Una mujer con una curiosa afición
Clotilde y Silverio llevan algún tiempo flirteando y una excursión de pesca parece el entorno apropiado para que algo suceda.
Una mujer con una curiosa afición
Clotilde y Silverio llevan algún tiempo flirteando y una excursión de pesca parece el entorno apropiado para que algo suceda.
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Así era Clota, incitante más que bella, flor humana que al aliciente de su forma, graciosamente asimétrica —como una orquídea—, unía el atractivo de su perfume caprichoso al de las coloraciones barrocas.
Y para completar el ilogismo de aquella extraña criatura, su voz era áspera, abaritonada, de una masculinidad que contrastaba con su cuerpo pequeño y de apariencia menudo.
Llegados a un sitio en que la senda era demasiado estrecha, en plena oquedad, y donde las enmarañadas ramazones formaban bóveda de verduras agresivas, Silverio se adelantó, e iba levantando las ramas con la mano para facilitar el pasaje sin obstáculos a su amiga.
La vereda era larga y tortuosa y semiobscura. Las hierbas húmedas del suelo y las hojas del domo arbóreo, torturadas por el fuego estival, mezclaban sus hálitos, produciendo un aroma enervador. Al llegar a un sitio donde la senda formaba como una ampolla, en una hoz del río, Clota detuvo el caballo, desmontó rápidamente y se dejó caer sobre la blanda alfombra del gramillal, al pie de un ceibo, que, todo cubierto de flores de un rojo de fuego, parecía como incendiado.
4 págs. / 7 minutos.
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Publicado el 18 de agosto de 2025 por Edu Robsy.
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