Descargar PDF «La Misa del Ateo», de Honoré de Balzac

Cuento


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21 págs. / 37 minutos / 113 KB.
9 de febrero de 2019.


Fragmento de La Misa del Ateo

—¿Qué iba V. á hacer ayer á San Sulpicio, mi querido maestro?

—A ver á un sacerdote que tiene una caries en la rodilla y al que la señora duquesa de Augulema me ha hecho el honor de recomendarme,—dijo Desplein.

El médico quedó satisfecho con esta respuesta, pero no Bianchon, el cual se dijo para sus adentros:

—¡Ah! ¿va á ver rodillas enfermas á la iglesia? Ya, ya caigo, iba á oír misa.

Bianchon se prometió acechar á Desplein, recordó el día y la hora en que lo había sor-prendido entrando en San Sulpicio, y proyectó ir allí al año siguiente, el mismo día y la misma hora, á fin de ver si le sorprendía de nuevo. En este caso, la periodicidad de su devoción le autorizaría para llevar á cabo una investigación científica, pues no era probable que existiera en un hombre semejante una contradicción entre el pensamiento y la acción. Al año siguiente, el día y la hora dichas, Bianchon, que no era ya alumno de Desplein, vio que el cabriolé del cirujano se detenía en la esquina que forman la calle de Tournon y la del Petit-Lion, y que su maestro tomaba jesuíticamente á lo largo de los muros de San Sulpicio, donde oyó de nuevo misa en el altar de la Virgen. ¡No había duda que era Desplein, el cirujano, su jefe, el ateo in petto, el devoto por casualidad! La intriga se complicaba. La persistencia de aquel ilustre sabio era para llamar la atención á cualquiera. Cuando Desplein salió de la iglesia, Bianchon se acercó al sacristán, que estaba arreglando el altar, y le preguntó si el señor que acababa de marcharse era asiduo concurrente á la iglesia.


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