PRIMERA PARTE. MIGRACIONES DE LOS GODOS
Capítulo I. Descripción general de la Tierra
4. Nuestros antepasados, como cuenta Orosio, consideraron que toda la circunferencia de la Tierra rodeada por el cinturón del Océano estaba dividida en tres partes y las llamaron Asia, Europa y África. Sobre esta división tripartita del globo terráqueo existe un número casi incontable de escritores que no sólo explican la situación de las ciudades y lugares, sino también, lo que es más preciso aún, calculan sus distancias en pasos y millas. Determinan también la situación en la inmensidad del grandioso mar Océano de las islas, tanto mayores como menores, expuestas al oleaje marino, a las que denominan Cicladas o Espóradas.
5. Por lo que respecta a los inaccesibles confines del Océano, no sólo nadie ha emprendido la tarea de describirlos, sino que ni siquiera a nadie le ha sido posible traspasarlos, porque, dada la resistencia que ofrecen las algas y la ausencia de vientos, se comprende que son un lugar sin retorno, conocido solamente por Aquel que lo creó. 6. Sin embargo, las costas situadas a este lado del mar, que hemos denominado cinturón de toda la Tierra, y que rodean sus confines a modo de corona, han sido perfectamente conocidas por los hombres curiosos que han decidido escribir sobre estos asuntos, ya que este cinturón terrestre tiene sus propios moradores y algunas islas de ese mismo mar están habitadas. Por ejemplo, en las regiones orientales y en el océano índico están Hipópodes, Jamnesia y la isla abrasada del Sol, que, aunque inhóspita, se extiende considerablemente en longitud y latitud. Está también Taprobana, en la que, además de aldeas y casas de campo, existen diez hermosas ciudades bien fortificadas. Pero hay una isla mucho más agradable aún, la Silefantina, así como Terón, que aunque no han sido descritas por escritor alguno, están abundantement