El último achurero
Farías es el mejor achurero. Nadie como él prepara las achuras y es el maestro indiscutible del vacaray.
El último achurero
Farías es el mejor achurero. Nadie como él prepara las achuras y es el maestro indiscutible del vacaray.
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Farías colocaba las achuras sobre las tablas adosadas a la pared. Separaba, clasificaba. Primero los mondongos, como alfombras verdes, uno encima del otro. Luego los racimos de tripas y chinchulines, los intestinos de oveja o cordero de retobar los chotos o torcidos.
Al fin, colgados del degolladero, los nonatos o vacarayes estirándose hacia abajo.
Los enviones de luz los contraían o alargaban como si estuvieran vivos.
Parado frente a ellos Farias “les calculaba la edad”.
Mientras las achuras escurrían el agua de la lavada, él aprontaba el mate y rastrillaba algunas brasas, acercándolas a la parrilla petiza, cargada con la flor de la carneada. Tomaba algunos tragos de caña y se sentaba en el cabezal de la puerta a matear, mirando hacia afuera.
La luz danzante de las llamas lo empujaba de atrás hacia la noche.
* * *
Cuando le parecía comía y empezaba el trajín. Las manos suaves y blandas, como sin huesos, destrenzaban tripas, desprendían festones de grasa o vaciaban los intestinos en un juego de tirones suaves. Los dedos parecían ver entre el enredo palpitante del achurerío.
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Publicado el 28 de julio de 2025 por Edu Robsy.
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