Está relacionado con el anterior y más famoso poema del mismo autor, El paraíso perdido, con el que comparte casi todos los temas teológicos. En este poema, Milton se centra en el episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto.
Existe una anécdota a la que se le atribuye el origen de El Paraíso recobrado, contando que su amigo Ellwood después de haber leído la obra anterior, le comentó : Mucho has dicho de El paraíso perdido pero, ¿qué piensas decir de El infierno?. El asunto del primer poema casi exige el desarrollo del segundo. De todos los hechos bíblicos, Milton elige las tentaciones de Jesús en el desierto, porque pensaba que si el Paraíso se perdió debido a que Adán y Eva cedieron a la tentación de Satán, fue recobrado por la resistencia que le puso Jesús.
El paraíso recobrado no es en realidad una secuela de El paraíso perdido, sino un poema de estilo distinto, que está relacionado tan solo implícitamente. Está formado por 2.069 versos repartidos en cuatro libros, usando el método pentamétrico. Inspirado en el relato evangélico, este poema es una amplificación del mismo, con pocas imágenes y ornamentaciones. Siguiendo especialmente el Evangelio de Lucas en cuanto al orden de las tentaciones, el libro I trata de la tentación del hambre, los libros II y III de las tentaciones de la gula, la riqueza y el poder. En el libro IV Satán invita a Jesús a tentar a Dios, arrojándose desde lo alto del templo.
(...) de este globo de amplia libertad, o
cruzar los aires; y hasta fue tolerada mi presencia algunas veces en el
cielo de los cielos. Yo me introduje entre los hijos de Dios, cuando el
Eterno expuso a mis golpes a Job el Husiano, para probarle y enaltecer
su elevado mérito. Más tarde, cuando propuso a todos sus ángeles atraer a
un lazo al orgulloso rey Achab, a fin de que cayera en Ramoth,
viéndoles vacilar, encargueme yo del cometido; y llené de mentiras las
lenguas de todos aquellos aduladores profetas, para arrastrarlos a su
pérdida, según tenía encargo de hacerlo, porque yo hago lo que Dios me
manda. Aunque haya decaído mucho mi primitivo esplendor, perdiendo el
amor del Eterno, no por eso estoy privado de la facultad de amar, de
contemplar, al menos, y admirar lo que veo de excelente en el bien, de
bello y virtuoso, pues de otra suerte, habría perdido todo sentimiento.
¿Qué más puedo desear que verle y acercarme a ti, sabiendo que has sido
declarado Hijo de Dios, y escuchar (...)
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Publicado el 5 de enero de 2022 por Edu Robsy.
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