Descargar ePub «Psiquis», de Hans Christian Andersen

Cuento infantil


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  Cuento infantil.
14 págs. / 25 minutos / 156 KB.
4 de julio de 2016.


Fragmento de Psiquis

Y, postrándose de rodillas, elevó a Dios, llorando, una plegaria de acción de gracias, y volvió a olvidarse de Él para absorberse en ella, en su estatua en mármol, aquella figura de Psiquis que parecía plasmada con nieve, teñida por los rayos encendidos del sol de la mañana.

Por fin pudo ir a verla, en su persona real, su Psiquis viva, aquella cuyas palabras sonaban como música. Podía ya llevar al rico palacio la noticia de que la Psiquis de mármol estaba terminada. Cruzó el patio abierto, donde el agua que proyectaban los delfines caía rumoreante en la marmórea concha, cuajada de calas y de frescas rosas. Penetró en el espacioso y alto vestíbulo, cuyas paredes y techo se hallaban decorados con escudos de armas y cuadros multicolores. Criados con lujosas libreas se pavoneaban, orgullosos como caballos de trineo con sus cascabeles, paseando arriba y abajo del vestíbulo; algunos incluso estaban tendidos cómoda e insolentemente en los tallados bancos de madera, como si fuesen los dueños de la casa. Les dio su recado y fue conducido al piso superior por la reluciente escalera de mármol, cubierta de mullidas alfombras. A uno y otro lado se levantaban estatuas. Nuestro amigo atravesó lujosas salas, adornadas con cuadros y brillantes pavimentos de mosaico. Toda aquella magnificencia y suntuosidad le hacía contener la respiración; pero no tardó en volver a sentirse aligerado. El anciano príncipe lo recibió amablemente, casi con cordialidad, y, terminada la conversación lo invitó, antes de despedirse, a que pasara a saludar a la joven «signora», que deseaba verlo también. Los criados lo condujeron, a través de nuevos aposentos y salones, tan suntuosos como los anteriores, a las habitaciones de la joven, de las cuales era ella el máximo adorno y belleza.


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