Libro gratis: La Cuarta Plaga
de Edgar Wallace

Marjorie observó que resultaba demasiado guapo como pasatiempo. La sonrisa iba y venía como un rayo de sol visto a través de la hendidura de una nube tempestuosa.

—Usted es Miss Marjorie Meagh —dijo—, y usted, señora —con una leve inclinación—, es Lady Morte-Mannery —su cabeza ladeóse un instante, como tratando de descubrir algo. Esto y la inclinación fueron lo único que reveló su origen continental.

Vera hizo un esfuerzo por sonreír.

Adelantóse algo turbada. Tenía la esperanza de haber podido escapar sin necesidad de presentación y haber podido fingir un oportuno dolor de cabeza que la alejase de Tillizini.

—La vi a usted en la Audiencia —dijo Tillizini con viveza—. Fue un caso muy interesante, ¿no es cierto? Ese pobre hombre…

Extendió los brazos con un gesto de conmiseración.

—No comprendo cómo simpatiza usted con él —dijo Vera.

—¿Siete años? —Tillizini movió la cabeza—. Es mucho tiempo, señora, para un hombre… inocente.