Descargar ePub «Luz-radiante», de José María de Pereda

Cuento


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  Cuento.
6 págs. / 11 minutos / 162 KB.
17 de noviembre de 2020.


Fragmento de Luz-radiante

La última que yo leí impresa, después de haberla leído el autor manuscrita y recién nacida, a sus bellas contertulias, decía, entre otras muchas cosas, plus minusve, lo siguiente:

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«¡El mar!... ¡¡La mar!!... ¡¡¡Los mares!!!... ¡¡¡Las mares!!!... ¡Ah!... ¡Ohhhh!...

Perdone usted, señor director. Perdonadme vosotros, mis queridos compañeros; faltan palabras a mi pluma para expresar cuanto la mente concibe en este horizonte sin medida, sobre este abismo sin fondo. ¡El mar! Pero ¿por qué son verdes sus aguas?, ¿por qué son salobres?, ¿qué fuerza las precipita contra la roca dura que ahora me sirve de pedestal?, ¿por qué suben?, ¿por qué bajan? ¡Inescrutables misterios de la Naturaleza!... Pero ¡qué espectáculo, gran Dios!... Contemplándole, el corazón palpita, la mano tiembla, los ojos se turban. El sol sin una nube que empañe sus fulgores; la brisa rizando la inquieta superficie de las aguas sin fin; la blanca gaviota, cerniéndose voluptuosa en el espacio; bajo la gaviota, la esbelta nave de tajante proa; allá el puerto; acá el escollo; allí la espuma; aquí las flores, y en todo y sobre todo, un torrente de luz y una embriaguez de aromas... ¡Ah!... Mas ¿qué es esto?, el trueno ruge; cruzan la atmósfera rayos y centellas; se respira el hálito abrasador de la tempestad; desgájase el secular peñasco; húndese en el abismo, y se elevan hasta mí los pliegues espumantes del salobre sudario que le envuelve... Se columbra un punto en el horizonte ¡Helas! Es una nave. Distingo perfectamente al angustiado nauta que implora el auxilio de los hombres... Muchos son los que pueblan la orilla, pero ninguno acude. El que va a hacer naufragio no implora el auxilio para él solo... también le necesitan sus tiernos camaradas de equipaje... Yo me arrojo a la mar, y los salvo a todos, entre los saludos y los aplausos de este querido bello sexo, regulador de todas mis acciones, inspirador de mis más elevados pensamientos, y fin y exclusivo objeto adonde hasta el menor de mis intentos se endereza.


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