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—Déjate de músicas, Fritz; la música no significa nada. Miro, esto es lo positivo, lo sólido, lo que puede digerirse bien, y esto! pásame tu copa, esto es Liebfrauenmilch, la mejor marca del Rhin, la gloria de Alemania y de los paladares como los de los Dioses.
—Muy bueno está; pero veo que he interrumpido uno conversacion interesante, talvez, y no quisiera....
—Nada de eso; es una de tantas preocupaciones de mi sobrino.
—¿Cómo así?
—Figúrate que pretende convencerme de que un hombre puede perder su centro de gravedad: já! já! já!
—Y porqué nó? si se le colocara, por ejemplo, en el punto en que se neutralizan las atracciones de la Tierra y de la Luna.
—Ni he pensado en tal cosa,—interrumpió el Teniente Blagerdorff—¿no conoce Vd. á Horacio Kalibang?
—Un personaje de nombre muy parecido figura en La Tempestad de Shakespeare.
—Eso es escaparse por la tangente,—observó el Mariscal, tragando con facilidad un enorme bocado;—¿conoce Vd. á Horacio Kalibang, el hombre que ha perdido su centro de gravedad? Sí ó nó...
18 págs. / 33 minutos.
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Publicado el 16 de marzo de 2019 por Edu Robsy.
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