Descargar ePub «Ricardo», de Emilio Castelar

Novela


Descargar gratis en formato ePub el libro «Ricardo» de Emilio Castelar.

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  Novela.
285 págs. / 8 horas, 20 minutos / 279 KB.
17 de septiembre de 2016.


Fragmento de Ricardo

—¿Veis que insustancial historia? — ¿No tenía yo razón? ¡Te parece el mundo muy hermoso! La vida, que nadie explica y que nadie comprende, es un dolor eterno. Estamos sujetos a llevar la cadena perpetua de nuestro organismo como el condenado perpetuamente a presidio. Todo placer acaba en pena: el amor en hastío, el beber en borrachera, la comida en hartazgo o indigestión, el goce de las artes en cansancio, la juventud en alteradas pasiones, la pasión más pura en amargos desengaños. De cada satisfacción cumplida nace una necesidad nueva; y de cada necesidad nueva una aspiración incontrastable; y de cada aspiración incontrastable un nuevo dolor acerbísimo. Desde el mineral frío e inerte hasta el hombre, a medida que crece el sentimiento, a medida que crece la inteligencia, crecen también las tristes aspiraciones sin satisfacción posible en la tierra. No queráis ser grandes hombres, no lo queráis, jóvenes que veis ahora el dintel hermoso de la vida al través de las primeras ilusiones y de los primeros amores del alma; si llegáis a poetas, a filósofos, a oradores inmortales, ¡ah! las penas de todos los seres creados se prenderán a vuestro corazón; las lágrimas que desde el principio al fin de los tiempos vertieran o viertan todas las generaciones, se condensarán en vuestros ojos; las espinas sembradas en todos los planetas se pegarán a vuestros corazones; y concluiréis por renegar de vosotros mismos y por maldecir al Ser que os ha creado. Cada animal tiene satisfechas sus necesidades. En el círculo donde vive, el radio de su deseo no va más allá del cumplimiento y satisfacción de sus instintos. Pero nosotros debemos desear siempre algo que jamás pueda cumplirse. No tenemos alas, y quisiéramos volar; volaríamos, pues desearíamos salir de nuestra atmósfera; salíamos, pues necesitábamos ir a otro sistema planetario; íbamos, pues querríamos abrazar y contener en nosotros mismos el Universo; lo conteníamos y lo abrazábamos, pues ya no podíamos satisfacernos sino en Dios; llegábamos hasta Dios, pues habíamos de estar inquietos por algo más allá; que nadie ha visto aún donde se encuentran trazados los límites de nuestras constantes aspiraciones y de nuestros inagotables deseos. Así nadie tampoco ha sondeado el dolor ni ha adivinado su pavoroso fondo. Vivir es batallar. El arte mismo que se ha inventado para consolarnos, jamás nos habla sino de penas, de pasiones desgraciadas, de tragedias horribles o de ridiculeces cómicas, provocadoras de una risa cien veces más amarga que todos los dolores juntos. Mirad por todas partes. Para comer, una carnicería, donde se degüella a seres inocentes que ningún mal os han hecho. Para vestiros, el despojo de millares de animales sensibles o el deshile de millares de sensibles plantas. Aquí un esbirro, allá un cuerpo de guardias, acullá un hospital, más lejos una casa de socorro, al fin de tal calle la cárcel, un poco más léjos el presidio, en este extremo el manicomio; en aquel otro el garrote y los jueces mezclados en su ministerio con los sayones y con los verdugos…


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