Walden

Henry David Thoreau


Ensayo



No pretendo escribir una oda al abatimiento, sino jactarme con tanto brío como el gallo encaramado a su palo por la mañana, aunque sólo sea para despertar a mis vecinos.

ECONOMÍA

Cuando escribí las páginas siguientes, o más bien la mayoría de ellas, vivía solo, en los bosques, a una milla de cualquier vecino, en una casa que había construido yo mismo, a orillas de la laguna de Walden, en Concord, Massachusetts, y me ganaba la vida sólo con el trabajo de mis manos. Viví allí dos años y dos meses. Ahora soy de nuevo un residente en la vida civilizada.

No impondría mis asuntos a la atención de los lectores si mis conciudadanos no hubieran hecho preguntas muy concretas sobre mi modo de vida, que algunos calificarían de impertinentes, aunque a mí no me lo parezcan en absoluto, sino, considerando las circunstancias, muy naturales y pertinentes. Unos han preguntado qué tenía para comer, si no me sentía solo, si no tenía miedo y cosas parecidas. Otros han querido saber qué parte de mis ingresos dedicaba a obras de caridad, y algunos, con familia numerosa, a cuántos niños pobres mantenía. Por tanto, a aquellos lectores que no sientan particular interés por mí, les pido perdón por tratar de responder a algunas de tales preguntas en este libro. En la mayoría de los libros se omite el yo, o la primera persona; en este se mantiene; respecto al egoísmo, esa es la principal diferencia. Por lo general, no recordamos que, al fin y al cabo, siempre es la primera persona la que habla. No hablaría tanto de mí mismo si hubiera otra persona a quien conociera tan bien. Por desgracia, estoy limitado a este asunto por la pobreza de mi experiencia. Además, por mi parte, exijo de todo escritor, antes o después, un relato sencillo y sincero de su propia vida, y no sólo lo que ha oído de las vidas de otros hombres; un relato como el que enviaría a sus parientes desde una tierra lejana

Fin del extracto del texto

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.
Leído 313 veces.