Descargar ePub «O'Donnell», de Benito Pérez Galdós

Novela


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249 págs. / 7 horas, 16 minutos / 399 KB.
16 de febrero de 2018.


Fragmento de O'Donnell

Pasó todo este bestial aparato de venganza y muerte, que observaron desde la cerería don Mariano y Telesforo, las dos muchachas de mal vivir y don Gabino Paredes con su hijo Ezequiel. Rafaela Hermosilla, que había visto el asalto de la casa de Chico, lo contó de esta manera: «Lleguemos; íbamos con idea de arrastrarle, que es la muerte que merece... El pillo del Cano nos dijo: Atrás, populacho; y no había acabado de decirlo, cuando Perico el lañador le echó mano al pescuezo, y yo y otras le arañamos toda la cara. Daba risa... Después le amarraron bien amarradico con cordeles que prestó un mozo de cuerda... y entremos; subimos dando patadas y gritos, y nos desparramemos por las salas llenas de muebles y cuadros... 'A quemarlo todo'. Esta fue la voz. ¡Qué risa! Pero Alonso Pintado soltó cuatro tacos, gritando: Pena de muerte al ladrón... Salió esa gran tarasca llorando, acabadita de peinar, ¡qué risa!... ¡Y cómo chillaba la muy escandalosa! Que su marido estaba enfermo en cama con la podagra, y que le había pedido el chocolate... 'Señoras y caballeros —nos dijo Alonso Pintado subido en una silla—, venimos a hacer justicia, no a faltar a naide. Al ladrón busquemos, no a las riquezas que robó... No toquéis a estos faralanes y cornucopios... Por el tirano de los pobres venimos. Justicia en él, señoras y caballeros; pero sin alborotar, para que no digan...'. Yo, me lo pueden creer... no alboroté, ni cogí nada de lo que hay en aquellas cámaras tan lujosas, donde el gachó va metiendo lo que rapiña... Pues Alonso Pintado, Matacandiles, Pucheta, la Rosa y la Pelos, don Jeremías, Chanflas, Meneos, la Bastiana y otras y otros de que no me acuerdo, empujaron puertas, rompieron fechaduras y se colaron hasta la alcoba en donde estaba acostado el Chico... No le valió a su mujer decir que estaba imposibilitado, y que le iba a llevar el chocolate. ¡Qué risa!... 'Espérense; no le maten... me ha pedido el chocolate... está en ayunas... se muere... se morirá solo... Matarle, no'. Esto decía la tía Panderetona, que no es mujer de él por la Iglesia, sino arrimada, como una, pongo el caso, ¡qué risa!... Total: que en vilo le levantaron, con colchón y todo, y de una escalera hicieron las angarillas... Pepe Meneos trajo un gallo, le retorció el pescuezo, y desplumándolo delante del Chico, le echaba las plumas, diciéndole, dice: 'Lo que hago con este gallo haremos contigo, so ladronazo'. ¡Qué risa! Luego salió la procesión que habéis visto... Pues venía con muchismo orden, como se dice... Pucheta mandaba, que es hombre que sabe del orden y tal...».


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