Una Heroína del Siglo XV: Juana Hachette

Concepcion Gimeno de Flaquer


Artículo


Estudio dedicado al distinguido literato Rafael Núñez, Presidente de la República de Colombia


O femmes, c'est à tort qu'on vous nomme timides.
A la voix de vos cœurs, vous êtes intrépides.

Legouvé


Las mujeres francesas no han sido nunca extrañas a las turbulencias de su patria; han influido tanto en la diplomacia y en la política, que el cardenal Mazarino dijo hablando de ellas al embajador español:


«Vuestras mujeres no se ocupan más que en amar, mientras que las nuestras enmarañan la política a su antojo; tenemos tres damas tan capaces de gobernar tres reinos como de perturbarlos: la Duquesa de Longueville, la Princesa Palatina y la Duquesa de Chevreuse».


Obsérvase que entre las mujeres francesas, las que más se mezclan en la política son las dos clases extremas: las mujeres de la aristocracia y las plebeyas. En la época del Terror, fueron víctimas de la revolución unas y otras.

La aristocracia francesa ha tenido hábiles políticas, contándose entre estas María Ana de la Tremouille, Princesa de los Ursinos, que gobernó a Felipe V de España; María Carolina Fernanda Luisa de Borbón, Duquesa de Berry, tan audaz, que intentó por las armas una restauración monárquica, y tan valiente, que soportó acerbos sufrimientos en la prisión del castillo de Blaye, sin exhalar una queja; la Duquesa de Grammont, que indujo a su hermano el Duque de Choisseul, ministro de Luis XV, a rechazar la alianza política propuesta por la Dubarry, lo cual ocasionó la caída del Ministerio, y Mme. Royale, Duquesa de Angulema, que cuando su marido salió para sublevar el Mediodía de Francia contra Napoleón, ella quedó en Burdeos luchando por su causa, animando a las autoridades civiles, pasando revista rodeada de generales, y presidiendo la organización de la defensa y el ataque, con un arrojo que hizo exclamar a Napoleón:


«La Duquesa es el único hombre en la familia de Luis XVI».


No fue ajena a los negocios del Estado la Duquesa de Maine: esta intrépida mujer, viendo la inercia de su marido y aspirando a que Luis XIV dejara la Regencia a este, se creó un partido, y cuando fue nombrado Regente el Duque de Orleans, se puso al frente de una conspiración contra él. El aspecto de la Duquesa de Maine era muy femenino, pues su escasa estatura y su delicada complexión le daban aire infantil; nadie hubiera sospechado al ver aquel cuerpo enclenque que encerrara un alma viril. La Duquesa de Maine adoptó esta divisa, sacada del Tasso:


«Piccola sí, ma fa pur gravi le ferité». Sabido es lo mucho que influyó la duquesa de Etampes en las resoluciones de Francisco I, el rey galante, el rey poeta y artista.

Las mujeres francesas se han distinguido siempre por el valor. El siglo XV fue afortunado en Francia en heroísmos femeninos, pues brillaron en él las dos Juanas, Juana de Arco y Juana Hachette, la famosa heroína de Beauvais. Esta intrépida mujer apellidábase Laisné, pero sus conciudadanos quisieron enaltecerla con el sobrenombre de Hachette, debido a que se defendía con un hacha, y los cronistas han respetado esta denominación que tiene un origen tan glorioso.

En 1472 el ambicioso Duque de Borgoña, Carlos el Temerario, insurreccionose contra Luis XI, invadiendo la Picardía y arrojándose sobre la ciudad de Beauvais a la cabeza de 80 000 hombres.

No asustó el número de sitiadores a los valientes hijos de Beauvais, y a pesar de hallarse sin guarnición, con murallas muy bajas y con fortificaciones en muy mal estado, resolvieron hacer frente al formidable enemigo. Armáronse repentinamente como pudieron, y apercibiéronse a la batalla contra un ejército disciplinado, aguerrido y muy superior en armas y en soldados. Las mujeres y los niños les secundaron desempedrando las calles y haciendo caer sobre los enemigos una granizada de guijarros.

Muchas mujeres se distinguieron en Beauvais, mas la heroína de este sitio fue Juana Hachette. Cuando los borgoñones quisieron enarbolar su bandera, Juana Hachette subió a la brecha, quitole a un soldado el estandarte, y precipitó al atrevido desde las murallas al fondo de un foso. Dueña Juana Hachette del estandarte, lo depositó en la capilla de la patrona de Beauvais. Dicho estandarte se conserva todavía, aunque sus colores están tan pálidos que cuesta trabajo distinguirlos: es blanco, y las figuras y el escudo están pintados y dorados sobre su fondo adamascado. Tiene la palabra Burgundia escrita en grandes letras doradas; ostenta dos arcabuces cruzados entre llamas, con este mote:


«Ante ferrit quam flamma micat», y al lado de San Lorenzo se lee la divisa de Carlos el Temerario, que es la siguiente:


«Je l'ai entrepris». El culto a San Lorenzo era muy general en la Borgoña en la época a que nos referimos. Cuando triunfaron los habitantes de Beauvais, Luis XI les concedió varios privilegios, especialmente a las mujeres plebeyas, las cuales pasean todos los años el estandarte en procesión cívica y gozan de todas las prerrogativas reservadas antes del sitio a las damas de la nobleza.

En Beauvais, como en otros pueblos, las heroínas fueron de oscuro origen. En el sitio de la Rochela se mezclaron las mujeres de humilde cuna con las de cuna dorada; aunque las verdaderas heroínas de la Rochela fueron la madre y la hermana del Duque de Rohan. Estas ilustres damas no quisieron entrar en la capitulación, y sufrieron, sin desfallecer, un largo y penoso cautiverio en el castillo de Niort. Ana de Rohan poseía inspiración poética, y escribiendo versos amenizaba las tristes horas del cautiverio; esta celebridad del partido calvinista es autora de un poema titulado: «La muerte de Enrique IV». La instrucción de Ana de Rohan era tan vasta que le permitía leer la Biblia en hebreo.

En la Fronda también se vieron mujeres de alto linaje y de baja esfera; allí aparecieron entre las de noble alcurnia, la Duquesa de Longueville y Mlle. de Montpensier, prima hermana de Luis XIV.

En La Vandée, ocurrió lo mismo en 1762, y después en 1832; la heroína de este último sitio fue la famosa Duquesa de Berry. Jacobinas y Girondinas, esto es, avanzadas o moderadas, las mujeres crean en Francia las revoluciones y contrarrevoluciones. ¿Quién hizo pedir al grave Condorcet, al último filósofo del siglo XVIII, el derecho de ciudadanía para el bello sexo? Las mujeres. ¿Quién dictó a Robert el acta primitiva de la República para no reconocer ni a Luis XVI ni a otro rey? Su esposa. ¿Quién alentó las sociedades secretas de mujeres? Una jacobina, Rosa Lacombe. ¿Quién dio derechos a las mujeres? Olimpia de Gouges, con esta frase:


«Las mujeres tienen derecho a subir a la tribuna, ya que lo tienen para subir al cadalso».


¿Quién destruyó la Bastilla? Mme. Legros; ella fue la inspiradora del pensamiento, ella la influencia moral ante la cual cedieron más tarde los macizos cerrojos, se derrumbaron las altas torres y rodaron los ennegrecidos muros de aquella espantosa fortaleza. Mme. Legros murió sin ver terminada su obra, pero la posteridad bendice su nombre.

Las mujeres que sucumbieron en la guillotina en la última década del siglo XVIII, las que brillaron en el año de 1815, cual Mme. de Lavalette, por el heroísmo conyugal, y las que impulsaron los sucesos de 1830, entre las que figuran Mme. Laval, La Petite Vivandiere, Mme. Frottier, Mme. Lepage, Mme. Chariot, Mme. Piton, Mme. Tongles y Mlle. Froger, demuestran la parte activa que toma la mujer francesa en los sucesos políticos de su patria. La bandera tricolor que dotó en la columna Vandôme, fue hecha por una mujer.

Las francesas han promovido siempre las revoluciones o las han inspirado; no nos sorprende el valor de Juana Hachette.

Esta bella heroína del siglo XV, era hija de un humilde artesano; cuando casó en segundas nupcias con su primo Juan Fouquet, Luis XI dio a este una plaza en su guardia real, como premio a la bravura de Juana.

El día 6 de julio de 1851 se colocó en la plaza mayor de Beauvais una estatua en bronce, obra del escultor Debay, que representa a Juana Hachette.

¡Qué mejor apoteosis para esta heroína!


México, abril de 1880.


Publicado el 13 de octubre de 2020 por Edu Robsy.
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