—¿Pero en que?
—Si te digo que los güesos van a parar al azúcar y de las garras hacen "vernís", te reirás...
Entraban a conversar y entonces el curioso aceptaba que el negocio de Arboleya sería sucio, pero era bueno.
* * *
En un cajoncito ponía lo de vender o cambiar. Prefería el trueque a
la compra-venta. Las cosas de vender se las proporcionaba el Turco
Navidad. Eran cosas para mujeres casi todas. Prendedores, guardapelos.
Polvos y cremas para la cara. Santitos.
En la orilla del pueblo tenía el rancho y un galpón de latas abiertas para guardar el carro.
En el campo, en verano, acampaba en cualquier lado. En invierno, en
los galpones de las estancias o en el depósito del almacén de Alves,
término de su viaje.
Hasta el día que resolvió cambiar de recorrido, para no "limpiar" muy seguido a sus proveedores.
Fue cuando llegó por el camino viejo de Carapé a lo de Rosas, que
tenía almacén y "compra de frutos". Allí encontró el rastro de Méndez.
Dio con él y esto le trajo cambios grandes en su vida.
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