Premio al Tonto

Arturo Robsy


Cuento


Cosme había sido un canalla autocrático toda su vida, como, sin duda, confirmarían todos los sucesivos socios que fueron devorados por él.. Cuando se sintió morir, decidió salir de este mundo dejando tras si un ejemplo de su mala voluntad hacia el género humano. Sólo de pensar en su testamento, falleció entre carcajadas.

—En resumidas cuentas —dijo el notario a los tres herederos: Don Cosme deja todo su dinero al más tonto de sus hijos.

—Yo he votado siempre al partido del poder. —argumentó el primero, convencido de ser el ganador.

—Yo le quería. —dijo el segundo, superando la marca de su hermano.

—Yo no quiero su dinero para nada. —dijo el tercero, muy avispado.

El notario, nombrado juez, registró un empate: los hijos habían dicho tres tonterías lo bastante agudas como para demostrar que existían en ellos trazas de inteligencia humana. El duelo no tuvo más remedio que comenzar otra vez:

—Estoy convencido de que el Descubrimiento de América fue un encuentro de culturas.

—Pues yo apuesto a que Andalucía será la California de Europa.

—Yo afirmo que no hay corrupción política.

Aquellos tres bribones se fingían tontos pero estaban varios palmos por encima del mínimo exigible. Lo siguieron demostrando con sucesivas ráfagas de afirmaciones cuidadosamente calculadas, hasta que el notario, cansado, decidió aplicarles un test de su invención:

—Juan tiene siete manzanas. Da dos a Pedro. Antonio le regala cuatro. Juan le roba una y una mariposa se le lleva otra, volando. ¿Cuántas le quedan?

—Veintisiete. —dijo el primero.

—Catorce. —dijo el segundo, también después de calcular el número exacto de manzanas.

—Las mariposas no pueden llevarse una manzana por los aires. —se quejó el tercero.

—Suyo es el dinero. —sentenció el notario.

Los dos perjudicados protestaron: ellos habían dado cantidades equivocadas, demostrando así que no sabían ni sumar ni restar. El otro, en cambio, había reparado en el absurdo de que las mariposas no acostumbran a llevarse manzanas entre sus garras.

—Por eso: ha dicho una verdad sin darse cuenta de que eso podía hacerle perder la herencia. Es, sin duda, el más tonto.

El tonto, cuando se vio dueño definitivo de los millones de Don Cosme, mandó llamar al notario:

—Juan se quedó con siete manzanas. —le dijo de buen humor.— Vi que los otros mentían descaradamente y me arriesgué. Soy el más listo.

—Veo —respondió el notario— que no ha leído usted la copia del testamento que le dejé. De lo contrario sabría que,si en el plazo de seis meses se demuestra que el más tonto no lo es tanto, pierde todo.

El listo palideció. Los millones huían de él como de un apestado.

—Tranquilícese. —le sugirió el notario.— Sólo un perfecto imbécil hubiera hecho lo que usted ahora, de manera que sigue siendo el ganador. Y, además, Juan se quedó con ocho manzanas: ¿Es o no verdad que ninguna mariposa puede cargar con una?


Publicado el 10 de julio de 2016 por Edu Robsy.
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