El Tío Silas

Joseph Sheridan Le Fanu


Novela


Nota preliminar
I. Austin Ruthyn, de Knowl, y su hija
II. Tío Silas
III. Una cara nueva
IV. Madame la Rougierre
V. Ruidos y visiones
VI. Un paseo por el bosque
VII. Church Scarsdale
VIII. El fumador
IX. Mónica Knollys
X. Lady Knollys retira una colcha
XI. Lady Knollys ve las facciones
XII. Una curiosa conversación
XIII. Antes y después del desayuno
XIV. Palabras de enfado
XV. Una advertencia
XVI. Aparece el doctor Bryerly
XVII. Una aventura
XVIII. Visitante nocturno
XIX. «Au revoir»
XX. Austin Ruthyn emprende su viaje
XXI. Llegan algunas personas
XXII. Alguien en la sala con el ataúd
XXIII. Hablo con al doctor Bryerly
XXIV. Apertura del testamento
XXV. Noticias del tío Silas
XXVI. La historia del tío Silas
XXVII. Más en torno al suicidio de Tom Charke
XXVIII. Soy persuadida
XXIX. De cómo le fue al embajador
XXX. En camino
XXXI. Bartram-Haugh
XXXII. El tío Silas
XXXIII. El bosque del molino de viento
XXXIV. Zamiel
XXXV. Visitamos un cuarto en el segundo piso
XXXVI. Una llegada a altas horas de la noche
XXXVII. Surge el doctor Bryerly
XXXVIII. Alguien se va a medianoche
XXXIX. El encuentro entre la prima Mónica y el tío Silas
XL. En el cual conozco a otro primo
XLI. A primo Dudley
XLII. Elverston
XLIII. Novedades a la entrada en Bartram
XLIV. Surge un amigo
XLV. Capítulo lleno de amantes
XLVI. Los rivales
XLVII. Reaparece el doctor Bryerly
XLVIII. Pregunta y respuesta
XLIX. Una aparición
L. Milly dice adiós
LI. Sarah Matilda sale a la luz
LII. El dibujo de un lobo
LIII. Una extraña propuesta
LIV. En busca del esqueleto del señor Charke
LV. El pie de Hércules
LVI. Conspiro
LVII. La carta
LVIII. El coche de lady Knollys
LIX. Súbita partida
LX. El viaje
LXI. Nuestro dormitorio
LXII. Surge una cara conocida
LXIII. Clarete picante
LXIV. La hora de la muerte
LXV. En el recibidor de madera de roble
Conclusión

Nota preliminar

El autor de la presente narración, en persona, se aventura a dirigir a sus lectores unas brevísimas palabras de índole principalmente explicativa. En esta Historia de Bartram-Haugh se repite, con una ligera variante, una destacada situación contenida en un relato corto, de unas quince páginas, escrito por él y que, hace mucho, apareció en una publicación periódica bajo el título Pasaje de la historia secreta de una condesa irlandesa, y luego, todavía anónimamente, en un pequeño volumen con un título alterado. Es harto improbable que ninguno de sus lectores se haya topado con semejante fruslería, y más aún que la recuerde. Sin embargo, y por medio de esta explicación, el autor se ha aventurado a anticipar la mera posibilidad de que tal cosa hubiera sucedido, a fin de no ser tachado de plagiario, lo que siempre constituye una falta de respeto hacia el lector.

¿Le serán también permitidas unas palabras de protesta contra la promiscua aplicación del término «tremendismo» a esa vasta escuela de obras de ficción que no transgrede ninguno de los cánones de construcción y moralidad que a sí mismo se impusiera el gran autor de las Novelas de Waverly al producir tan inaproximable obra? Cabe suponer que nadie calificaría de «tremendistas» las novelas de sir Walter Scott, y, sin embargo, en tan prodigiosa serie no hay una sola historia donde la muerte, el crimen y, de una u otra forma, el misterio no tengan cabida.

Pasando por alto esas grandes novelas que son Ivanhoe, Vieja mortandad y Kenilworth, con sus terribles tramas de crímenes y derramamientos de sangre, construidas con tan magnífica maestría en el arte de mantener cautivo el ánimo en la intriga y el horror, elija el lector, de dicha serie, dos de esas excepcionales novelas, cuya deliberada pretensión es la de trazar un cuadro de las costumbres y escenas de la vida cotidiana contemporánea, y,

Fin del extracto del texto

Publicado el 3 de junio de 2017 por Edu Robsy.
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