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Y esto, ¿a qué viene? En fin: no sé, pero supongo que nada esencial, salvo, quizá, el diario, ha cambiado en nosotros últimamente. Las muchachas están ahí, y el vino y el cine y todo puede marchar adelante sin muchas complicaciones. Pero yo no he tenido suerte.
En realidad, nunca la tuve. Mara siempre luchó contra esto, pero no tuvo el menor éxito. Decía que la gente quiere gente como ella y no ideas y más ideas; decía que, a la hora de reír, se ríe y que para las lágrimas nunca ha de haber tiempo.
Y Mara era buena, como Abuela, aunque, generalmente, discutían por nada. Se cambiaban el lugar del azafrán y compraban jabones distintos, pero eran buenas.
Luego Mara se fue con un señor y no volvió más; el hombre, sí; regresó y me preguntó qué era yo de Mara y todo eso que preguntan los que creen tener derecho a hacerlo.
Fue entonces cuando me quedé con su reloj, que estaba grabado: "A P.G. de R. 1-7-67". Por eso me pasé mucho tiempo pensando, incluso con la fresadora en marcha quería saber cuál era ese nombre que empezaba por P: ¿Pánfilo, Patricio, Pastor, Paco, Pepe? Estos últimos eran vulgares, y los otros, como los que se leen en las novelas.
3 págs. / 5 minutos.
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Publicado el 7 de octubre de 2020 por Edu Robsy.
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