El Punto de Vista

Henry James


Cuento



I

De la señorita Aurora Church, a bordo, a la señorita Whiteside, en París

Mi niña querida, el bromuro de sodio (si es así como lo llaman) resultó ser perfectamente inútil. No quiero decir que no me hiciera bien, pero nunca tuve ocasión de sacar la botella de la valija. Me habría hecho maravillas si lo hubiera necesitado; pero simplemente no las hizo porque yo he sido una maravilla. ¿Creerás que he hecho todo el viaje en cubierta, en la más animada conversación y haciendo ejercicio? Doce vueltas a la cubierta suman una milla, creo; y según este cálculo, he estado caminando veinte millas diarias. Y he bajado para todas las comidas, imagínate, en las que desplegué el apetito de una piraña. Por supuesto, el clima ha estado lindísimo, de modo que no tengo gran mérito. El viejo, perverso Atlántico estuvo tan azul como el zafiro de mi único anillo (que es bastante bueno), y tan terso como el piso resbaloso del comedor de madame Galopín. Durante las tres últimas horas hemos tenido tierra a la vista y pronto entraremos en la bahía de Nueva York, dicen que es de una exquisita belleza. Pero claro está que la recuerdas, aunque dicen que todo cambia tan rápido aquí. Encuentro que no recuerdo nada, pues mi memoria de nuestro viaje a Europa, tantos años atrás, es excepcionalmente vaga; tan sólo tengo una dolorosa impresión de que mamá me encerraba una hora diaria en el salón principal y me hacía aprender de memoria algún poema religioso. Yo tenía tan sólo cinco años de edad y creo que de niña era tímida en extremo; por otra parte, mamá era, como lo sabes, terriblemente severa. Es severa hasta hoy, sólo que yo me he vuelto indiferente: ¡he sido tan pellizcada y empujada! (moralmente hablando, bien entendido). Sin embargo, es verdad que hay niños de cinco años a bordo, hoy, que han estado demasiado visibles, correteando por todo el barco y tropezando siempre con nuestros pies. Por supuesto, son peque

Fin del extracto del texto

Publicado el 9 de mayo de 2017 por Edu Robsy.
Leído 10 veces.