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—Vamos, Rita, tú crees que echarse por novio un sabio es tener una clase más.
Y ambas criaturas lanzaron una argentina carcajada.
—Si me examina de geografía tiene que darme calabazas.
—No seas tonta, Rita, los novios charlan de otras cosas: el de mi hermana mayor es catedrático y se hablan en dos o tres idiomas: yo les escucho, y cuando hablan en francés entiendo algo.
—¿Y qué se dicen, Adela?
—Casi todos los días empiezan así: M’aimes-tu? M’aimeras-tu toujours?», que es como decirse en español: «¿Me quieres? ¿Me querrás siempre?». Y luego me quedo a obscuras, porque hablan en inglés.
—¿En inglés? ¡Qué miedo! ¿Quieres que cantemos?
Y cantaron con desafinadas vocecitas:
Me casó mi madre,
chiquita y bonita,
¡ay, ay, ay!
El Sabio era Juanito, sobresaliente en tercero de latín,
gran medidor de exámetros y pentámetros; y el rubio, Emilio Gómez,
guapo chicarrón, pésimo estudiante, y andando a cachetes, el más
aventajado de la clase.
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Publicado el 1 de agosto de 2024 por Edu Robsy.
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