La Confesión de Guest

Henry James


Novela corta



I

«Llego a las ocho y media. Enfermo. Ven a buscarme».

La brevedad telegráfica de la misiva de mi hermanastro dio a mis pensamientos ese giro melancólico, resultado habitual de sus mensajes. Debería haber llegado el viernes; ¿qué era lo que le había hecho ponerse en marcha el miércoles? Nuestra relación era una perpetua fuente de irritación; éramos completamente distintos en temperamento, gustos y opiniones, pero al tener una serie de intereses comunes nos veíamos obligados, en cierta forma, a transigir con nuestras respectivas idiosincrasias. En realidad, era yo quien hacía todas las concesiones. No podía obviar que en conjunto mi hermanastro era muy superior a mí en todo lo que hace a un hombre alguien de provecho y me era más fácil permitir que él se saliera con la suya que defender mi dignidad. A mí me gustaba aparentar (con un gran disimulo, por así decirlo, y las manos tranquilamente metidas en los bolsillos) que mis actos estaban motivados por una especie de generosa condescendencia, cuando en realidad estos eran fruto de la apatía y en cierto grado, de la pusilanimidad. A Edgar le importaba más bien poco qué receta inventara yo como bálsamo para mi vanidad mientras él consiguiera su objetivo, y me temo que yo interpretaba el papel de gigante adormecido ante un público absolutamente inexistente. De hecho, se había establecido entre nosotros un tácito y vago acuerdo mediante el cual mi hermano debía tratarme, en apariencia, como un hombre de criterios propios, si bien en ocasiones su manera de acatar el trato era profunda y mordazmente sarcástica. Lo que empeoraba las cosas para mí y las mejoraba para él era una absurda disparidad física, pues Musgrave era algo comparable a la descripción que Falstaff ofrece de Shallow —un hombre hecho con los restos de una exigua cena. Mi hermano era un infeliz inválido que estaba siempre preocupado por su estómago, sus pulmones y su hígado, y como er

Fin del extracto del texto

Publicado el 5 de mayo de 2017 por Edu Robsy.
Leído 6 veces.