El Poeta

Arturo Robsy


Cuento


"El poeta es un ente continuamente amenazado por la realidad (de la que debe salir triunfante) y por sus sentimientos (a los que debe conceder un amplio margen de libertad) y por la palabra que, en él, no es solamente un vehículo".

Veintidós años tenía el poeta cuando escribió esto en su casa que daba al mar. También una novia rubia y rolliza y un ilimitado caudal de esperanzas.

Diez años después releyó el párrafo al encontrar el perdido cuadernito de hule. Naturalmente no resistió la tentación de enmendarse la plana:

"La historia íntima del hombre es la de sus fracasos. La pública, la de sus éxitos. La social, la de sus calamidades. La absurda, la de sus vicios. El poeta es centro y límite de todas ellas." —escribió.

Por aquellas fechas, claro, tenía una esposa, que no era la rubia rolliza, y un mocoso simpático que deshojaba sus libros; y, en la mente, el proyecto de la más genial obra de dos siglos (por cierto que, al terminarla, le fue devuelta por un editor con la siguiente nota: "no está usted en la línea").

Y diez años más y el cuadernito ya anciano, con sus tapas de hule llenas de máculas. Y, de nuevo, la imperiosa necesidad de corregirse:

"La nueva inteligencia es el AÑO CERO. Ver y no explicar, saber y no decir. Solo lo físico existiría sin el hombre y, desde luego, una piedra no suele hacer metafísica. El poeta es el año cero de todas las cosas".

La vida era de una plenitud transparente y habitual: la costumbre de la intimidad, el hijo que se encerraba en el lavabo para empezar a fumar; las playas y las ropas alegres, y el mar, para todos los gustos, frente a su casa. El mar del que había dicho "era ejemplo para los hombres de bienhacer y perennidad".

Y otros diez años saltaron y el cuadernito, ya sin hule, volvió a caer en sus manos solo para producirle asombro. "¿Todo esto he pensado?". Una ironía más de la vida que, con el bolígrafo, subsanó rápidamente:

"Prescindir del hombre aumentaría la posibilidad del conocimiento —escribí—. Juzgamos demasiado con nuestras glándulas y muy poco basándonos en matrices mentales (método). Ser poeta tiene mucho de absurdo".

Por aquel entonces su hijo terminaba el servicio militar y su mujer se obstinaba en acudir a un gimnasio. El, ya serenidad, miraba fríamente a lo pasado y no sentía el menor respeto por ello.

Luego, un día, diez años más tarde, buscó la libretita y leyó ávidamente. Él no estaba allí; evidentemente todo aquello era erróneo pero, esta vez, no corrigió nada.

¿Hacer o no hacer caso a la nostalgia?

Su hijo le llamó, entonces, desde la sala: acababa de llegar con la nuera y el nietecillo.

—Voy —dijo.

Y rompió el cuaderno.


17 de octubre de 1972


Publicado el 28 de marzo de 2019 por Edu Robsy.
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