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Pero pasearse desnudo entre los nudistas es una provocación demasiado sutil. Ellos se defenderán de usted con pensamientos progresistas o con brincos exhibicionistas dedicados a escandalizarle.
Un paso en el camino de la provocación es efectuar el paseo con perro. Los canes, en su amistosa simplicidad, se acercan a oler, porque apenas pasan de ser una nariz con sentimientos. El por qué se obstinan en oler determinadas zonas del nudista es algo que tiene que ver con su filosofía de la vida. Su máxima es dime cómo hueles y te diré quién eres.
Parece ser que el hocico de un perro es uno de los pocos artilugios capaces de infundir sentido común tanto al nudista macho como a la nudista hembra. Su inconsciente les grita que debajo tienen dientes y, forzados por tal inconsciente, se cubren con las manos las partes más delicadas. El padre sol, desde lo alto, suele agradecerlo.
Así pues, un perro es un tesoro para el provocador. A su paso la gente se protege, demostrando con los hechos que la desnudez no es natural sino una situación de indefensión: imagínese que un inspector de hacienda cayera sobre usted a la salida de la ducha.
2 págs. / 5 minutos.
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Publicado el 1 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.
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