza y sus monumentos; deseaban cuanto antes ver el puerto de Buenos Aires, pues se le considera como uno de los primeros del mundo. Trabajos, en otro tiempo casi imposibles, y hoy sumamente fáciles, merced al agente eléctrico, con que se ha profundizado el lecho del Riachuelo y ensanchado sus orillas, han hecho de él un rio navegable hasta para buques del mayor porte—en una estension de cinco kis. Se ha precisado un siglo para terminar este trabajo; pero ¿qué es un siglo en la vida que el porvenir le tiene reservado á Buenos Aires? Una parte del antiguo barrio de la Boca y de Barracas ha sido transformado en puerto, y nada conmueve tanto como la vista de este inmenso estanque de agua viva en que tremolan los pabellones universales y amigos, á los que sirven de marco los palacios del comercio con sus cornizas de mármoles índicos, coronadas de estátuas de navegantes ilustres. Allí está la Bolsa, edificio inmenso de estilo Egipcio, custodiado por dos esfinges gigantescas, símbolo misterioso que recomienda la prudencia á los especuladores demasiado arrojados.

Los muebles estan construidos con enormes baldosas de granito de los Andes, y principian en el desembocadero del muelle gigantesco de que ya hemos hablado. En este punto se levanta la colosal estátua del Prometéo antiguo hecha de bronce dorado: homenage que con ella rinde la civilizacion moderna al génio profético de la antigüedad griega. El gigantesco Titan aplasta contra la roca al buitre, mientras que, con una de sus manos estendida por encima de su cabeza, sostiene el sol eléctrico, que despues de ponerse el Sol, enciende de nuevo el dia en la inmensa zona que le rodea. La Estátua es un Faro, y los rayos de su vasto foco luminoso eclipsan, en las noches de verano, las mas brillantes constelaciones.

Los muelles orlan las orillas del rio por espacio de una legua. Preciso es volver hácia la antigüedad Egipcia para hallar una tan estensa sucesion de edificios construidos sobre dos márgenes. Es el barrio de la opulencia comercial. Allí se encuentran las mil factorias que mantienen una correspondencia activa con el orbe entero. El muelle de la abundancia lo ocupa en toda su longitud un inmenso granero en que se acumulan los productos del país destinados á la Exportacion: el Arroz, el Trigo, el Maiz, la Cebada, el Azucar, el Café, los Vinos, la Lana, el Lino, la Seda etc. El Petróleo se halla encerrado en vastas cubas flotantes, de donde vienen á sacarlo bombas aspirantes y de compresion á la vez, para introducirlo en buques construidos exprofeso para el transporte de esta esencia mineral llamada á reemplazar el carbon que se ha hecho muy escaso. El embarque de animales en pié: caballos, bueyes, carneros etc., se efectúa en un estanque destinado especialmente para esta operacion.

Debido á su situacion topográfica, á la industria de sus hijos y los restos de Agricultura práctica, el suelo argentino produce actualmente las legumbres, los granos y las frutas de casi todas las latitudes, y en proporciones cien veces mayores de lo que precisa. En otros tiempos, cuando Buenos Aires era, para todo, tributario de otros países, apenas algunos centenares de buques surcaban tristemente su inmensa rada solitaria; ahora, más de veinte mil buques estan continuamente ocupados en cargar en nuestro puerto las riquezas agrícolas de nuestro suelo para transportar por el mundo entero la superabundancia de nuestra produccion. Estos resultados admirables se deben á la cordura y estabilidad de nuestros gobiernos, que han venido sucediendose desde hace doscientos años, á los decretos de 1907 acerca del Celibato, y sobre todo al ámplio estímulo dado á la inmigracion desde el año 1880. En esta época, por fin, fué que el gobierno comprendió que los gastos hechos en favor de los inmigrantes, que las prímas que se les ofrecian, serian devueltas con el céntuplo al país, con la industria y el trabajo de las familias estrangeras que vendrian á poblar las soledades de la Pampa. La corriente de la inmigracion una vez en movimiento, no se detuvo más é hizo de la República Argentina la reina de los Estados de la América del Sur. La inmigracion China por sí sola—que no empezó sinó hácia 1885—no nos ha traido menos de dos millones de colonos.

Para la salubridad de estos grandes centros marítimos tan populosos, hácia 1950 se plantó un bosque de 800 cuadras de superficie, como á dos kis de la entrada del puerto, sobre la márgen derecha del Riachuelo, y apenas á cien metros del rio. Sirve de parque, de jardin público, de paseo á este inmenso barrio del Puerto. El público encuentra allí, sin pagar por ello, todas las diversiones posibles: Teatros, Circos, Hipódromos, Naumaquías, Conciertos, Bailes, Fuegos artificiales, Ascensiones aerostáticas, Carreras, Casas de fieras, Bibliotecas, Regatas, Justas sobre el agua, Juglares de la India, Bayaderas, Palos enjabonados, Magnetizadores, Gabinetes de física recreativa, Montañas rusas, Cafés cantantes, Figuras de cera, Gigantes de Alemania y Enanos de Laponia, en fin, todos los fenómenos zoológicos del universo, de la naturaleza. El Banco Universal del Crédito territorial Argentino hace frente á los gastos de tantas diversiones tan gratas para el pueblo, sobre todo cuando no paga nada por ellas.

El Banco del Crédito territorial Argentino no consagra á este gasto sino una mínima parte de sus inmensas rentas. El orígen de la fortuna colosal de este establecimiento, de sus entradas escandalosas—si estas no se empleasen en parte para cubrir gastos de utilidad pública—se debe al aumento casi inverosímil del valor de los terrenos de que en otro tiempo se hizo comprador y dueño. Algunos de estos terrenos valen hoy mil seiscientas veces lo que costaron al adquirirlos; es decir: las leguas que se pagaron antes á razon de cinco mil pesos, hoy cuestan ocho millones; ó, en otros términos, que una hectárea cuadrada vale hoy lo que antes valia una legua.

Sobre la orilla exterior del Bosque se halla el Jardin de las Cenizas, en donde, y bajo árboles corpulentos y entre flores, están depositadas las urnas funerarias; en el centro de estos Jardines se ha levantado la pirámide en la que se hace la cremacion de los cuerpos.

X

La region del bosque del Riachuelo corona dignamente todas las magnificencias del barrio del Puerto. Nada tan espléndido como la avenida triunfal que une el bosque á la ciudad, y á cuya extremidad se levanta el arco de Triunfo de la Paz, gigantesco orador de granito consagrado á los triunfos de la Paz, llamado á ocupar en nuestra moderna civilizacion el lugar de los monumentos que nuestros bárbaros antepasados elevaban á los conquistadores victoriosos.

El arco de la Paz está dividido en cinco partes como nuestro globo; tiene cinco faces, ó cinco losas de mármol, sobre las que están grabados los nombres de los héroes de la Paz con los títulos de sus victorias. No ha habido celos mezquinos de nacionalidades que hayan venido á escluir ningun nombre estrangero. Los descubrimientos de Heinbach, al poner al alcance de nuestra vista las espantosas revelaciones del infinito, han hecho que miremos con tanta lástima lo exíguo de nuestro átomo planetario, que no nos atrevemos ya á dividirnos, y que ya no nos consideremos verdaderamente grandes sino por el alma, la inteligencia y el bien.

Enrique y Primavera leyeron los principales nombres inscriptos sobre las cinco faces del Arco de la Paz con sus títulos de gloria. Algunos de ellos bastarán para dar una idea de los demás.

Urquiza, de Tucuman, ha descubierto el remedio para la filoxera.

Samuel Platt, de Lóndres, ha legado para los huérfanos de marineros muertos en el mar, una renta perpétua de 50 mil libras esterlinas.

Marquerat, Nueve de Julio, ha connaturalizado en la República Argentina el alcornoque y los gusanos de seda de la China.

Espinosa, sacerdote Argentino, ha convertido al Cristianismo y á la civilizacion, y atraido á la Pátria Argentina, treinta mil Indios asilados en las Cordilleras de los Andes.

Ristorini, natural de Buenos Aires, ha descubierto las minas de oro de San Juan.

Jouffroy, de Paris, ha conseguido almacenar el calor solar y aplicarlo á las necesidades ordinarias de la vida.

El Doctor Suel, de Montpellier, ha descubierto el remedio para curar la tísis.

Francisco Simon, de Chalon Sur Saone, aplicó el sistema de los fierros de foco de platino del Doctor Paquelin, á la marca de animales, lo que ha aumentado en cien millones anuales el valor del ganado Argentino.

Schwehr, de Bale, por medio de una hábil canalizacion, ha devuelto al Egipto su antigua fertilidad.

J. Spiers, de Dublin, merced al agente eléctrico, ha hecho desaparecer todos los escollos de coral á flor de agua que hacian tan peligrosa la navegacion del mar llamado de Coral.

Los cinco catálogos del Arco de la Paz están á mitad llenos con estos títulos de nobleza; pero á la otra estremidad de la avenida, se va á construir en breve otro arco triunfal, erigido para perpetuar la memoria de los verdaderos bienhechores de la humanidad.

Nuestros jóvenes esposos quisieron llevar consigo un recuerdo del Arco de la Paz y sacaron de él un cliché instantáneo por medio de su cámara oscura de bolsillo, tan cómoda para los turistas.

¿Qué diremos ahora de los Hospicios, Hospitales, Escuelas, Museos y Bibliotecas, de las inmensas colecciones cosmopológicas, zoológicas, ornitológicas elicpológicas, de los jardines de plantas y de aclimatacion esparcidos por toda la ciudad y que nuestros viajeros apenas si tuvieron tiempo de pasar por ellos á la carrera? Se hubieran precisado quince dias tan solo para examinar en detalle el Museo de Fotografía, que viene á ser como el resúmen de todos los museos del orbe. Desde el descubrimiento de la fotografia de colores, es decir: que reproduce á un mismo tiempo que sus formas y sus líneas, el color de los objetos, las obras maestras de los pintores de tiempos antiguos, coleccionadas, forman museos admirables en que en realidad se encuentran sus cuadros con toda la riqueza del colorido. La fotografía que hoy reproduce á la Naturaleza con sus tintes los mas vivos, y más cálidos, y las matices mas delicados, alegran y vivifican ahora nuestros aposentos que antes hacian sombríos con imágenes abominablemente negras y tristes.

Al pasar por el Teatro que funcionaba de dia, Primavera manifestó el deseo de alquilar un palco para presenciar el magnífico espectáculo que tiene por araña el Sol. En ese momento representaban el Ballet las Oceánidas ejecutado por mil muchachas de todos los paises, de todos los matices de cabello y cutis. Enrique dirigiendo la palabra á su esposa con mucha dulzura, le dijo:

Tus deseos, queridita mia, tambien son los mios: pero este espectáculo dura cinco horas, y tengo imperiosos deberes que cumplir. Primeramente tenemos que ir á la isla de Borbon á causa de ese pobre Cándido siempre privado de noticias; es un servicio urgente. Tampoco debo echar en olvido mi prefectura de los Andes del Norte. Desde anoche no dispongo ya de mi persona; pertenezco á los Colonos de Jujuy y del Gran Chaco, y á los accionistas de mi mina de cobre. Cinco horas dedicadas á un placer frívolo pesarian sobre mi corazon cual un remordimiento.

Primavera inclinándose dijo:

—Tú siempre tienes razon.

Los dos esposos, despues de haber enviado á Bonifacio al Hotel de la Prefectura de los Andes, para tener todo listo para su próxima llegada, se despidieron de Sebastian y de Cándido en el embarcadero Americano, delante del muelle de pasajeros. Allí se apostan los paquetes de hélice eléctrica que bajan el Rio de la Plata y toman vuelo hácia la India, tocan en el Cabo de Buena Esperanza y Borbon. No hay sinó una salida cada dia. Son como ciudades flotantes; su mole no perjudica á su ajilidad, merced al poder irresistible del agente locomotor. Hoy, un viaje de un mundo á otro, se mira como un paseo; hay trenes de recreo todos los dias, que recorren la distancia de Buenos Aires á Paris.

XI

El Paquete que llevaba á nuestros jóvenes esposos se llamaba el Rio Negro. Cansado con su largo paseo al traves de las maravillas de Buenos Aires, Enrique y Primavera, despues de un corto refrigerio tomado en el salon de sus aposentos, y un paseito sobre cubierta en que la orquesta del buque tocaba, segun costumbre diaria, á la salida y á la puesta del sol, los cantos patrióticos de todos los pueblos del mundo—se recogieron.

A pesar de la afluencia de pasageros, los paquetes de la línea India á Buenos Aires estan dispuestos interiormente con tanta inteligencia y tal conocimiento de lo confortable y lo cómodo, que todos los pasageros disponen de un dormitorio con una ó dos camas, precedido de un saloncito coqueto, adornado con flores y fotografías coloreadas que representan las mas bellas vistas de ambos hemisferios. El sueño, á bordo, es siempre tranquilo, pues no llega á oido de los pasageros ninguno ruido de máquinas ni de hélice, debido á un sistema de encapullamiento con cautchuc muy grueso que rodea todos los camarotes, los aposentos de las máquinas y los tubos que contienen las hélices. Desde hace mucho tiempo el vaiven y cabeceo de los buques se habia hecho insensible. La marcha del buque, término medio, es de tres kis. por minuto, es decir: 4320 kis. por dia; de modo que al tercer dia por la mañana á las tres, el Rio Negro tocaba en el Cabo de Buena Esperanza, habiendo hecho 1600 leguas en treinta y seis horas.

En el momento en que el buque llegaba á puerto, un maitre d' hotel, vino á despertar á Enrique, para entregarle un telégrama que allí en el Cabo le esperaba; este telégrama era de Cándido, en que le anunciaba que habiendo dado el padre de Violeta, una respuesta favorable, se hacia inútil el viaje á Borbon. La demora habia sido causada por una rotura del cable telegráfico entre Madagascar y el Cabo, así que, favorable ó adversa, la noticia no habia podido llegar la víspera á Buenos Aires. Nuestros jóvenes esposos, felices con este incidente, la misma mañana á las seis tomaron pasage en un Paquete que salia para Bahía Blanca, adonde llegaron al tercer dia á las ocho de la mañana. Inmediatamente tomaron el tren de Bahía Blanca al Cabo—el que los condujo en tres horas á San Cristobal: este fué un nuevo paseo.

Despues de haber prestado algunas horas á los deberes sagrados de la familia, volvieron á tomar el ferro-carril del Oeste, y llegaron al dia siguiente á Petrolina, prefectura de los Andes del Norte.

Se le esperaba á Enrique con todos los honores que eran debidos á su rango y á su mérito. El fiel Bonifacio habia organizado ya su casa, en donde todo estaba listo para recibirle.

Enrique es el modelo de los prefectos y de los maridos. Merece tener una numerosa familia: ¡que Dios se la conceda!


Publicado el 21 de septiembre de 2019 por Edu Robsy.
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