Poemas para Siempre

Arturo Robsy


Poesía



De mi canción nacen escuadras

Esta es una breve antología de romances sobre nuestros sentimientos de siempre cuando consideramos España, la Vida y la Muerte.

Falangistas

¿Quiénes son esos muchachos
que son soldados y estatuas,
que cuando los miro pienso
en la libertad de España?

¿Quienes son esos muchachos,
azules de cielo y agua,
que miran como no miran
no siquiera las estatuas?

Vienen de lejos y lejos
van volando con sus alas;
amigos del sol y el viento,
miran, sonríen y avanzan.
Hierro llevan en el gesto
y en la bandera una garra.

Algo que no es de este mundo,
algo que no usa palabras,
les empuja, les arrulla,
les ilusiona y les lava.
El agua de lluvia limpia,
el agua de lluvia clara,
les roza los pensamientos.
Y la luz de la mañana,
como un pájaro secreto,
anida en sus frentes altas.

¿Quiénes son esos soldados,
que son soldados y estatuas
y sonríen sin sonrisa
y aun sin palabras nos hablan?
No necesitan hablar;
no necesitan ya nada:
Son algo más que soldados:
Son la semilla de España.

Escuadras

Como la mies que madura,
aguardando ya la siega,
se ponen en pie los hombres
de nuestra Falange eterna.

Como el árbol que se crece,
como el sol que se levanta
y como se hinchan las velas
marcharán mis camaradas.

Una voz corre los campos,
un viento azul que los rasga,
una bandera que grita,
una promesa que arrastra;
los hombres, al escucharla,
son semillas en el aire,
luces corriendo distancias,
manos que todo lo juntan,
gestos que a todos nos atan.

Como sonrisas perfectas
a la boca suben almas
y a los ojos ilusiones
y voces a las gargantas.

Despierta el brazo extendido
el triste sueño de España.
Los hombres para la siega,
como mieses ya doradas,
vientos de bandera y árbol,
formarán ya por escuadras.

Águilas

Águilas llevo en mis ojos,
águilas vuelan mi cuerpo
y águilas nobles y fieras
comparten conmigo el peso
de subir, por lo difícil,
al brillo del firmamento.

Cuando la noche me arrastra,
águilas llevo en mi vuelo;
vivas águilas de España;
águilas para mis sueños
y amparo de las banderas
que exigen mi propio imperio.

Todo el aire entre las alas,
toda la fuerza ante el viento,
toda la angustia en la garra,
de águilas blancas soy dueño,
de águilas negras caudillo,
y en el impasible gesto
del águila que ve todo,
envueltos en el silencio,
mis camaradas azules
me llaman desde lo eterno.

Águilas llevo en mis manos;
águilas por pensamientos,
y por los cielos de España,
azules, rojos y negros,
el águila que me arrebatan
os va llamando en su vuelo.

Despierta, España

Porque el ocaso se llega,
porque se retrasa el alba
y hay primaveras sin flores
y noches sin esperanza,
desde el fondo de tu sueño,
óyeme: Despierta, España

Porque el silencio es un miedo
que te rompe y te amordaza,
y corre en tus campos muerte
y en tus ciudades no hay alma,
desde el fondo de tu olvido,
óyeme: Despierta, España.

Porque el clamor de justicia
con mil mentiras se acalla
y cortan oscuros gritos
la luz de justas palabras,
desde el fondo de tu sangre
óyeme: Despierta, España.

Por la fe que te he jurado,
por el honor y la Patria,
que son como dos banderas
para este tiempo de llamas,
desde el fondo de tu muerte
óyeme: Despierta, España,
y que el grito de justicia
despliegue sus alas blancas.

Resumen

Me resumo como un hombre
con voluntad para todo,
acompañado por sueños
y profundamente solo.

Nada que duela me duele
porque a mi mando me amoldo;
no tengo señor ni precio
ni corazón para el odio.

Mucho dudo de mis fuerzas;
pero no de mis esfuerzos
y como alegre rebelde
combato desde mi puesto.

Apenas creo en la tierra
porque más creo en el cielo
y en mi voluntad descanso
mi ambición de ser eterno.

España me trajo al mundo
y a España yo me devuelvo
hecho voz, hecho esperanza,
lealtad y pensamiento.

Me defino como un hombre
decidido en tres empeños:
Hacer de España mi vida,
hacer de mi Dios mi puerto
y hacer de mí un español
que viva para su tiempo.

Es tan hermoso

Es tan hermoso ser fiel
a la matriz de tus sueños,
estar vivo cada día,
unido a tus juramentos,
y hacer memoria despacio
de los años que se fueron
mientras el hombre quedaba
erguido, firme y entero.

Es tan hermoso ser fiel
al rumbo de tus luceros,
y saber de dónde vienes
para poder ir más lejos
y no tener nunca noches
que coman tu pensamiento
y ser dueño de tu historia
siendo de tu verdad dueño.

Es tan hermoso ser fiel
a la voluntad del tiempo,
al mañana que se acerca,
rayo puro y puro trueno,
a fecundar nuestra Patria,
que en mi lealtad me siento
agradecido a la España
que con angustias me ha hecho
español hasta el final
y de su luz heredero.

Lealtad

Yo no quiero estar presente
en el entierro de España,
ni ver que a la negra tierra
devuelven sus esperanzas.

Con los más negros crespones
miserables la amortajan
y con palabras malditas,
impacientes por matarla,
la niegan y la sepultan
en cementerios fantasmas.

Yo no quiero estar presente
en el entierro de España,
vieja de todos los años,
de todos sus hombres huérfana.
¡Que la entierren para siempre
si para siempre se calla!
y con sus huesos los perros
se quiten las hambres largas.

Era hermoso, en otro tiempo,
haber nacido en España
y servirla alegremente
y alegremente jurarla.
Pudimos ser primavera
pero seremos mortaja.
Pudimos ser hombres fieles
y no tuvimos palabra.

El tiempo nos prometía
amaneceres de España,
pero la muerte venía
rugiendo promesas falsas.

Yo no quiero estar presente
cuando entierren a mi Patria
y ojalá una muerte limpia
se me lleve de este drama
si la vida que conservo,
si la vida que me arrastra,
no me permite evitar
esta agonía de España.
Y en la muerte marcharán
juntas mi España y mi alma
si esta vida que me duele
ni a España ni a mí nos salva.

Voz para la independencia

Siglos de muerte me gritan
desde los pozos del alma;
sangres veloces empujan
mis pensamientos de España.

Busco en el verso exaltado,
busco en la pasión con alas,
la voz de la Independencia,
para hacer libre a mi Patria;
la que me llame a la lucha,
la que me abra las entrañas,
la que devuelva a mis manos
la voluntad de ser armas.

España, calor dormido;
España, sueño y distancia:
despierta al grito del hombre
que lucha con sus palabras.
Ángeles blancos te sirven,
Ángeles blancos aguardan
para volar a tu lado
armados con tus espadas.

España que en todos vives;
España que en tantos callas:
alumbra mágicos jefes
que nos abran el mañana,
caudillos con voz de siglos,
con sangres como las albas,
con fuego de independencia,
con libertad en la mirada.

Hazlos en yunques de hierro
y abrásalos en las llamas
del servicio apasionado
que conduce a la esperanza.

Siglos de muerte de gritan
desde los pozos del alma.
Sangres veloces me empujan
hacia las libres hazañas,
mientras exijo a este tiempo
un jefe que, donde callan
los intereses, nos grite:
¡España: Levanta y anda!

Siglos rebeldes y firmes,
siglos templados en llamas,
a gritos desde la sangre
me empujan a la Esperanza.

Valor

Y muy especialmente quiero que mi muy amigo José Manuel contemple que la esperanza no es simple espera, sino una bandera que nunca será arriada.


No cedas a la razón
cuando la razón te engaña
sobre la lucha imposible
hablándote de la calma.

Es el miedo que razona,
es la sangre que se guarda
de los peligros del grito,
de la emoción de la rabia,
de la verdad con que crees
en el servicio de España.

No cedas a la razón
cuando la razón se escapa
y,solo frente a tus miedos,
estás solo frente al alma.

El honor de estar seguro
de un puñado de palabras,
del destino que escogiste,
de tu amor hacia la Patria,
te sostendrán para siempre
cuando la razón se escapa.

Para una vida con meta
vivir a salvo no es nada
mientras sueñes y respires,
porque la verdad te manda,
porque tú eres lo que ansías
cuando sigues justas causas
y en el camino que eliges
te aguarda una alegre España.

No te dobles ni te tuerzas
cuando la razón te engaña:
el honor de estar seguro
de un puñado de palabras
te llevará a la victoria,
si te esfuerzas en ganarla
con tu pecho por bandera,
con tu verdad como espada.


Un abrazo, poeta.

(¡Al trabajo, al trabajo! Hay que levantar a la Patria).

Noviembre y la muerte

Esta, si es preciso, la repartiré a mano en el Valle de los Caídos; quizá en la consagración. No llega a Marcha Fúnebre de los Falangistas: es, solamente, que me añado a las andas que llevaron a José Antonio hasta la vida eterna.


No fue un día como tantos
cuando las bocas de fuego
te sacaron de la vida
para que fueras eterno.

El alba te vigilaba
desde el último lucero
y el sol aguardaba, oculto,
con miedo a tus labios muertos,
el momento en que la tierra
se impregnara de tus sueños.

Te saliste, tan glorioso,
de tu traspasado cuerpo,
que tus palabras hablaban
cuando tú ya eras silencio.

El yugo de tus prisiones
no te aplastó con su peso,
ni fueron aquellos tiros
los que cortaron tu aliento:
tu voluntad te llevó
de la verdad al lucero
y en ti quisieron matar
al corazón de tu tiempo.

No fue un día como tantos
cuando las bocas de fuego
te hicieron para la vida
mientras rompían tu cuerpo.
La sangre que te envolvía
te ascendió a jefe perpetuo
de cuantos vamos a España
por los caminos estrechos.

Poetas guerreros

La misión encargada al bardo, al juglar, es dar fe y dar fe es una clara forma de luchar y de vencer. Aquí va otro romance:


Nunca vencieron mentiras,
ni silencios ni patrañas,
ni calumnias del olvido,
ni resurrecciones falsas.

La raza de los poetas
viene al mundo con espadas
y las luchas les adiestran
en la Palabra de España
y en las voces de la guerra
de los pueblos que consiguen
despertar una mañana.

Son ellos mismos en armas:
nadie vence para siempre
a los poetas de raza
cuando vuelan como flechas,
cuando hieren como balas,
mientras la fe les empuja
al centro de las batallas.

Soldados de la verdad,
armados con voces largas,
son soldados de la idea
y alféreces de la llama.
Dueños son de la victoria
porque mandan en sus almas,
y se dan porque se tienen,
y vencen porque no callan.

Son soldados de la idea,
arqueros de las palabras
que, como flechas de fuego,
en los corazones clavan.

Nada detiene su voz
cuando los poetas hablan
como soldados armados
con las ideas del alba:
como fuegos en la noche
la oscuridad soliviantan
y, en la negrura del tiempo,
los soldados de la llama,
nuestros poetas guerreros,
afilan limpias espadas,
tizonas de sol y hierro,
en las verdades de España.
Y la verdad les devuelve
la voz alta de la Patria.

Te queremos para siempre

No eres grande ni eres libre,
ni eres una ni perfecta;
sobre tu piel arrugada
el silencio me avergüenza
y en tus esquinas de angustia
velamos tu noche negra
hombres libres con heridas
en nuestra esperanza eterna.

Tu mudez nos arrebata
y nos hiere tu miseria,
porque te queremos blanca,
porque te queremos fresca,
porque te vivimos ancha
aunque toda tu nos duelas.

Te queremos para siempre
hermana de nuestras penas
y a tu sombra nos hacemos
altas y claras promesas
para el día en que despiertes
convertida en primavera
y florezcas para todos
los que te queremos nueva.

No eres grande ni eres libre,
ni eres una ni perfecta,
España que nos hiciste
españoles de exigencia;
pero serás grande y libre
cuando te hagamos entera.

Y a los gritos de tu parto
se estremecerá la tierra.

Junto a vosotros

Los años y sus martillos
y las agujas del miedo,
para la sobria esperanza
alegremente me han hecho.

Nada me duele si avanzo;
nada me hiere si venzo
la tentación de ceder
al peso de los silencios.

Mientras la verdad me empuje
no me hallará el sufrimiento,
ni me vencerán los años
mientras sepa en lo que creo.

Los días y sus martillos
y las agujas del miedo,
me infunden sobria esperanza
con cada golpe secreto,
pues sólo me duele España
en la penumbra del tiempo
y sufro cuando se callan
los españoles eternos.

Puedo soportarlo todo
porque he templado mis nervios,
con alegría y paciencia,
junto a vosotros sufriendo.

Al Cristo de la Buena Muerte

Alto y a pulso, Señor,
suspendido cara al cielo,
brazo y alma te levantan.
Mis heroicos compañeros
desde mi cuerpo te elevan,
te rezan como hombres muertos
que te entregaron la vida
y forman en los luceros,
la bayoneta calada,
mientras guardan al Dios cierto.
que les dio la Buena Muerte
de los soldados eternos.

Mientras empujan mi brazo,
polvo de Patria son ellos,
voz que grita en la batalla,
palabra de Padrenuestro,
hijos de amor y de guerra,
soldados para el recuerdo
cuando entregaron la vida,
y amor clavado al madero.

Alto y a pulso, Señor,
los legionarios sabemos
que la vida es sólo vida
y más altos son los sueños,
más vivo el clarín de ataque
y que el valor es eterno.

El hombre que siempre lucha,
el que no conoce el miedo,
nunca muere si te lleva
a pulso mirando al cielo
y los demás legionarios,
firmes compañeros recios,
presentan armas brillantes
al Señor del Universo:
muriendo sonreirían
por hacer un mundo nuevo
y ser soldados de España,
que es ser soldados del Cielo.


Nota bene: se han tomado, libremente, dos alusiones a las canciones legionarias, en honor a los que murieron con ellas en los labios. ¡Arriba España!

Bórdame

Bórdame, bórdame, niña
rojos yugos en el pecho
y cinco flechas de sangre
con tus limpísimos dedos.
Y bórdame el corazón
con plata de los luceros
y bórdame los dos labios
con el roce de tus besos.
Si mi camisa no es nueva
y tiene polvo de sueños,
sudor de noches al raso
y manchas de sufrimientos,
las cinco flechas de sangre
y el yugo de los esfuerzos
la harán digna del mañana
que viene anunciando el tiempo,
si tu la bordas despacio
con tus finísimos dedos.
Deja que en la amanecida,
cuando el rocío es ligero,
se lave mi fiel camisa
con albas y con desvelos.
Bórdame en las estrellas;
bórdame en el mismo centro
de tus ojos de crepúsculo
y bórdame en los senderos
de primavera y de polvo
que juntos caminaremos.
Borda mi vieja camisa
con un resplandor más nuevo,
con cinco flechas de sangre
un rojo yugo en el pecho,
y bórdame los dos labios
con tu más pálido beso.


Por si no se nota, camarada, esa niña que ha de bordar yugos y flechas para el mañana, es España. Mi dama.

Yo tenía un camarada

Sólo dábamos un nombre
al camarada perfecto,
señor de la palabra ancha,
aguda flecha del tiempo
que volaba a la Polar,
rumbo de su pensamiento.

Un hombre sólo y el mundo
girando en el universo;
coronado por la muerte,
corazón del hombre nuevo,
luz enfrentada a la noche
por un corazón austero.
Tenemos un camarada
que murió con grandes sueños
que se volvieron herencia.

Aquellos fusiles negros!
Cuando el sol amanecía
dentro del Mediterráneo,
ls espigas del mañana
entre los surcos crecieron,
y mil fusiles de plata,
con bayonetas de acero,
cargaron las blancas balas
de los viejos compañeros:
los hombres que le seguían
murieron por rescatarlo
y España aprendió a rezar
por su jefe en los luceros:
«Yo tenía un camarada
que murió por grandes sueños:
dejadme el fusil cargado
para vengar a aquel muerto.

Yo tenía un camarada,
yo tenía un compañero
y a solas me lo mataron
cuando la luz salió a verlo:
le debo una madrugada
y cien disparos certeros.
¡Dadme fusiles de plata
con bayonetas de acero!»

Yugos y Flechas

Sólo los hombres son yugos
y flechas sus pensamientos;
sólo son sueños los hombres
coronados por esfuerzos
y en su sangre la exigencia
es manantial de su aliento.

Sólo los hombres son yugos
y en los yugos son acero
si la fe mueve sus brazos
y les entrega a su tiempo.

Somos hombres sobre flechas,
yugos de carne y misterio,
luchando contra la nada
para ganar nuestros sueños.

Somos España fecunda,
hijos del sol; hombres ciertos
para el yugo y la aventura,
para la flecha y el viento,
y el camino que trazamos
de la tierra a los luceros
nos exige grandes alas,
yugos, flechas y recuerdos.
¡Nosotros somos los yugos;
flechas nuestros pensamientos!

Silencio sobre silencio

Silencio a silencio España
se vende y se compra en vano,
y los hombres que la venden
no son dueños sino esclavos.

Silencio sobre silencio
España muere despacio:
no usan cuchillos ni sables,
ni fusiles ni soldados
los que la rompen y matan,
sino palabras y engaños.

Noche a noche la violan
en un aquelarre trágico;
día tras día la niegan
mientras los hombres cansados
se envuelven en el silencio
y esperan tiempos amargos.

¿Ha de poder más el miedo
que el corazón a rebato?
¡Callaremos para siempre
la injusticia de estos años?

Sólo las palabras limpias
reparan los desengaños;
sólo los hombres honestos
llevan futuro en las manos,
y mientras España duerme
sus sueños de desencanto,
una España grande y libre,
de hombres que no son esclavos,
golpe a golpe se prepara
para vencer a los bárbaros.

Y el día de la Victoria,
con cinco rosas y un canto,
las banderas de mi Patria
volarán sobre los campos.

Romance para maldecirnos

¿Dónde están los camaradas
de azul y hierro en el pecho,
los de las ideas anchas,
los del valor y del fuego?

Los juramentos eternos,
el dolor de la victoria,
el ánimo hecho de acero
como bandera de gloria,
y el camino hacia el lucero
donde formar las escuadras,
¿dónde están y qué se han hecho?

¿Dónde están los camaradas
que ardían con fuego eterno?
¿Y las flechas y los yugos
que nos abrían el mundo?
El olvido ha traicionado
las ilusiones de sangre,
y muertos sin nombre callan
en su silencio olvidado
los dolores de la luz
perdida, los de la entraña
rota y de la fe vendida.

¿Ya no hay hombres en España?
¿Dónde están nuestras heridas?
¿Dónde están los camaradas
de sangre, sudor y hierro
que con los ojos abrían
caminos anchos al tiempo?
¿Dónde están los juramentos
de amor y guerra y esfuerzo,
y las camisas azules,
y la ira alta del recuerdo?

Si nos ha vencido el miedo
sin testimonios de sangre;
si hemos muerto de silencio
y no brillan los luceros
de vergüenza y de coraje,
malditos somos, malditos,
y la Guardia Permanente,
nuestros muertos siempre vivos,
el corazón de cobardes
nos transpase con las flechas
el pecho muerto y ausente.

¿Dónde estamos, camaradas,
solos ,tristes de cien muertes?
¿Qué hemos hecho?¿Qué hemos hecho?
Nuestra vergüenza secreta
gritará durante siglos
en el corazón del tiempo.

Ojalá nos maten flechas
antes que soportar yugos
y en el cielo los luceros
y los hijos en el mundo
tachen nuestro nombre negro.
¿Dónde estamos, camaradas,
azules hijos del viento,
mientras nos rasgan España?
¡Malditos somos, malditos,
hasta el final de los siglos!

Romance para mañana

Han dejado cinco rosas
Sobre ti todos los años
Y un no olvido lento y negro
De protocolo y engaño.

Pero la Rosa del fuego,
Primer capitán lejano,
Y la Rosa de la vida,
Y la Rosa del trabajo
Y la Rosa del coraje,
Y la Rosa azul del llanto
Que juntaron las Españas
A tu recuerdo abrasado,
Ya faltan de tu memoria
Y de tu pueblo enlutado

Sin tu voz y sin tu ejemplo,
qué solos nos has dejado.
Lágrimas secas recubren
Tu nombre de asesinado
Y en tus palabras exactas,
Llenas de España y espacio,
Son guardias de tu silencio,
Azules y eternos rayos
Que acercan la primavera
A nuestras ansiosas manos.

Un día seremos libres,
Un día seremos blancos
Y encenderemos luceros
Sin señores ni vasallos.
Un día seremos grandes,
Un día seremos altos
Y volaremos contigo,
Pura luz en el espacio.
Un día seremos hombres
Sin señores y sin amos,
Y las cinco rosas rojas
Que tanta sangre ha regado
Brotarán de tu semilla
Para cubrir nuestros brazos
Y convertir las banderas,
Rojos y negros presagios,
En venganza y primavera,
En manantial y arrebato.

Se ha terminado el perdón,
José Antonio de los años,
José Antonio del olvido,
José Antonio de Los bravos,
José Antonio de las iras,
José Antonio asesinado.
Se ha terminado perdón,
José Antonio malogrado,
Y en las esquinas de España,
Sobre tu nombre olvidado,
Ponen los hombres el peso
De su corazón cansado.

Vuelve a oler a primavera,
A muertos y a desengaños
Mientras termina el perdón
Y de ira tiemblan las manos.

Dueño y vasallo

Dueño soy de mil Españas
tan temporales y eternas
como el hombre que las sufre
con el peso de la tierra
y con las alas del sueño.
¡Con su soledad a cuestas!

Una España me emociona,
pero otra España me aleja
del fuego con que nací
para alumbrar mis banderas.
Dueño soy de mil Españas
de este tiempo prisioneras;
largas Españas calladas;
sobrias Españas guerreras;
y pacíficas Españas
que se ilusionan y rezan.

Junto a mi sangre exilada
España llena mis venas
y es juramento en mi carne
y en mi espíritu promesa.

Españas de amor y fuego
todos los días me besan,
y buscan tras mis palabras
el corazón del poeta
que las ama en su silencio,
que las convierte en emblema
del romance que es la vida
que por España le niega.

Dueño de siglos de Españas,
en impacientes esperas,
me bautizo con el nombre
de mi Patria justiciera,
y, dueño de mil Españas,
sólo una España me lleva,
amaneciendo en mis manos,
al cielo desde la tierra.

Arte Mayor

Aunque tengo en mi mano el ritmo del verso de ocho sílabas, no quiere decir que desprecie el de once, aunque el endecasílabo, gracias a Garcilaso, viajó de Italia a España, ganando en el trayecto. Pero a mi me gusta menos.

Libre soy

No tengo yo ni pueblo ni rebaño
ni señor ni partido ni atadura,
pues quiero ser un hombre libre, huraño
explorador de la justicia pura.

Fermenta en mí dorada levadura,
justa palabra que inflamara antaño
al hombre sin señor ni ligadura
que dio su vida por mi fe de hogaño.

Tengo por señor a un hombre muerto
que guarda para mi su azul sendero
y tengo por bandera el cielo abierto,

por Iglesia la Patria que venero
y libre soy para elegir el cierto
camino que conduce a mi lucero.

Juntos

Alegre bajo cielos superiores,
une las manos y levanta el vuelo
la azul milicia que forjó el anhelo
de ver brotar entre las flechas, flores.

Por la tierra, por el mar, por el cielo,
España busca a limpios vencedores,
unidos y esforzados por el celo
de ser, por lo difícil, los mejores.

Llega ya la exigente edad soñada
en que hay que dar a la verdad el nombre
falangista de buena camarada.

Que marchen en falanges apretadas,
en azules filas, nuestros hombres,
cantando cara al sol de la alborada.

Del hoy para el mañana

De hoy a mañana la distancia crece:
muy de prisa se aleja la esperanza;
con la angustia la voluntad perece;
con el miedo la muerte nos alcanza.

En cada triste día más avanza
la oscuridad y España se estremece
cubierta de banderas de venganza
y de odio que, mintiendo, la embrutece.

Por lo difícil, grande; por la tierra,
única; por tus hijos, libre. España:
de ti muy pronto nacerán dos mundos:

el que ha de abrir cuanto el destino cierra
y el que va a exigirnos la increíble hazaña
de hacer pedazos veinte años inmundos.

Toque de silencio

Hoy no caerá la noche, Camaradas,
ni vendrán estrellas a nuestra cita.
Hasta el tiempo duerme en la luz gastada
de la tarde que se va y nos invita

a parar el corazón un momento
y abrir la brisa y el alma al tormento
de estar vivos y no pensar en nada

Mientras Dios, desde lo alto, nos medita,
contempla al mundo nuestro inmóvil gesto,
quieta oración que el labio deposita
en el aire que enturbia la mirada.

Por todo lo que somos y tenemos,
por cuanto nos entregará el esfuerzo,
por la luz que se marcha hasta mañana,
por el pan, por la justicia y la Patria,
silencio, camaradas. Camaradas
desde lo alto nos contemplan. Silencio,
que mañana amanecerá en España.

Colofón

Estos son poemas en homenaje a José Antonio Primo de Rivera: en ningún caso ensayos o búsquedas de la verdad, ya que la verdad que la poesía busca es la del sentimiento que la provoca.

Este libro se escribio a finales de 1999, cuando Diciembre comenzaba y, a decir de Cervantes, las ansias crecían mientras las esperanzas menguaban.

Por eso se cierra con estas palabras de una gran canción falangista:

«Bajo un sol de Justicia, que es la luz que nos calienta y da valor, forjaremos la historia, poniendo en la Falange nuestro amor.¡Somos luz de amanecer!»

Por la Patria, el Pan y la Justicia.

1999


Publicado el 10 de julio de 2022 por Edu Robsy.
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