De Cuero Crudo

Javier de Viana


Cuento


Tarde de otoño, cielo gris, ambiente tibio, fina, intermitente garúa.

La peonada, sin trabajo, está reunida en el galpón. Cuatro, rodeando un cajón que tiene por carpeta una jerga, juegan al «solo», por fósforos.

El chico Terutero ceba y acarrea incansablemente el amargo.

En otro grupo, el viejo Serafín, Santurio y dos o tres peones más, iniciando cada uno relatos que morían al nacer porque no interesaban a nadie.

—Con este tiempo malo,—dijo el viejo—m'está doliendo la «estilla» izquierda... Me la quebraron de un balazo cuando la regolución del finao López Jordán y...

Uno interrumpió:

—¡Ya lo sabemo!... ¡Puchero recocido, ese!...

Calló el viejo, cohibido, y Paulino intentó meter baza:

—Ayer vide en la pulpería del gallego Rodríguez un poncho atrigao, medio parecido al que lleva el comesario, y m'estoy tentado de comprarlo ¿A que no saben con cuánto se apunta el gallego?... Se deja cáir con...

—¿Y a los otros qué se los importa, si no los vamo a tapar con él?—sofrenó Federico.

Algo alejado del grupo, Juan José tocaba un estilo en la guitarra.

La mujer que a mí me quiera Ha de ser con condición...

—La mujer que a vos te quiera,—interrumpió Santurio,—ha de ser loca de remate.

—Ha de encontrarse cansada de andar con el freno en la mano sin encontrar un mancarrón qu'enfrenar...

—Vieja, flaca y desdentada...

—¡Y negra... noche l'espera!...

Juan José, impasible, continuó su canto:

A la china más bonita
del pago del Abrojal,
le puse ayer con mis labios
un amoroso bozal...

—Miente... nao... no vino tuavía...—dijo maliciosamente el viejo Serafín.

Juan José, amoscado, apoyó la guitarra en el muslo, y encarándose con los del grupo, interrogó:

—¿Pa qué ráir?... Unos porque entuavía no han emplumao, y otros porque ya de viejos se les cáin las plumas, coligen que yo no he de encontrar árbol ande rascarme... Pues güeno: sepan que me via'casar.

—De los pelos... del chancho no se hacen más que cepillos,—replicó Federico.

Juan José sofrenó un impulso de acometer con frase ruda, y cambiando de ritmo entonó una vidalita:

Ayer me dijiste:
Vidalita,
¡Todo concluyó!
Desde hoy no existe
Vidalita,
¡Nada entre los dos!...
Pero te ha engañado,
Vidalita,
Tu hábito falaz:
Beso que yo he dado
Vidalita,
¡No se borra más!...

—Eso está lindo,—dijo don Serafín.

—Siendo verdá es lindo, siendo mentira es gozo,—completó Santurio.

—Lo lindo siempre es mentira—replicó Federico.

—Y como la mentira siempre es fiera,—razonó el viejo,—viene a cáir que lo lindo es fiero... ¡Sos animal!...

Federico sonrió con indulgencia y dirigiéndose a Juan José:

—¿Y con quién te pensás casar, hermano?...

—Con Luisa,—respondió serenamente el mozo.

El otro rió:

—¿Con mi novia?

—La mesma.

Con voz que se esforzaba en aparecer tranquila, Federico replicó:

—Para enebrar esa auja, carecen dos sercustancias: una, que yo te la dé; otra, qu'ella te quiera, y dispués del poco caso qu't'hizo ayer abrazándome en tu presencia debés estar albertido...

—Sos vos, quien debía estar albertido, si conocieras más mejor las arterías de las mujeres. Que te prefiera para marido, aceto; pero, si entuavía no l'estuviese quemando la boca la marca de mis besos, no habría hecho eso, que no es más que desimulo pa embobarte mejor... Y la prueba es que una hora dispués se me vino refregando como perra mimosa y me ofreció los labios...

Intensamente pálido, fulgurantes los ojos, Federico se irguió, interrogando con voz trémula:

—¿Es verdá, eso, hermano?

Y Juan José, solemne, tendiendo la mano:

—Es verdá—respondió;—yo no miento nunca, vos lo sabés.

Federico empalideció más todavía y dijo amargamente:

—Te creo... ¡Guardatelá!...

Entonces, Juan José le puso la mano en el hombro y exclamó con acento de fraternal ternura:

—¡No, hermano!... Yo la he redomoniao y he visto que no hay medio de sacarla güena. Lo que t'he contao, te lo he contao como hermano, pa evitarte una rodada, y sabiendo que le hablo a un hombre de cuero crudo.

—Gracias, hermano,—respondió simplemente Federico. Y le tendió la mano.


Publicado el 5 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.
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