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Ellos dan como en aquél valle el mirto respira su fragrancia en el espacio.
Por las manos de estes tipos Dios habla, y desde detrás de sus ojos Él le sonríe a la tierra.
Es bueno dar cuando te pide, pero es mejor dar sin ser pedido, por el entendimiento;
Y para ellos con las manos abiertas la búsqueda a alguien que recibirá es alegría más grande que dar
Y, ¿hay algo que retendrías?
Todo que tienes algún día se dará;
Entonces dé ahora, para que la estación del dar sea tuya y no de tus herederos.
Muchas veces dices «yo daría, pero sólo a él quien lo merece».
Los árboles en tu huerto no dicen esto, tampoco el rebaño en tu pasto.
Dan para que vivan, porque retener es morirse.
Seguramente él que merece recibir sus días y noches merece todo lo demás de ti.
Y él que ha merecido beber del océano de la vida merece llenar su taza de tu arroyo pequeño.
Y, ¿qué desierto más grande habría que él que se halla dentro de la valentía y la confianza… mejor decir la caridad, de recibir?
38 págs. / 1 hora, 7 minutos.
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Publicado el 7 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
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