Expedición a la Llama

Romances de España y Esperanza

Arturo Robsy


poesía



El aprendiz de poeta

Anti-prólogo


Esta vez el autor se prologa a sí mismo, porque le es imprescindible decir lo que nunca se dice en el prólogo que nos hace el amigo. El autor no es un buen poeta, sino un poeta aproximado, y este libro no es un buen libro de versos, aunque sí intenta ser un acto de fe.

No muchos lectores saldrán de él deleitados, y sí, en cambio, heridos casi todos, quizá angustiados, porque, aún en verso romance, los problemas de España siguen siendo los dolores de todos.

No es un libro para el entretenimiento ni está hecho para el comentario favorable. Se compuso con la premeditación de un puñetazo, con la osadía que da la pasión y con la esperanza de hacer daño en alguna conciencia.

Va siendo hora de hablar de España, en prosa o en romance, con la firme voluntad de no ocultarla, de decirla como es: angustiosa, quemante, dura a veces y, a veces, necia. Tampoco el mérito de la ira es del aprendiz de poeta: otros se la han dado hecha y, con ella, él ha partido en esta Expedición a la Llama, de la que no tiene intención de volver: allí seguirá quemándose hasta que el mundo resuelva.

Da el autor las gracias al auténtico prólogo, el poema esperanzado de José Luis Vargas que abre los versos, y también a la mujer anónima a la que va dedicado el último. Entre ambos, lector, las llamadas para todos.


Arturo Robsy
Veinte de Noviembre de 1985

Victorias de la esperanza

Paso a paso, tiempo a tiempo,
se quiere hacer de nosotros
un rebaño de Corderos.
"Avegonzáos —nos dicen— ya que no sois de los nuestros
Vuestras Obras y Cultura,
vuestra vida y vuestros sueños,
tan sólo son ¡un montón
de fétidos excrementos!
¿Y vuestro andar en la Historia?
¿Y vuestro mirar en lo Bello?
¿Y vuestro crear Ideas?
¿Y vuestro inventaros Cielos?
Tan sólo son hojarasca
que remueve nuestro viento.
Vosotros sois sementales
que derramáis semen muerto.
Vuestras hembras, estériles viciadas,
productoras de dinero.
Vuestras crías han de ser pocas,
salvo bastardos sin cuento.
Vuestra sangre ha de extinguirse,
siendo casta de museo."

Y nosotros despabilamos la vela
oscureciendo el entierro.
No hacemos de ella la hoguera
resucitando a los muertos
que, oponiéndose al engaño
de "ser mansos", de "ser buenos",
hace ya siglos murieron.
¿Les es posible a las leonas
haber parido borregos?
¿Fue la semilla de águilas
engendradora de ciegos?
¡No, por cierto!,
mientras exista ¡ALGÚN POETA GUERRERO!

José Luis Vargas
Palma de Mallorca, 11/12/83

Hijo de toda mi carne

Hijo todo de mi carne:
te entrego, por fin, al tiempo,
al mundo, que es más que tierra,
a la vida y a los sueños.

Va contigo la semilla
de mis rectas esperanzas
y el agridulce misterio
de compartir nuestra Patria.

Sed de justicia te entrego
para que busques la fuente
que te la apague en un beso.
Vientos de España te lleven
por tu corazón sereno
y encuentren siempre respuestas
tus preguntas de hombre eterno.

Como mejor patrimonio,
ansias de España te dejo,
y en las manos, ilusiones,
y en los ojos, recuerdos
de este tiempo envilecido
hecho con años abyectos.

Hijo todo de mi carne:
sé hijo de mi pensamiento
para que siga en el mundo
la fe de mis sueños rectos;
hijo sé de mis banderas
y hermano de mis desvelos.

Ángeles libres te guíen
por las fronteras del miedo
y soles justos enciendan
la luz de tus ojos nuevos.

Cuiden de ti primaveras
y te bendigan luceros
si, como los hombres limpios,
jamás dudas de tus sueños
y, subido a tus miserias,
alcanzas mejor tus cielos.

Primavera

En cada vuelta del aire
me aguarda la primavera;
en cada grito del viento
la primavera me espera
con cinco rosas de fuego
bordadas sobre mi tierra.

En cada esquina del aire
España florece, nueva
como el sol de cada día
y, como el sol, siempre eterna.

En cada grito del viento
España su voz proyecta
hecha camino en las nubes,
hecha canción con estrellas,
y, anunciando nuevos mundos,
hecha entre brisas promesa.

¡Cómo necesito ver
la primavera postrera
que España va prometiendo
a mi sangre justiciera!

¡Cómo quiero florecer
en rosa junto a mis flechas
para que el tiempo profundo
el corazón me devuelva!

En cada grito del viento,
en cada brizna de hierba,
en cada esquina del cielo,
en cada surco de tierra,
con su sonrisa de virgen
me aguarda la primavera

Canción del capitán

Yo quiero ser capitán
cuando España se despierte
y llevar limpias estrellas
en el cielo de mi frente.

Yo quiero ser capitán
para enfrentarme a la muerte
delante de cien amigos
que sonrían para siempre.

Yo quiero ser capitán
de azules amaneceres
con tres primaveras rubias
en el centro de mi frente
y enrolar a las estrellas
en mi compañía alegre
para encender por las noches
el corazón de la gente.

Yo quiero ser capitán
cuando mi España despierte
y mandar cien esperanzas
a las tinieblas de oriente.

Ser capitán en España
cuando cien blancas mujeres
borden estrellas doradas
para el cielo de mi frente.

Armado con primaveras
y con auroras valientes
quiero ganar esta guerra
y vencer contra esta muerte.

Yo quiero ser capitán
para que España despierte,
y marcar con tres estrellas
un rumbo para mi muerte.

Busca el norte

Busca el norte; traza el rumbo
que te lleve hasta tus sueños
a través de las tormentas
de tu vida y de tus riesgos.

Acepta a tus enemigos
y guarda tus juramentos:
mientras la fe te acompañe,
serás señor de tus miedos.

Sube siempre a tus amigos
por la verdad y el aliento,
que las cosas que nos unen
anudan los sentimientos.

Camina con la sonrisa
y aléjate del secreto:
los hombres son transparentes
cuando quieren ir más lejos.

Navega tus soledades
hasta tu descubrimiento
y entrégate para siempre
a la misión de tu tiempo
para que los hombres sepan
que nos aguardan los éxitos.

Busca el norte, traza el rumbo,
lucha a corazón abierto;
hazte hermano de la luz,
jefe de tu pensamiento,
y por las albas brillantes
de tus limpios juramentos,
combate cada mañana
por el mundo de tus sueños.

En la frente

En el corazón airado
mi pobre Patria me duele
como la herida de fuego
de una puñalada ardiente,
como una vergüenza negra,
como una noche de muerte.

Españas llevo en la sangre;
Españas de gesto alegre,
de sonrisas y esperanzas,
de pa, de trabajo y mieses.

Para enfrentarme a los días
Españas marcan mi frente,
Españas llenan mis labios,
Españas me vuelven fuerte
para unirme a los destinos
de la España que promete
y, en el umbral de la vida,
gritaros alegremente:

Mi España siempre renace
frente a la España que muerte.

En el corazón herido
mi pobre Patria me duele
como un puñal que matara
la esperanza que me mueve:
para enfrentarme al mañana
a España llevo en la frente.

Días de muchas angustias

Días de muchas angustias
me han armado caballero
con espadas de coraje
y espuelas de sufrimiento.

He velado limpias armas
a través de cien silencios
y he rezado con estrellas
cubriendo mis pensamientos.

Días de muchas esquinas
me hicieron para lo recto:
cuando se vuelva a la tierra
la tierra ancha de mi cuerpo,
el mudno que yo persigo
vivirá con mis recuerdos,
con las armas que he velado
en noches de insomnio y hielo;

vivirá con las palabras
que consagré junto al viento
yu será la llama pura
en cuyos labios me quemo.

Días de muchas angustias
me han armado caballero
sobre las tierras de España
para mirar a lo lejos
y ser libre para siempre
siguiendo mis propios sueños.

Hombres todos los días

Hombres que estáis en la forja
de verdades con espadas,
haced armas para el tiempo
que está naciendo en España.

Hombres de todos los días,
batidos en esta fragua
de la angustia y la injusticia,
de la miseria y la rabia:
haced armadas con verdades
y dignidad con palabras.

Hombres de todas las tierras,
hombres de todas las hablas:
se suman todas las llamas
y la pasión que nos une
recibe el nombre de España.

Hombres de todos los fuegos,
haced la luz que se aguarda;
hombres de todos los vientos:
haced con la voz espadas,
y el mundo entero recuerde
el temple de vuestras almas.

Hombres que estáis en la forja
de los destinos de España:
fuegos de Patria os abrasen
las silenciosas entrañas
y en vuestras manos florezcan
la verdad y la venganza
para que el tiempo que viene
sea una edad de esperanza
y, envuelta en vuestra victoria,
camine, en paz, nuestra Patria.

Todas las culpas tengo

Como eterno responsable
a vosotros me presento
vestido de hombre tan sólo
y de ilusiones cubierto.

Con todas las culpas cargo
desde que naciera el tiempo,
y llevo en el alma guerras e iras en el pensamiento.

En las manos solitarias,
semillas de muerte llevo
y, entre los ojos cansados,
dolor y arrepentimiento.

Con gusto cargo con todo,
vestido de hombre en silencio
pero cubierto de gritos
y ansioso de ser sincero.

Hermano de los malvados
y hermano de los serenos;
para la vida, vital;
para la muerte, perverso:
dos mil años se acumulan
en lo malo y en lo bueno
de ser un hombre de España
entre la pasión y el miedo.

Vivo, entre auroras de sangre,
manantiales de recuerdos;
lejanas tierras me pesan
en el corazón secreto;
cercanos barros me ensucian
y me dominan inviernos
cuando anuncio primaveras.

Desde que naciera el tiempo
con todas las culpas cargo,
culpas que a España le debo,
pues con ellas me forjó hombre
en las llamas de mis sueños.

Con todas las culpas cargo
con alegría y empeño,
y aún con el alma de guerras
e iras en el pensamiento;
aún con solitarias manos
hechas para los excesos,
vestido de hombre tan sólo
en nombre de España vengo
y ante vosotros me pongo,
ansioso de ser sincero
aunque cubierto de gritos,
a deciros que pretendo
hacerme en todos vosotros
hermano de sangre y fuego.

Venganza

En nombre de todos pido
venganza justa, ¡venganza!
Por todos los muertos justos,
cuya sangre derramada
pesa sobre nuestra tierra,
exijo justa venganza.

Por el hambre y la miseria,
por la verdad y la esperanza,
por la injusticia y el odio,
por el fracaso y la rabia,
en nombre de todos pido
venganza justa, ¡venganza!

Por las promesas perdidas,
por el rencor que avasalla,
por los hombres que silencian
la fe que ruge en sus almas
y viven como no deben
vivir los hombres de España,
exijo mil y mil veces
venganza ardiente, ¡venganza!

A todos los hombres libres
la libertad nos aguarda
cuando, al grito de justicia
que recorre nuestra Patria,
responda con fuerza el eco
de la exigente venganza.

De rodillas

Los tiros de vuestras armas
no matan más que al silencio
porque más grita la sangre
de los hombres justos muertos.

Cuando suenan los disparos,
angustia de rayo y trueno,
la voz de España regresa
a gritan en labios nuevos
los gritos de la venganza
que dé libertad al pueblo.

Hombres de todas las tierras
hacen murallas de pechos
en los que vive la Patria;
son hombres a los que el miedo
no les quita la esperanza
y en cuyo valor sereno
vence su sangre española
de todos los sufrimientos.

Son hombres de piedra y viento
que van contando a la muerte
la voluntad de sus sueños.
Los asesinos disparos
no matan más que al silencio,
y la sangre que derraman
es esperanza y no duelo.

Un día la primavera
vencerá todos los riesgos
y al enemigo vencido
verán nuestros hombres muertos
pedir perdón de rodillas
desde los altos luceros.

Cuando me visto de azul

Cuando me visto de azul
la eternidad me contempla
y mis rojas flechas marcan
el rumbo de mis promesas.

Cuando me visto de azul,
años y esperanzas tiemblan
en la cima de mi pecho
y me aguarda en cada flecha
un sueño alegre de vida.

Me envuelvo en la primavera
cuando me visto de azul:
sobre mi camisa nueva
España es flor y horizonte,
brava canción y poema.

Cuando me visto de azul
soy más hijo de mi tierra
y de la luz silenciosa
que me envían las estrellas,
y sé que en el cielo aguardan
destinos que España sueña
mientras en mi azul camisa
se estremecen cinco flechas
solitarias e impacientes
por convertirse en banderas.

Hora de milagros

Hombres que estáis en la angustia,
hombres que estáis en silencio:
salid al sol de la voz,
a la luz de los sucesos,
pues todos sois necesarios
en tan mágicos momentos
para producir milagros.

Hombres callados y serios,
hombres alegres y francos,
hombres de lucha y esfuerzo
que sois semillas de vida
sembradas en sufrimientos.

Es hora de hacer milagros
y cambiar la tierra en fuego,
la voluntad en palabra
y la verdad en acero.

Es hora de hacer banderas
contra el silencio y el miedo
y labrar la tierra entera
para el milagro del sueño
de una España grande y libre
que renazca de lo muerto.

Tengo amigos en la muerte

Tengo amigos en la muerte,
claros ángeles maestros
con espadas de martirio
y con palabras de aliento.

Tengo amigos en la muerte,
presentes entre mi esfuerzo,
que exigen con su coraje
que yo gane aquí, en mi puesto,
las limpias alaz azules
con que volar en su cielo.

Exigidme entrega y lucha;
exigidme, amigos muertos,
corazón para la vida,
verdad para el pensamiento,
coraje para la idea
y fe para el sufrimiento.

Por los cielos que voláis
vuestra muerte de guerreros
nacen las albas fecundas.
En el último lucero
que sobrevive a la noche
me gritan todos los muertos
para luchar por la vida,
para sembrar, libre y cierto,
entre los surcos de España
la sangre de mis primeros
hecha verdad y semilla,
hecha luz y sentimiento.

Desde la muerte lejana
todos mis jefes eternos
me guardan en mi servicio.
Mis manos serán sus gestos;
mis labios serán sus voces
y serán mis juramentos
todas sus limpias palabras
que agiganta nuestro tiempo.

Están vivos en mi voz,
con sus palabras de fuego,
los que han vencido a la muerte
por ser falangistas muertos.

Llévame

Llévame por la mañana,
por la luz, por el silencio;
llévame contigo, España,
por sus caminos estrechos.

Llévame por las montañas,
hecho nieve y hecho viento,
y hazme bandera en el aire
y grito sobre los ecos.

Llévame por la llanura
de mieses, sudor y esfuerzo
y hazme polvo de camino,
rubia espiga, campo seco.

Extiéndeme por la tierra,
envuélveme con tu cielo;
hazme como eres, España,
y lánzame al firmamento,
pura flecha con palabras,
puro yugo sin secretos.

Hazme hermano de tu luz,
hijo grande de tus sueños
mientras mi carne esté viva
y vibren mis pensamientos.

Llévame por tu distancia,
España de Piedra y Hierro...
vísteme de primaveras,
de esperanzas y misterios,
para que siempre amanezca
en el centro de mi pecho.

Y cuando un día tu tierra
me reclame surco adentro,
guarda en el tuyo mi nombre
de español hasta los huesos.

Quizás

Diez años después de entonces
nací español para siempre
a la sombra de la paz,
hecho para la intemperie.

Han caído sobre mí
aquellos años de muerte
con sus heridas abiertas
y con sus sueños valientes.

Diez años después de entonces
español me hizo la suerte
para cargar con la historia
de una Patria que me duele.

Nací tarde para hacerla:
el tiempo todo lo envuelve
entre sus brazos secretos;
quizás un día despierte
mi Patria de aquellos sueños
y yo nazca nuevamente
para hacer otras historias
que sobre mis hijos pesan
a la sombra de una paz
espanola para siempre.

A los últimos caídos

Aún necesito mil muertes
para ser hermano vuestro
con vuestras mismas angustias
y vuestro mismo silencio.

Aún necesito mil muertes,
hijos de España y el tiempo,
para vivir vuestra vida,
sentir vuestro pensamiento
y con mis manos heridas
tocar vuestros sufrimientos.

A vuestra hermandad dolida
con lentos pasos me acerco:
hermano de vuestras sangres,
hermano de vuestros cuerpos,
hermano de vuestras iras
y, ¡por fin!, de vuestros sueños.

Desde la callada tierra
hasta el encendido cielo
busco en vosotros hermanos
de polvo, sudor y hierro;
hermanos de sangre y fiebre,
de voluntades y riesgos.

Para llegar a vosotros,
hermanos de España y tiempo,
aún necesito mil muertes
para renacer perfecto
y quemar mis nuevas vidas
en vuestro olvidado fuego.

Independencia

Siglos de muerte me gritan
desde los posos del alma;
sangres veloces empujan
mis pensamientos de España.

Busco en el verso exaltado,
busco en la pasión con alas,
la voz de la Independencia
para hacer libre a mi Patria,
la que me llama a la lucha,
la que me enciende la rabia,
la que devuelve a mis manos
la voluntad de ser armas.

España, calor dormido;
España, sueño y distancia,
despierta el grito de un hombre
que lucha con sus palabras.

Ángeles blancos te sirven,
ángeles blancos aguardas
para volar a tu lado
armados con tus espadas.

España que en todos vives;
España que en tantos callas:
alumbra mágicos jefes
que nos abran el mañana,
caudillos con voz de siglos,
con sangres como las albas,
con fuego de independencia,
con libertad en la mirada.

Hazlos en yunques de hierro
y abrásalos en las llamas
del servicio apasionado
que conduce a la esperanza.

Siglos de muerte me gritan
desde los posos del alma.
Sangres veloces me empujan
hacia las libres hazañas
mientras exijo a este tiempo
un jefe que, donde callan
los intereses, nos grite:

¡España: levántate y anda!
Siglos rebeldes y firmes,
siglos templados en llamas,
a gritos desde a sangre,
me empujan a la esperanza.

Ser fiel

Es tan hermoso ser fiel
a la matriz de tus sueños,
estar vivo cada día
unido a tus juramentos
y hacer memoria, despacio,
de los años que se fueron
mientras el hombre quedaba
erguido, firme y entero.

Es tan hermoso ser fiel
al ritmo de tus anhelos
y saber de dónde vienes
para poder ir más lejos
y no tener nunca noches
comiéndote el pensamiento,
y ser dueño de tu historia
siendo de tu verdad dueño.

Es tan hermoso ser fiel
a la voluntad del tiempo,
al mañana que se acerca,
puro rayo y puro trueno,
a fecundar nuestra Patria,
que en mi lealtad me siento
agradecido a la España
que con angustias me ha hecho
español hasta el final
y de su luz heredero.

Sonriendo

Hay un puesto de combate
para todo en España.
Cada cual busca ese puesto
en lo profundo del alma,
en el dolor y en la angustia,
en la vergüenza y la rabia
y no en la tierra que calla
las sangres que las regaron,
las semillas malogradas,
los pasos que se perdieron,
las olvidadas batallas.

Cada cual busca su puesto
con el corazón en guardia
preguntando a los luceros
por el destino que aguarda.

Cada cual busca su lucha
y espera sus propias albas
con las manos impacientes
y la frente sin nostalgias.

Hay un puesto de combate
donde alzar las esperanzas
y miles de limpios hombres
aguardando una llamada
que no vendrá de la tierra
sino del centro del alma
cuando, cansada del miedo,
despierte, sonriendo, España.

Junto a vosotros

Los años y sus martillos
y las agujas del miedo
para la sombría esperanza
alegremente me han hecho.

Nada me duele si avanzo;
nada me hiere si venzo
la tentación de ceder
al peso de los silencios.

Mientras la verdad me empuje
no me hallará el sufrimiento
ni me vencerán los años
mientras sepa en lo que creo.

Los días y sus martillos
y las agujas del miedo
me infunden sobria esperanza
con cada golpe secreto,
pues sólo me duele España
en la penumbra del tiempo
y sufro cuando se callan
los españoles eternos.

Puedo soportarlo todo
porque he templado mis nervios
con alegría y paciencia
junto a vosotros sufriendo.

Hablar de España

No sólo tengo la voz
para hablar siempre de España
y para llevar su nombre
a mis limpios camaradas.

Tengo también la certeza
de mi vida ilusionada;
la herramienta de mis manos
y la sangre derramada
por los hombres que entregaron
servicio y vida a la Patria.

Tengo también el silencio
para hablar siempre de España
con los labios apretados
en vivo gesto de rabia.

Noches y días me ayudan
para hablaros sin palabras
de amaneceres alegres,
de velas sobre las armas,
de luces en la tiniebla
y de estrellas en el alba.

Para decir lo que siento
no necesito de nada;
basta sentirme español,
pensamiento de mi Patria,
carne y sangre de este tiempo
que se mide en esperanzas.

Para entregarme al destino
de hablaros siempre en España
no sóo tengo la voz:
tengo también altas llamas.

España

No eres grande ni eres libre
ni eres una ni perfecta:
sobre tu piel arrugada
tu silencio me avergüenza
y en tus esquinas de angustia
velamos tu noche negra
hombres libres con heridas
en nuestra esperanza eterna.

Tu mudez nos arrebata
y nos hiere tu miseria,
porque te queremos blanca,
porque te queremos fresca,
porque te vivimos ancha
aunque toda tu nos duelas.

Te queremos para siempre
hermana de nuestras penas
y a tu sombra nos hacemos
maravillosas promesas
para el día en que despiertes
convertida en primavera
y florezcas para todos
lo que te queremos nueva.

No eres grande ni eres libre
ni eres viva ni perfecta,
España que nos hiciste
españoles de exigencia;

pero serás grande y libre
cuando te hagamos entera
y a los gritos de tu parto
se estremecerá la tierra.

Poetas guerreros

Nunca vencieron mentiras
ni silencios ni patrañas
ni calumnias del olvido,
ni resurrecciones falsas.

La raza de los poetas
viene al mundo con espadas
y las luchas les adiestran
en las verdades de España,
de los pueblos que persiguen
despertar una mañana.

En las palabras de guerra
son ellos mismos las armas.
Nadie vence para siempre
a los poetas de raza
cuando vuelan como flechas,
cuando hieren como balas
mientras la fe les empuja
al centro de las batallas.

Soldados de la verdad
armados con esperanzas,
son soldados de la idea
y alféreces de la llama.

Dueños son de la victoria
porque mandan en sus almas
y se dan porque se tienen
y vencen porque no callan.

Son soldados de la idea
y arqueros de las palabras
que, como flechas de fuego,
en los corazones clavan.

Nada detiene la voz
cuando los poetas hablan
como soldados armados
con las ideas del alba.

Como fuegos en la noche
la oscuridad soliviantan
y, en la negrura del tiempo,
los soldados de la llama,
nuestros poetas guerreros,
afilan limpias espadas,
tizonas de sol y acero,
en las verdades de España.

Salvación

Cuando las iras me hieren
y en la soledad me niego,
la voluntad me defiende
el corazón del infierno.

La vida con la que cargo,
la misión a que me entrego,
la lucha que nunca cesa,
el peso de los recuerdos,
en carne viva me duelen
y me llaman al silencio.

Pero la voz de la justicia
que manda sobre mi cuerpo
me exige limpias sonrisas,
enamorados esfuerzos,
verdad para mis verdades,
coraje para mis miedos.

Por el camino de España
de mis dolores me alejo
y en el filo de mi voz
hago con todos mis sueños
voluntariosa alegría
para salir de este infierno.

Dueño y vasallo

Dueño soy de mil Españas
tan temporales y eternas
como el hombre que las vive
con el peso de la tierra,
y con las alas del sueño
con su soledad a cuestas.

Una España me emociona,
pero otra España me aleja
del fuego con que nací
para arder en mis hogueras.

Dueño soy de mis Españas
de este tiempo prisioneras;
largas Españas calladas;
sobrias Españas guerreras
y pacíficas Españas
que se ilusionan y rezan.

Junto a mi sangre en peligro
España llena mis venas
y es juramento en mi carne
y en mi espíritu, promesa.

Españas de amor y fuego
todos los días me besan
y buscan, tras mis palabras,
el corazón del poeta
que las ama con su rabia,
que las convierte en emblema
de la aventurera vida
que por España le eleva.

Dueño de siglos de Españas,
en impacientes esperas,
me bautizo con el nombre
de mi Patria justiciera,
y, dueño de mil Españas,
sólo una España me lleva,
amaneciendo en mis manos,
al cielo desde la tierra.

Verdad

No cedas a la razón
cuando la razón te engaña
sobre la lucha imposible,
hablándote de la calma.

Es el miedo que razona,
es la sangre que se guarda
de los peligros del grito,
de la emoción de la rabia,
de la verdad con que crees
en el servicio de España.

No cedas a la razón
cuando la razón se escapa
y solo frente a tus miedos
estás solo frente a tu alma.

El honor de estar seguro
de un puñado de palabras,
del destino que escogiste,
de tu amor hacia la Patria,
te sostendrán para siempre
cuando la razón se escapa.

Para una vida con metas
vivir a salvo no es nada
mientras sueñas y respiras,
porque la verdad te manda,
porque tú eres lo que ansías
cuando sigues justas causas,
y en el camino que eliges
te aguarda una alegre España.

No te dobles ni te tuerzas
cuando la razón te engaña:
el honor de estar seguro
de un puñado de palabras
te llevará a la victoria
si te esfuerzas en ganarla
con tu pecho por bandera,
con tu verdad como espada.

Lealtad

Yo no quiero estar presente
en el entierro de España
ni ver que a la negra tierra
devuelven sus esperanzas.

Con los más negros crespones,
miserables la amortajan
y con palabras malditas,
impacientes por matarla,
la niegan y la sepultan
en cementerios fantasmas.

Yo no quiero estar presente
en el entierro de España,
vieja de todos los años,
de todos los hombres huérfana.

Que la entierren para siempre
si para siempre se calla,
y con sus huesos los perros
se quiten las hambres largas.

Era hermoso, en otro tiempo,
haber nacido en España,
y servirla alegremente
y alegremente jurarla.

Pudimos ser primavera
pero seremos mortaja.
Pudimos ser hombres fieles
y no tuvimos palabra.

El tiempo nos prometía
amaneceres de España,
pero la muerte venía
rugiendo promesas falsas.

Yo no quiero estar presente
cuando entierren a mi Patria,
y ojalá una muerte limpia
se me lleve de este drama
si la vida que conservo,
si la vida que me arrastre,
no me permite evitar
esta agonía de España.

Y en la muerte marcharán
juntas España con mi alma,
si esta vida que me duele
ni a España ni a mí nos salva.

Desconocida

En toda colección de versos
ha de figurar uno dedicado
a la mujer.


La mujer que no conozco
en la sombra me vigila
para ceñirme a su cuerpo
mientras me sueña dormida;

y vivo en su pensamiento
yo no sé qué extrañas vidas,
y pongo en sus labios besos
y en sus recuerdos caricias.

Me hace vivir sin saberlo
la mujer desconocida.
Me lleva en sus ojos preso,
me pasea en su sonrisa;
me calla como el secreto
de sus noches y sus días.

En el centro de mi pecho
siento su memoria limpia
convirtiéndome en recuerdo.
¡Cuántas historias perdidas
en sus silenciosos sueños
han terminado en heridas
que sin querer yo he abierto!

La mujer desconocida
me lleva por su silencio
y por su pulso me guía.

Resumen

Me resumo como un hombre
con voluntad para todo,
acompañado por sueños
y profundamente solo.

Nada que duele me duele
porque a mi mando me amoldo;
no tengo señor ni precio
ni corazón para el odio.

Dudo mucho de mis fuerzas,
pero no de mis esfuerzos
y como alegre rebelde
combato desde mi puesto.

Apenas creo en la tierra,
porque más creo en el cielo
y en mi voluntad descanso
mi ambición de ser eterno.

España me trajo al mundo
y a España yo me devuelvo
hecho voz, hecho esperanza
y lealtad al pensamiento.

Me resumo como un hombre
decidido en tres empeños:
hacer de España mi vida;
hacer de mi Dios mi puerto
y hacer de mí un español
que viva para su tiempo.

Acróstico

C. Raigada, español de empeños varios, compuso este acróstico con el nombre y la misión del autor de estos romances. Sirva él, pues, para despedir este libro que sale a la luz en una fecha marcada por el destino extraño: en el veinte de noviembre de mil novecientos ochenta y cinco.


Amigo mío, camarada:
Restauraciones de España
Tienen tus versos de llama,
Uniéndose a melodías
Rumoreantes del alma,
Obtenidas por su pluma,

Reflejo de tu palabra.
Obras todas te retratan,
Buen español de esta España
Siempre vieja y siempre nueva,
Yesca de Fuerza y de Llama,

Promotora de tu gloria,
Obradora de tu fama.
Enamorástete de ella
Tiernamente ya en tu infancia,
Arrobado en su Leyenda,

Gozando en verla afamada,
Unióse a ella tu vida
Esposándote en su alma,
Respondiéndote a tu ansia
Respuestas de Bienamada...
En ella creces y amas
Resguardándote en sus alas,
Obteniendo, así, la calma

Y seguridad precisas

Según Juventud pasaba...
Otra vida madurada
Lucha en ti, ya, por España,
Dando agudeza de espada
A esos versos de tu alma,
Destellantes de Esperanza...
Obras siempre inacabadas

Dan los colores del alba
En que tu pluma destaca.

Los artículos que lanzas,
A la mayor Gloria Patria,

Igualmente nos la alaban.
De sueños haces victorias...
En tus heroicas batallas
Alcanzas... ¡El Ser de España!


20-N MCMLXXXV


Publicado el 15 de julio de 2025 por Edu Robsy.
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