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Cuento.
44 págs. / 1 hora, 17 minutos / 71 KB.
19 de noviembre de 2017.
A pesar de toda su cólera, cuando Owen vio a su madrastra, pensó que nunca había visto una mujer tan bella para la edad que tenía; porque no estaba ya en la flor de la juventud, pues era viuda cuando su padre se casó con ella. Sus modales fascinaron tanto al muchacho galés, que había visto poca gracia femenina en las familias de los contados coleccionistas de restos arqueológicos con quienes se relacionaba su padre, que la observaba con una especie de admiración sobrecogida. Su gracia mesurada, sus movimientos impecables, su tono de voz tan delicado que hasta el oído quedaba saciado con su dulzura, aplacaron la indignación de Owen por la boda de su padre. Pero estaba más convencido que nunca de que había una sombra entre su padre y él; que no habían olvidado, aunque no aludieran a ella, la carta improvisada que Owen había enviado en respuesta al anuncio de la boda. Ya no era el confidente de su padre, y casi nunca su acompañante; su nueva esposa lo era todo para él, y el hijo se sentía casi un cero a la izquierda donde había sido tan importante durante tanto tiempo. En cuanto a ella, trataba siempre a su hijastro con exquisita consideración; la atención que prestaba a sus deseos resultaba casi demasiado embarazosa; pero aun así, él no creía que el amor interviniese en aquel trato encantador. Advertía algunas veces un brillo vigilante en los ojos de su madrastra cuando ella creía que no la observaban, y muchos otros pequeños detalles que le convencieron de que no era sincera. La nueva señora Owen llevó a la familia al hijo de su primer matrimonio, que tenía casi tres años. Era uno de esos niños burlones, traviesos y observadores, sobre cuyos sentimientos parece que uno no tiene ningún control: ágil y malicioso, gastaba bromitas pesadas sin saber al principio el dolor que causaba, pero pasando luego a una complacencia perversa en el sufrimiento ajeno, que parecía aportar fundamento a la idea supersticiosa de algunas personas de que era un duende.
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