Libro gratis: El Juez Harbottle
de Joseph Sheridan Le Fanu

—Perdone, caballero —dijo aquel anciano, con su voz cascada, cuando el no menos anciano juez, pero mucho más vigoroso, se puso a su altura.

Aquel hombre agarró al juez de un brazo, con su mano huesuda y temblorosa.

El juez Harbottle se percató de que, a pesar de su penoso aspecto, no vestía como un pordiosero y sus modales eran los propios en un hombre respetable. El juez se detuvo y le respondió ásperamente, con cierto desagrado:

—¿En qué puedo serle útil?

—¿Podría decirme dónde está la casa del juez Harbottle? —dijo el anciano giboso—. Tengo un mensaje urgente para él.

—¿Y puede dárselo ante testigos? —le preguntó el juez.

—No, señor, de ninguna manera… Debo hablar con él a solas, sin testigos dijo el desconocido con su voz cascada pero f irme.

—Pues bien, caballero, en ese caso no tiene más que acompañarme; vivo a pocos pasos de aquí y le concederé la audiencia que me pide. Yo soy el juez Harbottle.