Tu Nombre

Eduardo Robsy


Poesía


Ayer te vi venir, bajando la calle,
andando orgullosa, pies descalzos,
sonrisa triste y paso firme,
desnudo tu cuerpo, única verdad,
perseguida por una jauría de lobos,
los golpes y heridas recientes
sobre tu piel tan blanca, tan amada.

Me dijeron: no la mires, no es tuya,
y miré hacia otra parte, no quise ver.
No quise ver cómo te rodearon.
No miré cuando taparon tu cuerpo
con sucios trapos, para protegerte
decían ellos, de ti misma.
Ni cuando a golpes te dejaron tendida,
apenas sombra de ti misma, en el suelo,
y los más crueles de ellos, riendo,
te sujetaron con bozal y correa.

Los más atrevidos, cuerpos henchidos,
te humillaban, te mancillaban,
gritaban muy alto tu nombre,
diciéndose tus dueños, pero sin mirarte,
apartándose entre ellos a empellones,
reclamando tus despojos como botín.

Mis mayores recuerdan todavía un mundo
en el que tú no eras más que un sueño,
y cada día, para ellos, una pesadilla
de la que tardaron medio siglo en despertar.
Vertiendo su sangre conjuraron tu nombre,
y de su sacrificio naciste tú, pura luz.

Nosotros, hijos descastados, te repudiamos.
Tu desnudez desluce nuestros ricos ropajes,
culpamos a tu piel blanca de nuestras negras ideas
y cada palabra que proteges y nos ofende,
se convierte en un espinoso látigo
con el que golpearte hasta que callas.

Me cuentan que en otros barrios,
en otras calles no tan lejanas,
nunca han sabido de ti, o peor aún,
conociéndote, han fingido olvidarte.
A quien, en tu ausencia, menciona tu nombre,
le insultan, le golpean y le silencian.
Y quién así reprime, dice hacerlo en tu nombre.

Cuando tú faltas, cuando te negamos,
los titiriteros son carne de patíbulo,
y nadie defiende a los estúpidos
de sí mismos ni de los otros idiotas.
Sin ti, no hay muchas verdades,
sino una única mentira, que se compra,
que se vende, que se inocula,
y que jamás se discute o contradice.

Cuando no estás, cuando tú nos faltas,
no hay más opinión que la del tirano,
ni más verdad que la del poderoso,
ni más ideas que las de los vendidos,
y todas las disidencias, las discordancias,
son acalladas, son reprimidas, son castigadas,
así como se hace desaparecer a sus autores.

Si ahora callo, si miro a otra parte,
los hijos que no tendré, nunca sabrán de ti.
Si me contento con la mentira única,
si no discrepo, si no pienso, si no critico,
las palabras que no diré, nada sabrán de ti.

Por eso, mi muy querida, mi bien amada,
porque yo no puedo ser yo si no estás tú,
porque mis palabras no pueden existir sin ti,
ni mis ideas alzar el vuelo sin tu presencia,
anoche salí a la calle y me quité la ropa.
Avancé con paso decidido hacia ti, tendida,
y entre la lluvia de amenazas e insultos,
bajo los primeros golpes y puñaladas,
pude aún, orgulloso, coger tu mano y,
mirando por última vez tus ojos y el cielo,
decir en voz alta y clara tu nombre.

En defensa de la libertad de expresión, contra la creciente censura de lo políticamente correcto.


Publicado el 15 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.
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