Saca Chispas

Javier de Viana


Cuento


Un tipo original Eloy Larraya. Bajo, delgado, nervioso, tenía un rostro fino, casi glabro, y una hermosa cabeza poblada de rubia, larga y ensortijada cabellera.

La causa más insignificante lo excitaba haciéndole proferir tremendas amenazas. Sus compañeros, que lo habían apodado «Sacachispas», gozaban urdiendo chismes, contando que fulano, en tal parte se había expresado en tales términos, ofensivos para él.

Sea que lo creyese, o que fingiera creerlo, Eloy montaba en cólera, agitábase violentamente y rompía en tremendos apóstrofes:

—¡En cuanto me tope con ese cascarudo le vi'a dejar el cuero como espumadera, a juerza 'e chuzazos!...

—¿Conque... pica al naco, aparcero?—mofóse uno de los peones.

—¡Con esta fariñera!—replicó Sacachispas, desenvainando una descomunal cuchilla, que, lo mismo que el pistolón calibre dieciséis, sólo para dormir quitábaselo de la cintura... Y eso, no siempre.

Otro peón observó burlonamente:

—No importa qu'el lazo sea largo si falta juerza en el puño pa largarlo hasta las guampas del animal!

—¡Pa sirsiorarse no tienen más que probarme!..

—Nosotros no, hermano; pero no ha'e faltar quien quiera darte un cotejo, con ganas de ver si tu daga saca chispas como tu labia.

Los enojos de Eloy se apaciguaban con la misma rapidez con que nacían.

—La corro con el qu'enfrene,—dijo, y salió del galpón tranquilamente, esperando encontrar en la cocina a Dalmacia, la chinita retrechera por la cual se derretía hacía meses.

Estaba allí, en efecto, fregando prolijamente la vajilla. Él la piropeó:

—¡A tuito lo que usté toca le saca brillo!

—Cada uno hace lo que puede—respondió irónica;—usté saca chispas, yo saco brillo.

—¡Y chispas también sabe sacar!... Hace tiempo que tengo el corazón quemao con el chisperio'e sus ojos.

Rió Dalmacia y replicó despiadada:

—Si es mucha la quemazón, le puedo pedir a Ulpiano que l'eche unos baldes de agua!...

Ulpiano, gaucho audaz, pendenciero, de coraje y destreza probados, era el odiado rival d Sacachispas.

—¡Puede que yo le enfría a él a talerazos!—exclamó con rabia.

Tornó a reir la china, y dijo:

—Si hace la hazaña, puede venir por la flor de mi querer.

—¿Palabra?

—Palabra.

—¡Hasta lueguito!...

Y esto dicho con suma arrogancia, fuese a su cuarto, cambió por la de paseo su vestimenta de trabajo, se ajustó las armas y encaminóse a la enramada, donde púsose a ensillar su flete.

Intrigáronse los peones, y uno de ellos interrogó con sorna:

—¿Ande vas tan presumido?

—¡A buscar a Ulpiano y a peliarlo!—replicó altanero el mozo.

Resonó una carcajada general, y el capataz aconsejóle:

—Lleva un pedazo 'e sebo 'e riñonada, qu'es muy güeno pa las machucaduras.

Sacachispas, sin dignarse replicar, cabalgó y partió...

Una semana después regresaba todo maltrecho, una venda en la cara y un brazo en cabestrillo.

Los compañeros ya tenían conocimiento de las peripecias del lance. La misma tarde de su partida, Eloy encontró a Ulpiano en la glorieta de una pulpería y lo provocó resueltamente. Desenvainaron las dagas y, al primer choque, el Sacachispas quedó desarmado. Enfriósele el coraje, y exclamó suplicando:

—¡No mate un hombre rendido!

—No—dijo Ulpiano;—nunca mato mulitas. Pero te vi'a poner mi marca y dispués te via dar una soba'e rebenque pa que cada vez que m'encontrés, te pongas de rodillas y me pidas: «¡La bendición, tatita»

De un gesto rápido le marcó un «barbijo» en la mejilla; y de seguida, arrojando la daga, dióle de golpes con el mango del «talero», hasta hacerlo caer sin sentido...

Los peones lo atendieron cariñosamente, ahorrándole el tormento de las mofas; pero cuando estuvo bueno, ya no hubo continencia.

—¡Quién había 'e decir que nuestro gallo habría 'e cacarear y juir sin hacer por la riña!...

—¡Maulazo, el gallito!

Sacachispas recobró su audacia para exclamar:.

—¿Maula, yo?... ¿Maula por que me agaché cuando vide qu'el otro me achuraba?... ¡No es lai ladiarse y prenderse a los sarandises cuando no se puede asujetar la correntada?... ¿Serías maula vos, si yendo por la vía el fierrocarril le das lao cuando viene chiflando, en vez de pararte y decirle: «Entre chiflador y chiflador, vamo a ver quién chifla más juerte?»... ¿Lo harías vos?... ¡De loco, pa que te aventase el miriñaque y te hicieran picadillo las patas de fierro del parejero inglés...

En ese instante se paró en la puerta del galpón Dalmacia, que volvía del lavadero, y encarándose con Eloy, díjole sarcásticamente:

—¡La flor se secó en su ausencia; pero si precisa más ingüento, entuavía queda!...


Publicado el 7 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.
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